domingo, 14 de marzo de 2010

¿Qué es la oración?

La oración es comunión con Dios. Es la relación más cercana e intima que se puede tener con el Creador. No se trata de juegos mágicos, leer una lista o pedir que se hagan cosas. Es una comunión. “Un abismo llama a otro” dice la Biblia en el Salmo 42:7.

En oración las profundidades de su espíritu están en comunión con las profundidades del Espíritu de Dios. De ahí puede resultar instrucción, guía, o una carga de oración por algo particular.

El apóstol Pablo dijo: “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles.” (Romanos 8:26). Hay momentos donde podemos emitir gemidos sin palabras porque no sabemos cómo orar por una situación específica.

Podemos aprender mucho del Padre Nuestro, un modelo de oración (ver Mateo 6:9-13). Si vamos a estructurar la oración, lo primero es reconocer a Quien le estamos hablando: a Dios, nuestro Padre. Debemos incluir adoración, “santificado sea tu nombre”. Debemos glorificar y adorar su nombre, su mismo ser.

Debemos estar pensando en la extensión de su reino. Debemos pedir que los seres humanos le conozcan y se sometan a Él. “Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”. Aparte de Dios mismo, lo más importante en la oración es la extensión del reino de Dios.

Luego de esto, le pedimos a Dios nuestro pan diario, lo que sea que necesitemos para sacar adelante su trabajo. Puede ser dinero, un auto, comida, ropa, una casa o un presupuesto de $20 millones de dólares para una organización cristiana. Puede ser dinero para alimentar a los pobres. Puede ser un sin fin de cosas. Le pedimos que nos de día a día lo que sea suficiente para nosotros. Esta es la parte de solicitud en la oración. Hasta el momento se divide en 1° adoración, 2° intercesión por otros y 3° petición al pedir que se satisfagan nuestras necesidades.

Finalmente, buscamos la protección de Dios, que no seamos guiados a la tentación y que Dios nos guarde de lo maligno. Le pedimos que nos mantenga en su camino, para que podamos ser cubiertos por su poder y unción, y no ser susceptibles a las influencias de Satanás.

Debemos recordar que la oración está arraigada al perdón. “Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores”. La relación del pueblo de Dios a Él se da por medio de un perdón continuo. Si vamos a ver milagros en nuestras vidas, debemos estar dispuestos a perdonar a otras personas, de igual forma que Dios está dispuesto a perdonarnos a nosotros.



Los cristianos deben siempre estar con una actitud de comunión con Dios. La oración puede darse en cualquier circunstancia (lea Salmos 4:4; 5:3, Daniel 6:10, Hechos 21:5, 1° Tesalonicenses 5:17). En mi caso, mientras se dan eventos, me puedo encontrar a mí mismo hablando con Él, queriendo saber algo, pidiendo consejo, un favor o una bendición. La vida cristiana debe estar llena de oración. Además, debemos apartar tiempos específicos, al menos una vez al día para orar y leer la Biblia.

Mientras leemos las Escrituras, debemos orar, adorar a Dios, hablarle sobre nuestras necesidades y escuchar sus respuestas. Este debe ser un momento de comunicación entre dos espíritus que marca las pautas de cada día.



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