domingo, 14 de marzo de 2010

Filipinas: exmusulman lleva la Palabra de Dios a los huérfanos


Al sur de las Filipinas, un exmusulman que entregó su vida a Cristo ahora está alcanzando a sus antiguos camaradas. El está educando a los hijos de insurgentes musulmanes con la esperanza de romper el ciclo de violencia que existe en su sociedad.

Brenda aún vive con el dolor de haber perdido a sus padres. Ella y sus hermanos quedaron huérfanos luego que mataron a su padre y su madre los abandonó hace cuatro años. “Todavía recuerdo cuán difícil fue para mí y mis hermanos. No sabíamos donde buscar ayuda. Si no nos hubiera ayudado la gente aquí, no hubiéramos podido sobrevivir e ir a la escuela”.

Brenda y sus hermanos están entre las muchas víctimas de la constante enemistad entre familias de tribus musulmanas en la isla de mindanao, al sur de Filipinas.

Hace sólo tres meses, una fuerte rivalidad política entre dos clanes, apoyada por ejércitos privados, llevó a la horrible matanza de 57 personas, 34 de los cuales eran periodistas.

Los analistas políticos dicen que la indiferencia del gobierno hacia la violencia entre musulmanes hace que la gente tome la justicia en sus manos. Al crecer, los huérfanos se vengan del asesinato de sus padres.

Esa fue la experiencia de Bienvenido Mansumayan. El odiaba a los cristianos que mataron a sus parientes, eso cambió cuando un amigo le habló de Jesús. “Mi corazón que estaba tan duro, se ablandó. Al principio mi clan no podía aceptarme porque me aparté del islam”.

Pero Dios bendijo al pastor Bienvenido. Tras recibir su doctorado en teología y educación cristiana, su familia lo respetó por su ejemplo. Por fe, él y su esposa fundaron la academia de esperanza Shekinah para proveer educación gratis a huérfanos y niños de tribus indígenas.

La escuela especial y única, porque los estudiantes que vienen son huérfanos, víctimas de masacres e hijos de los musulmanes que causan esa violencia. Aunque hayan tenido un pasado difícil, aquí se les da la oportunidad de recibir una buena educación para que puedan tener un futuro mejor.


“Mi mejor contribución es educar a los hijos de los parientes insurgentes que tengo. Invitamos a los padres que vengan el domingo, compartimos con ellos la fe y la bondad del Señor”, explica el pastor Bienvenido.

Brenda y sus hermanos viven en el internado de la escuela junto con diez huerfanos más.

“Estamos contentos aquí. Aunque mi madre me abandonó, yo sé que el Señor me cuidará porque Jesucristo es mi Salvador. Quiero ser una maestra para poder volver a mi pueblo y enseñar la palabra de Dios a mi familia porque nunca han escuchado de Dios. Quiero que sepan que Dios es real”, dice Brenda.

Aunque sea improbable que el gane un premio nobel, el pastor Bienvenido está poniendo de su parte para traer paz a Mindanao un niño huérfano a la vez.


Fuente: cbn.com



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