viernes, 1 de abril de 2011

¿A Quién se somete su Alma?

Hay una pregunta que los creyentes, hoy, se formulan a menudo. Unos más, otros menos, pero todos en algún momento: ¿Por qué, si hago todo lo que he aprendido a hacer, si oro, ayuno, vivo en santidad, todavía sigo tan gobernado por la carne? No se aflija; no es nuevo ni es exclusivo suyo: Pablo se lo preguntó primero.

El problema, en un principio, está en que no hemos aprendido, todavía, a manejarnos en esa doctrina tan básica que es la del espíritu, alma y cuerpo. No separamos, no dividimos, no segregamos. Entonces, escrituras que van dirigidas al espíritu tratamos de aplicarlas al alma, otras que se dirigen al alma pretendemos aplicarlas al espíritu o al cuerpo y así, obviamente, no podemos progresar demasiado.

(Gálatas 5: 16)= Digo, pues: andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne. (17) Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis.

Este texto habla de la lucha ente el espíritu regenerado por Cristo y la carne que aun responde a la voluntad del alma. No se menciona el alma, aquí, es verdad, pero sí en la que sigue, que dicho sea de paso, es el par de versículos sobre los que vamos a trabajar en este estudio.

(Hebreos 4: 12)= Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.

(13) Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.

Este pasaje es clave. Primero, porque deja la evidencia de que la Palabra y Cristo son una misma cosa. EL es el Verbo. No hay separación. Cuando estudiamos la palabra, estudiamos a Cristo. Cuando confesamos la palabra, confesamos a Cristo. Cuando asimilamos la palabra, asimilamos a Cristo. Cuando nos formamos en la Palabra, nos formamos en Cristo y cuando vivimos la palabra, vivimos a Cristo. El problema está en que muchos cristianos han crecido sin conocer los principios básicos que deben regir su vida espiritual conforme a la palabra de Dios.

El problema es que aunque el espíritu obedezca en todo, el alma no siempre está de acuerdo y se empecina en razonarlo todo y el cuerpo, mientras tanto, está siempre más proclive a negociar con el mundo que con el espíritu, porque es un cuerpo de muerte. El cuerpo siempre empieza con un poquito. Tan poquito que no llega a llamarle la atención a nadie. Cuando empieza a preocupar, ya está metido hasta las narices. El cuerpo -y un cadáver es la mejor confirmación-, si lo deja en independencia, busca su autodestrucción. El espíritu, en cambio, busca la comunión con Dios.

(1 Juan 3: 10)= En esto se manifiestan los hijos de Dios, y los hijos del diablo; todo aquel que no hace justicia, y que no ama a su hermano, no es de Dios.

Si no entendemos que hay un espíritu y un alma, ¿cómo interpretamos esta escritura que nos dice que no podemos pecar cuando, cada uno de nosotros sabe que aun después de convertidos estamos pecando continuamente y fallándole a Dios?

(1 Juan 1: 10)= Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso y su palabra no está en nosotros.

Vamos a ver. Si pecamos, dice Juan, abogado tenemos para con el Padre, Jesucristo el justo. ¿Cómo es? Porque una me dice que cuando peque, tengo listo un abogado defensor, pero la otra me dice que NO peque. ¿Cuál es la verdadera? Parece una contradicción. ¿Cómo aplico esta escritura si no defino al espíritu y al alma?¿Una es verdad y la otra es mentira?¿Las dos son mentira o las dos son verdad?

Lo que ocurre es que 1 Juan 3:10 habla del espíritu renacido que no peca, en tanto que 1 Juan 1:10 habla del alma, que es la que comete pecado. Las escrituras encajan, engranan y se concilian unas a otras sin problemas.

Es imposible conciliar muchas escrituras, textos y doctrinas sin el conocimiento pleno de la naturaleza del hombre y de su composición. Si no se entiende que el hombre es espíritu (PNEUMA) alma (PSUCHE) y cuerpo (SOMA), será muy difícil resolver esos conflictos porque no se sabrá dónde atacar el problema.

¿Cuál es el punto clave para un médico ante la dolencia de un paciente? Determinar su patología, o sea: saber qué es lo que tiene: el diagnóstico. Conflictos. Usted está confundido. Dios no lo escucha, está en pruebas tremendas, la gente no lo entiende, se le va su marido o su mujer. Dios no lo sana, ahora que está en el evangelio las cosas le van económicamente peor y casi está arruinado, los negocios le salen mal, no consigue trabajo. Conflictos, dudas, preguntas. Nadie se las responde ni se las explica. Como mucho, le dicen: "ore hermano, ore...".

El fundamento bíblico le dice que la Palabra de Dios es la única posibilidad de esclarecer primero el diagnóstico; en qué área de su vida está el problema que le frena y atacarlo mejor. Ahí es donde puede surgir otro problema extra: atacar al problema en un área equivocada. Qué enorme cantidad de veces -cuidando más nuestras imágenes que la sanidad interior de alguien-, encaramos el problema justo por el lado donde no está...

El problema, mayoritariamente, está en el alma. El espíritu no tiene problemas porque tiene la naturaleza de Dios regenerada. Al pecado le dice no y a la santidad le dice sí. De la carne ni hablemos porque -dice la Palabra- la carne no agrada a Dios más allá de ser una caja a nuestro servicio. El asunto es el alma.

La pregunta es: ¿A quién está sometida su alma? Voluntad, intelecto, razón, la mente. El alma es la que toma las decisiones. Y lo hace depende a quién se somete: al cuerpo o al espíritu. Por eso Pablo, en Romanos 12:2 dice que tenemos que renovarnos en el espíritu de nuestra mente.

En esta enseñanza ocurren algunas cosas. La Palabra va a destruirle a usted algunas vacas sagradas. Marido, esposa, ministerio, dinero, intelecto, los dones. ¡Las enfermedades!¿Sabe la cantidad de gente que hay -no digo enferma-, digo ENAMORADA de sus enfermedades? El punto es el Ego. Lo sabemos, lo enseñamos y lo aconsejamos, pero hay un problema: ¿Lo crucificamos? Dios quiere destruir al Ego. Al alma rebelde que quiere hacer lo suyo y no se sujeta al espíritu. ¿Por qué Dios puede usar a unos más que a otros? Porque están quebrantados por causa de la obediencia a la palabra.

Y no estoy hablando del precio de la salvación; a ese ya lo pagó Cristo. Estoy hablando del precio de la consagración y la dedicación, que es: sometimiento. El que quiera seguir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame. ¿Cuál es la cruz? La negación de nosotros mismos.

¿Por qué Dios no me escucha? ¿Por qué esto no me resulta? ¿Por qué no me sano? ¿Por qué ocurren tantos problemas? Es que hay muchas áreas de nuestras vidas que todavía viven independientes de Dios. Somos bien religiosos y la religión no es cosa que le agrade a Dios. El hombre es un ser creado para señorear. El alma anhela señorear y no tiene ni la más mínima gana de someterse al espíritu. Y cuando dejamos que el cuerpo también opine, el resultado es más nefasto todavía. Para que el espíritu resulte ganador de esta batalla, habrá que crucificar la carne y quebrantar el alma.

(Hebreos 4: 12)= Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.

Dice que penetra hasta partir. Si esta palabra no es bien interpretada, jamás nunca este verso va a significar nada para nosotros. Dice con claridad que la palabra revelada penetra hasta producir una separación, una segregación, una división. Y tiene poder para establecer una línea divisoria. Tiene vida, cambia, transforma, liberta, sana, penetra, da vida, da poder: esa es la palabra.

Yo no vine a traer paz sino división, dice el Señor. ¿El? ¡Si no está aquí ahora! El no, pero su palabra sí.¿La Biblia? Sí, la Biblia, pero no leída con rutina o monotonía monocorde: ¡Con unción del Espíritu!¡Allí es donde conmueve! No existen separadamente el espíritu y el alma: coexisten. Sólo que se debe producir ese partimiento para que cada área sepa qué es lo que debe solucionar para relacionarse más y mejor con Cristo y así trabajar en cooperación, no en disenso permanente.

PARTIR es la palabra MERISMOS, y significa:"tomar todas las facetas del hombre y separarlas o dividirlas en categorías: espíritu, alma y cuerpo. Eso es MERISMOS. En el alma están: la voluntad, el intelecto, la mente, las emociones, los sentimientos. Así que yo agarro el alma y busco la voluntad. ¿Qué es la voluntad? Muchas veces, en la Biblia, está traducida como CORAZÓN. Este verso que estamos estudiando, es uno de esos. Discierne los pensamientos y las intenciones del corazón, o sea: de las intenciones de la voluntad. En otros textos, hay que decirlo para evitar confusiones o polémicas, CORAZÓN también significa ESPÍRITU, y en otros, significa ALMA. Pero en este caso específico. VOLUNTAD.

El MERISMOS, lo que hace, es dividir y catalogar cada parte, desnudarla y dejarla en evidencia para que sea evaluada, diagnosticada y sanada. La decisión y la última palabra la tendrá, obvio, el dueño de ese espíritu, de esa alma y de ese cuerpo. Los psicólogos han tratado y han fracasado. Los psiquiatras han tratado y han fracasado. Las consejerías pastorales según seminarios y sabiduría de laureados profesores, han tratado y han fracasado. Cristo no ha fracasado en cada oportunidad que le dieron oportunidad. La parte que a ellos se les escapa la llaman "sub-consciente", algo tan invisible como el espíritu en lo cual prefieren creer porque es un invento científica e intelectualmente aprobado y apreciado, aunque jamás se haya podido probar en lo concreto su certeza.

Cuando el hombre es dominado por las emociones, los sentimientos, los dictados de su voluntad, su intelecto y su sabiduría humana, ese hombre es un almático. Cuando es dominado por sus pasiones, sus sentidos, sus sensaciones, por el sabor de una comida irresistible, por la vista de figuras obscenas, por el oír elementos lascivos, por palpar con sensualidad o por aromas incentivantes, ese hombre es carnal.

Allí aparece MERISMOS: para segregar cada parte y dejarla al descubierto para que así pueda ser tratada convenientemente, sin confusiones y sanada. Eso termina, a corto o mediano plazo con la mayor parte de los conflictos internos humanos. Lo que un cristiano almático no puede entender es que, así como el mundo es regido por una serie de leyes físicas, así también el reino de Dios, el mundo espiritual, es regido por una serie de principios espirituales que generalmente son decididamente opuestos a los naturales. Esto es fundamento bíblico, no una cátedra sobre teología, hermenéutica o exegética, que es altamente necesaria para el pueblo, pero que no ocupa sitiales prioritarios en el conocimiento de la persona de Cristo.

(1 Samuel 3: 1)= El joven Samuel ministraba a Jehová en presencia de Elí; y la palabra escaseaba en aquellos días; no había visión con frecuencia.

Donde hay escasez de la palabra de Dios, escasea la visión de Dios. No es misticismo, es ver las cosas como Dios las ve. Dios habla, pero si no tiene la Palabra, jamás vas a entender lo que Dios está hablando. Entonces cae en frustración, decepción, impotencia, enojo, reglamentarismos y estatutismos para impedir que la gente se le vaya y, finalmente, viene la depresión. Lo que sigue, es historia vieja.

(Hebreos 4: 12)= Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.

Está claro. Si se sabe buscar, la Palabra tiene todas las respuestas para el hombre. Si se sabe dónde buscarla y dónde aplicarla, se la cree y se la acepta; si no se la resiste, si se la recibe con mansedumbre y se acepta la corrección de Dios. Que se permita que la palabra lo forme. La palabra dice: Hijitos amados, por quienes vuelvo a tener dolores de parto hasta que Cristo sea formado en vosotros. (Gálatas) Atención: les habla a los creyentes, no al mundo incrédulo.

Cuidado: ser formado en Cristo, no significa ser informado sobre Cristo. La información es muy importante, pero no produce cambios en nadie. Un soldado debe estar informado, pero gana una batalla y conserva su vida si se forma como soldado antes de combatir. Si sólo está informado, corre riesgos.

Formados en Cristo. En su actitud, su carácter, su vida, su pasión, su propósito, su plan. MERISMOS quiere decir: tomar todas las facetas del hombre y separarlas o dividirlas en categorías: espíritu, alma y cuerpo. Y luego tomar cada parte y verlas a cada una para tener revelación precisa para mayor entendimiento del hombre. Separa las partes y hace una distinción entre ellas. Lo único que puede hacer eso, es la palabra de Dios.

(1 Pedro 1: 4)= Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia.

La vida del Ego. Quien anda en el espíritu no es controlado por sentimientos ni por emociones. Sentimientos familiares, de herencia, personas que siguen ligadas y atadas con sentimientos del pasado. Atadas a personas que ya han muerto. Atadas a tradiciones. El sentimentalismo lleva a la religión. Personas atadas a organizaciones, concilios, juntas, asociaciones, convenciones, dogmas, doctrinas denominacionales. Dios no trabaja con gente que no camine en el espíritu. Los demonios, para no salir, a veces, apelan a los sentimientos de las personas.

Los sentimientos son buenos cuando son controlados por el hombre espiritual. Si es a la inversa, es nocivo. El MERISMOS será lo que nos muestre con qué área de nuestro ser estamos operando. Pregúntese, por ejemplo, qué es el miedo. Miedo es la sustancia de las cosas que se esperan y la evidencia de lo que no se ve. Ahora pregúntese qué es la fe: sustancia de las cosas que se esperan y la evidencia de lo que no se ve. Es lo mismo, pero sutilmente tergiversado; funciona al revés. Todo lo que dice la Biblia, viene de Dios. Gírelo, inviértalo en 180 grados y ahí va a tener clarito cómo funciona Satanás.

(Gálatas 6: 7)= No os engañéis; Dios no puede ser burlado. pues todo lo que el hombre sembrare, eso también segará.

(8) Porque el que siembra para su carne, de la carne segará corrupción; mas el que siembra para el espíritu, del espíritu segará vida eterna.

Estos son principios inmutables: si yo ministro en el espíritu, estoy sembrando vida espiritual y eso será lo que coseche: más vida espiritual. Si yo ministro en la carne, va a suceder exactamente lo mismo pero a la inversa. Pero esta ministración jamás irá más allá de la mente, del alma o del cuerpo. Cuando basamos todo en lo intelectual y en la memoria, el resultado a nivel espiritual, es: confusión, desilusión, frustración. Nada de lo que hagamos en nuestra mente puede producir algo espiritual.

¿Cómo empieza el Génesis? "En el principio creó Dios..." Dios es Espíritu, no? Eso quiere decir que fue el Espíritu el que creó todo lo físico que vemos. Y pensar que nosotros hoy, todavía nos pasamos la vida haciendo y exigiendo cosas físicas para ser o parecer más espirituales. Una sanidad en el cuerpo, para el creyente, por ejemplo, nunca puede hacerse una realidad física en tanto y en cuanto no lo sea VERDADERA y GENUINAMENTE en lo espiritual. Hay gente que clama por sanidad, pero en su espíritu, no termina de creerla.

Para el incrédulo, hay otros códigos.

"Quiero leer, pero no entiendo nada, no me entra en la cabeza." Jamás algo de Dios va a entrar en su vida a través de su mente, de su cabeza. Jesús dijo: El espíritu es el que da vida, la carne para nada aprovecha. Las palabras que yo os he hablado son espíritu, son vida. Y Pablo agrega: Acomodando lo espiritual a lo espiritual. La palabra ES espíritu, y allí debe ir.

Jesús jamás dijo que entendieran la palabra. Dijo que al que cree, todo le es posible. Si no, al centurión le hubiera dicho: ¡Bárbaro!¡Razonaste perfecto! Por todo eso: ¡¡¡Recibe!!!

El cuerpo se mueve por los sentidos, el alma se mueve por los sentimientos, el espíritu se mueve por fe. El MERISMO, tiene tres etapas:

PRIMERO: La Revelación por Iluminación. Sólo revelación separa su alma de su espíritu. El diablo jamás puede tentarle en su espíritu. Sí en su alma si no está totalmente regenerada. Una revelación no entra en su mente y luego pasa a su espíritu; es al revés. La palabra dice: El Espíritu Santo de Dios da testimonio a nuestra mente. Ese "yo sentí del Señor" que tantas veces oyó, en una gran parte, ni siquiera proviene del alma, la mayoría de las veces, no pasa del cuerpo. La voz del espíritu es la conciencia, la voz del alma es la razón, la voz del cuerpo son los sentidos. Por eso David habla como habla.

(Salmo 103: 1)= Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre.

(2) Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides a ninguno de sus beneficios.

(3) El es quien perdona todas tus iniquidades, el que sena todas tus dolencias; (4) el que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias; (5) el que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila.

Vamos a ver: David le dice al alma que lo bendiga porque sabe que el alma no quiere saber nada con someterse. A riesgo de entrar en alguna polémica con profesionales cristianos, se puede decir que el alma es el consciente y el espíritu el sub-consciente. Las tres áreas no viven separadas. Sólo la palabra revelada las divide, segrega, parte y separa para su diagnóstico y sanidad.

SEGUNDO: Separación para Clarificación. ¿Para qué lo separa? Para clarificar. Para traer revelación. Para mostrar cuál es el problema.

TERCERO: Unificación para Cooperación. Después de haber partido, segregado, dividido, clarificado, detectado, revelado y sanado, se debe unir todo de nuevo para que, en mutua cooperación, den luz a una vida nueva, totalmente cambiada. ¿Sabe por qué hay tanta división en el cuerpo de Cristo? Por causa de las divisiones que existen dentro de cada uno de los creyentes que lo componen.

El creyente que ha sometido su alma al espíritu, resplandece en paz, sosiego, serenidad, confianza, gozo. Una suma reducida del carácter de Cristo, que es en suma el fruto del Espíritu Santo, que todos dicen tener pero que tan pocos evidencian.

Los frutos del espíritu, está hablando del espíritu regenerado, no del Espíritu Santo. Juan 15 dice que Jesús es la vid y nosotros los pámpanos. Todo pámpano que no lleve fruto será quitado. ¿Quién dice que lleva frutos, la vid o los pámpanos? ¿Y quiénes son los pámpanos? El Espíritu Santo, (que es Dios y es Cristo al mismo tiempo), no produce amor. El ES amor.

La puerta estrecha nos dice que, para entrar allí, usted va a tener que sacarse de encima todo el sobrepeso espiritual que trae. O entra como Dios quiere, o no entra.

El Espíritu le dice: "¡Dale una ofrenda a ese siervo del reino!". El cuerpo le dice: "¿Y yo? ¿Qué voy a comer después si le das lo que tienes? Y el alma complementa el cuadro: "Si le das a este no vas a poder cumplir con el otro y te vas a quedar sin nada!"

Quien se pasa más tiempo estudiando, alimentándose, escudriñando y utilizando la palabra de Dios, se vuelve más sensible a sus dictados y es capaz de ir descubriendo, sin otra ayuda, cuáles son sus puntos flojos, débiles o enfermos.

Las Coyunturas y los Tuétanos.- ¿Qué son los tuétanos en el mundo físico? Una sustancia gelatinosa, dentro de los huesos, que reproduce la sangre. Pablo no se equivocó: la vida del cuerpo es la sangre. También dice la ciencia que la vida que hay en los tuétanos, lleva los nutrientes de una coyuntura a otra para el crecimiento y la salud de los huesos.

Cuando una coyuntura del cuerpo está dislocada, se empiezan a secar los tuétanos. Esta es una tipología también, del cuerpo de Cristo. Los ministros de la iglesia de Cristo representan las coyunturas y los ligamentos, según Colosenses.

(Colosenses 2: 19)= Y no asiéndose de la cabeza, en virtud de quien todo el cuerpo, nutriéndose y uniéndose por las coyunturas y ligamentos, crece con el crecimiento que da Dios.

Entonces, cuando una coyuntura está dislocada, el tuétano, esa sustancia gelatinosa que produce la sangre y lleva la vida, comienza a secarse. Se afectan los ligamentos. Y esa parte del cuerpo queda inoperante.

El Señor ha puesto un ministerio en mis manos. Represento una coyuntura, sirvo para unir al cuerpo con lo que Dios me ha dado. Si me aíslo y trabajo pensando solamente en mí, el tuétano desaparece porque ya no hay posibilidades de lubricar coyunturas que están dislocadas. Cuestión de tiempo y será pura carne, y finalmente, caída estrepitosa.

Dios ve los pensamientos y las intenciones del corazón. Comprueba que a veces decimos algo con la boca y luego, en lo efectivo, hacemos la contraria. O tenemos algo en nuestro corazón para dar y cuando abrimos la boca, sale otra cosa.

Por eso Pablo dice en Romanos: Esta es la palabra que nosotros predicamos: que si creyéremos en nuestro corazón que Dios Padre resucitó a Jesucristo de los muertos y confesamos con nuestra boca que Jesús es el Señor, seremos salvos. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.

Tiene que ir unido lo que se cree en nuestro corazón con lo que habla nuestra boca con lo que pensamos. De otro modo, doble ánimo, doble mensaje, doble personalidad.

(Colosenses 3: 15)= Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la que asimismo fuisteis llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.

La palabra GOBIERNO, aquí, equivale a ARBITRO. Dios, a través de su Palabra, es el árbitro que puede tomar las grandes decisiones en nuestra vida. ¿Qué debemos hacer?¿Cómo lo debemos hacer?¿Cuándo lo debemos hacer? La Palabra de Dios lo decide a través del espíritu que mora en mí cuando hay armonía.

(Habacuc 1: 1)= La profecía que vio el profeta Habacuc.

(2) ¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás; y daré voces a ti a causa de la violencia, y no salvarás?

(3) ¿Por qué me haces ver iniquidad, y haces que vea molestia? Destrucción y violencia están delante de mí, y pleito y contienda se levantan.

(4) Por lo cual la ley es debilitada, y el juicio no sale según la verdad; por cuanto el impío asedia al justo, por eso sale torcida la justicia.

(Habacuc 2: 2)= Y Jehová me respondió; y dijo: escribe la visión, y declárala en tablas, para que corra el que leyere en ella.

(3) Aunque la visión tardará aun por un tiempo, más se apresura hacia el fin, y no mentirá; aunque tardare, espéralo, porque sin duda vendrá, no tardará.

(4) He aquí que aquel cuya alma no es recta, se enorgullece, mas el justo por su fe vivirá.



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