martes, 29 de marzo de 2011

Bienaventurados los que buscan justicia


Génesis 6:5-9 relata: Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón. Y dijo Jehová: Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo; pues me arrepiento de haberlos hecho. Pero Noé halló gracia ante los ojos de Jehová. Estas son las generaciones de Noé: Noé, varón justo, era perfecto en sus generaciones; con Dios caminó Noé.

La historia de Noé demuestra que Dios guarda al hombre justo y a su familia porque halla gracia delante de Él. Imagina qué grande era el dolor del corazón del Padre para decidir destruir Su creación, pero tuvo misericordia y buscó a un hombre justo con quién hacer un nuevo pacto. Por eso, al morir, todos debemos buscar a Noé y agradecerle porque a través suyo, la humanidad tuvo una nueva oportunidad.

Debes comprender que tu casa se salvará si eres justo. De la misma forma que sucedió con Noé y los suyos. No olvidemos que la justicia de los humanos provoca una cosecha de justicia divina. Nuestra obras determinan lo que recibimos y lo que heredamos a nuestra familia. Tus hijos depende de la justicia que demuestres, así como los hijos de Noé dependieron de las obras de su padre que lo hacían merecedor de la gracia de Dios. Aprende a ser una persona justa en lo que hace porque solamente de esa forma recibirá justicia. Compartir, perdonar y amar al prójimo es justo ya que todo lo hemos recibido de las manos del Señor.

Génesis 18:23-26 cuenta otra historia sobre la justicia de Dios: Y se acercó Abraham y dijo: ¿Destruirás también al justo con el impío? Quizá haya cincuenta justos dentro de la ciudad: ¿destruirás también y no perdonarás al lugar por amor a los cincuenta justos que estén dentro de él? Lejos de ti el hacer tal, que hagas morir al justo con el impío, y que sea el justo tratado como el impío; nunca tal hagas. El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo? Entonces respondió Jehová: Si hallare en Sodoma cincuenta justos dentro de la ciudad, perdonaré a todo este lugar por amor a ellos...


Abraham intercedió por Sodoma y Gomorra delante de Dios. Tuvo una conversación con Él y parece una negociación arrogante pero es el reflejo de la relación entre el Señor y un hombre que sabe de justicia y la practica. Ser justo te acerca al trono del Señor y te da poder para pedirle. En su intento por convencer a Dios de salvar la ciudad, Abraham fue bajando la cantidad de justos porque sabía que realmente no encontraría muchos. Finalmente Dios le dijo que la salvaría si encontraba 10 justos en ella, pero solamente Lot y su familia “calificaron” para ser salvos. De nuevo, la justicia ofrece salvación porque van de la mano.

Dios sostuvo Su promesa delante de Abraham, aunque después, la mujer de Lot se convirtió en estatua de sal por desobediente y voltear a ver la destrucción de la ciudad. La fuerza del justo puede mucho delante del Señor porque puede entenderse con Él, utilizando el mismo lenguaje. La justicia hace un escudo a nuestro alrededor ya que es cosecha de nuestras obras.

Lucas 19: 1-9 habla sobre el encuentro de Jesús con Zaqueo: Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad. Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico, procuraba ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura. Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí. 5 Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa. Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador. Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham.

La historia de Zaqueo habla de cómo las manifestaciones de justicia inician desde el momento cuando el Señor entra en una casa. La Palabra dice que este cobrador de impuestos se alegró cuando Jesús le dijo que llegaría a su hogar, aunque todos murmuraron, —como chismearían si ven a un Pastor entrar en la casa de algún hombre con mala fama—. La justicia empezó a operar en la vida del pecador que prometió ¡regalar la mitad de sus bienes y restituir cuatro veces más de lo que había robado! Es decir que devolvía lo que injustamente estaba reteniendo. Como si ahora un traficante o ladrón dijera que regalaría cinco de sus diez carros y daría tres de sus seis casas. Esas obras de justicia alcanzarán al hombre que las hace. Es decir, la justicia divina funcionará para el que endereza su camino como para aquellos a quienes había dañado.

Noé y Abraham salvaron a su familia por justicia. Zaqueo también habla de salvación para él y para los pobres y para quienes fueron restituidos. La justicia divina es muy poderosa.

La ofrenda del justo

Malaquías 3:2-6 aclara la función de la ofrenda del justo: ¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿o quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores. Y se sentará para afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata, y traerán a Jehová ofrenda en justicia. Y será grata a Jehová la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, y como en los años antiguos. Y vendré a vosotros para juicio; y seré pronto testigo contra los hechiceros y adúlteros, contra los que juran mentira, y los que defraudan en su salario al jornalero, a la viuda y al huérfano, y los que hacen injusticia al extranjero, no teniendo temor de mí, dice Jehová de los ejércitos. Porque yo Jehová no cambio; por esto, hijos de Jacob, no habéis sido consumidos.

La Palabra dice que Dios vendrá como fuego purificador y jabón que nos dejará limpios. Él nos afinará como plata para que seamos dignos de presentar ofrenda justa ante Su presencia. Las ofrendas son justas y nos dan poder si actuamos justamente.

Veamos varios ejemplos. Si un hombre ofrenda al Señor y es objeto de injusticia por parte de alguien que le tiene envidia o rencor, esa persona que le ha perjudicado, robándole o haciéndole daño, recibirá lo que cosechó, es decir, injusticia. Por eso, la Biblia habla de juicio para los hechiceros, adúlteros y mentirosos. Las ofrendas actúan a tu favor si eres justo.

Entonces, si tienes un trabajador al que no le has dado lo prometido, no le pagas sus comisiones y le descuentas hasta el modo de andar, ¡estás en problemas! No busques justicia porque no la encontrarás. Lo mismo se puede decir de cualquiera que se aprovecha de otro. Todos recibirán lo que por justicia han cosechado, sea bendición o dificultad. Si eres un hombre justo que ofrenda y agrada a Dios, no temas, porque nada te faltará y serás favorecido.

Malaquías 2:13-14 explica sobre los pactos y la justicia: Y esta otra vez haréis cubrir el altar de Jehová de lágrimas, de llanto, y de clamor; así que no miraré más a la ofrenda, para aceptarla con gusto de vuestra mano. Mas diréis: ¿Por qué? Porque Jehová ha atestiguado entre ti y la mujer de tu juventud, contra la cual has sido desleal, siendo ella tu compañera, y la mujer de tu pacto.

Por el contrario, Dios no aceptará tu ofrenda si no obras con justicia. La Palabra dice que rechazará a quien sea desleal con la mujer con quien hizo pacto. Los adúlteros no tienen audiencia ante el Señor que es justo y respeta el pacto hecho entre los hombres. El pecador no puede pensar que la ofrenda limpia su falta. Si estás arrepentido, puedes acercarte y honrar a Dios, pero debes enderezar tu camino y no pecar más para que la justicia obre a tu favor y te devuelva la gracia que has perdido.

Nos gusta ser beneficiados por la justicia, pero también debemos recordar que hay penalización si no respetamos nuestros pactos. Dios es justo y protege a quienes le imitan y a sus familias, pero debemos asegurarnos de realmente ser aprobados por Él en todo lo que hagamos.

Salvación hecha con justicia

Recordemos que todos fuimos pecadores dentro de Su justicia y estábamos condenados porque la paga del pecado es muerte. Había un acta que nos condenaba eternamente a la muerte, pero hubo un juicio donde el diablo presentó sus argumentos contra nosotros y el Señor no se negó a la justicia, por eso, para salvarnos, Jesús fue condenado y pagó por nosotros el precio de ser salvos.

No ganamos el cielo por nuestras buenas obras, sino por la justicia que se hizo a través de Jesús. Dale gracias por haberte justificado, entrégale tu vida para que te limpie, convirtiéndote un hombre nuevo, digno de honrarle. Prométele que harás obras justas en la tierra para cosechar Su justicia en tu vida y bendecir a tu familia.



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