miércoles, 20 de julio de 2011

La armonía entre creyentes

Un obrero cristiano comenzó a trabajar con otros cristianos pensando que no tendría los mismos conflictos que había tenido con gente inconversa. Sin embargo, pronto se desilusionó. Muchas de las características que había observado en los inconversos eran manifiestas en sus compañeros cristianos.

Aun para los cristianos, la armonía interpersonal no viene fácilmente. Cada miembro del Cuerpo de Cristo debe luchar constantemente contra los deseos egoístas que son productos de la naturaleza humana. Los creyentes deben reconocer que son incapaces de vivir en armonía unos con otros. Sin embargo, cuando Cristo es el Señor de estas situaciones, la armonía no sólo es posible, sino llega a ser la norma por la cual los creyentes se conocen.

Comentario Bíblico

I. Amanse los unos a los otros Juan 13:34,35; 1 Juan 3:11,14

A. Un nuevo énfasis en el amor divino

El mandamiento de amar no fue totalmente nuevo. La ley estableció que un judío debía amar a su prójimo como a sí mismo (Levítico 19:18). El creyente debe amar a su prójimo (toda persona), pero también debe tenor en mayor interés y amor sincero por otros creyentes. Jesús hizo más que cumplir la ley del Antiguo Testamento. El no sólo amó a su prójimo como a sí mismo, sino que lo amó aun más que a su propia vida. Dio sor vida por cada pecador. En Juan 13:34, el mandamiento que "os améis unos a otros" fue nuevo en que la nueva norma era más alta. Ahora dice, "como yo os he amado", no como "te amas a ti mismo".

El amor que se demuestra según esta norma más alta, prueba al mundo que el creyente es un verdadero discípulo de Jesucristo. El mundo conoce el amor de una madre por su hijo, el amor de un esposo por su esposa, el amor de un patriota a su patria, pero cada uno de estos, por admirable que sea, puede ser egoísta. Pero las demostraciones de amor que le cuestan algo al que las da sin esperar nada a cambio (un verdadero sacrificio), sobresalen porque vienen de un amor especial y divino.

Jesús dio el nuevo mandamiento con el propósito de que el amor abnegado y sacrificado sea lo que distingue a todos sus verdaderos seguidores (Juan 13:35). Así como ellos se aman unos a otros, hasta dar sus propias vidas, se reconocen como discípulos de Aquel que dio su vida en rescate por todos.

B. Clave para una vida abundante

"Amémonos unos a otros" es el mensaje que los cristianos han escuchado desde el primer día que entraron en el Reino de Dios ("desde el principio", 1 Juan 3:11). "Sed benignos» y "Amémonos unos a otros" (Efesios 4:32; 1 Juan 3:11) son versículos que los niños aprenden desde pequeños. Y aunque los cristianos definen el amor de una manera diferente a como el mundo lo hace, puede ser fácil decir tales palabras sin que realmente signifiquen una diferencia en las relaciones que tenemos con otros cristianos. Podemos hablar del amor, y todavía enojarnos con otros creyentes que no ven las cosas como nosotros.

Pregunta: ¿Qué quiso decir Juan cuando dijo que el creyente que no ama a su hermano como Cristo amó a la iglesia "permanece en muerte" (1 Juan 3:14)?

Los creyentes no deben buscar sólo "sentirse" salvos, sino que deben procurar que sus vidas muestren la clase de amor que, según las Escrituras, es la evidencia de una genuina salvación. Juan afirma que hemos pasado de muerte a vida si amamos a los hermanos.

Si no amamos a otros creyentes, permanecemos esclavos o muertos espiritualmente. Sin amor, que es el fruto de la salvación, no hemos entrado en la vida que llena y satisface. Eso parece un mensaje duro, pero es lo que dice la Palabra de Dios. El amor no sólo es un buen sentimiento que tenemos por otros creyentes. A veces significa sacrificar derechos y privilegios personales por el beneficio de otros. El amor es la llave que abre la puerta a una nueva vida.

II. Ministrando unos a otros Romanos 12:9, 10,13; 1 Pedro 4:8-10

A. El amor: ¿falso o verdadero?

Pregunta: ¿Cómo puede uno saber si el amor de una persona es sincero o no?

"El amor sea sin fingimiento" (v. 9), les dijo Pablo a los romanos. En los versículos siguientes se nos explica cómo demostrar ese amor.

Por supuesto que no podemos tomar una cinta de medir para ver si estamos demostrando el amor de Cristo a los demás. Si vemos la lista de características que Pablo compartió con los romanos, no debiéramos estar satisfechos a menos que cada día procuremos cumplir con cada una bajo la dirección y con la ayuda del Espíritu Santo. Sólo el amor verdadero que viene de Cristo y es inspirado por El puede revelar que el amor del mundo es falso y no puede satisfacer.

B. El ministerio del amor...

En 1 Pedro 4:8-10, Pedro animó a los creyentes a demostrar amor hacia otros activamente. El amor no es verdadero hasta que ministre a otros. Debemos amar como Cristo nos amó a nosotros y murió por nuestros pecados. Su gran obra por la humanidad fue una gran labor de amor y ministerio. "Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos" (Marcos 10:45). Ese es el ejemplo para nuestro amor.

El amor cubre una multitud de pecados (1 Pedro 4:8). No ignora el pecado; más bien ve las faltas de otros. Pero este mismo amor no mantiene una actitud de crítica. No condena a otros cuando cometen un error. A veces, a un hermano débil en la fe se le acusa de tener malos motivos. "Él quiere tomar el poder en sus manos" o "él me molesta intencionalmente". El amor dice: "Él está tratando de hacer lo mejor posible, pero realmente no sabe lo que es mejor." El amor también puede decir: "Él no quiso ser abusivo, sólo estaba tratando de usar un poco de humor pero le salió mal." El amor busca lo mejor en todos, aun cuando la razón humana sugiere los peores motivos. En verdad cubre una multitud de pecados.

El amor es acogedor, y lo hace voluntaria y generosamente. El ser acogedor es más que invitar a los vecinos o amigos a una cena. Ser verdaderamente acogedor es extender una invitación al forastero y al pobre que no pueden devolver el favor. El amor da abnegadamente, así como Cristo cuando dio su vida por nosotros sin esperar que le devolviéramos el favor. Si el amor se da de mala gana, entonces no es sincero. Ese amor es hipócrita, si es que puede llamarse amor.

El amor que demostramos a otros es un reflejo de lo que Cristo nos ha dado a nosotros (versículo 10). El ministerio es servir y ayudar a otros. Cada creyente puede haber recibido uno o muchos dones que pueden usarse para edificar y bendecir a otros. "Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros" (versículo 10). Cualesquiera que sean los dones que la gracia de Dios le ha dado, el creyente debe depender de los recursos y la provisión de Dios para ministrar a otros. Los dones no son para ganancia o gloria personal, sino para edificar el Cuerpo de Cristo en un espíritu de amor.

El amor ministra a otros de acuerdo con "la multiforme gracia" (versículo 10). ¿Qué es "multiforme gracia"? Algunos piensan que "multiforme" significa muchos o multiplicado. Pero como se usa aquí, no se refiere a cantidad o calidad. Más bien es "diversidad". La gracia de Dios, cuando es ministrada a otros por medio de los dones de Dios, es diversa y multifacética. El Espíritu dice por medio de Pedro: "Sean buenos administradores de la gracia y los dones que Dios les ha dado. Permitan que Dios use sus vidas para ministrar a otros por medio de sus dones, y así muestren a otros los muchos aspectos de la maravillosa gracia de Dios. Cuando el amor sincero motiva estos ministerios, no hay límite de lo que Dios puede hacer por medio de nosotros.

III. Vivan en paz Efesios 4:26-31

A: Aborrezcan lo malo

Efesios 4:26-31 describe una serie de actitudes y acciones que no deben caracterizar a un creyente. El versículo 26 recalca una emoción que, aunque no es pecado en sí, puede llevar al creyente a pecar. El creyente debe tener mucho cuidado con cómo usa el enojo.

Pregunta: Si tenemos que esperar hasta que se ponga el sol sobre nuestro enojo, ¿cuánto tiempo tendrán que esperar para deshacerse de su enojo las personas que viven donde el sol no se pone por meses enteros?

Aunque esta pregunta suena un poco rara, debemos buscar la enseñanza fundamental tras las palabras literales del versículo 26. En vez de pensar sobre cuánto tiempo podemos permanecer enojados sin desobedecer las Escrituras, debemos hacer todo lo posible por deshacernos del enojo. Debemos cumplir con esto por nuestro propio bien más que por el beneficio de la persona o cosa con que nos enojamos. El enojo, cuando no tiene ningún control, puede contaminar todo el sistema de uno.

La primera parte del versículo dice que el enojo en sí no es malo. Hay ciertas cosas con las cuales podemos permanecer airados después de que se pone el sol. Son las mismas cosas con las que podemos estar airados sin pecar: la hipocresía, deshonestidad, inmoralidad, las malas acciones, el pecado, etc. Podemos enojarnos contra el pecado, pero no debemos dejar que nuestro celo se degenere y nos haga odiar al pecador. Jesús estaba enojado contra la hipocresía de los fariseos; sin embargo, Él los amó tanto que dio su vida para que ellos pudieran ser salvos si clamaban a Él.

A veces es difícil saber la diferencia entre el enojo que es apropiado y el que es pecado. Si hay rastro de malicia o amargura en el enojo, se vuelve pecado. Debe ser tratado inmediatamente, sin esperar que el sol se ponga.

El versículo 27 identifica al enojo con el desarrollo del pecado. El enojo es muy peligroso, porque muchas veces le da "lugar al diablo" en nuestra vida. El fundamento para la paz en todas nuestras relaciones se pone cuando nosotros prevenimos que Satanás no tome la oportunidad de obrar sus artimañas en nuestra vida.

Los versículos 28-31 amplían más la escena para advertirnos contra toda conducta que Satanás promoverá en la vida de un individuo. El cristiano no debe hurtar (v.28) ni decir palabras corrompidas (v.29). El creyente no debe hacer nada para contristar al Espíritu de Dios (v.30), y esta declaración va seguida de una lista entera de pecados específicos (v.31).

B. Sigan lo bueno

Pregunta: ¿Qué es lo que sobresale en Efesios 4:32?

Mientras que los versículos anteriores incluían una acción distinta que se debe seguir, el mayor énfasis de los versículos 26-31 parece ser evitar el pecado. El versículo 32, sin embargo, cambia completamente a lo positivo. Pablo no quería presentar una lista de pecados que hay que evitar. Probablemente nadie vendría a Cristo si un creyente se concretara a anunciar todas las clases de pecado que evita. En cambio, las personas son atraídas a Cristo cuando los cristianos ponen el amor de Dios en acción.

Hacer algo amable no es lo mismo que ser amable. Darle dinero a un mendigo es un acto de bondad, pero puede ser motivado por un sentido de culpabilidad, para aparentar, el orgullo, o para ocultar su propio sentido de opulencia. Preguntarle al mendigo de qué tiene necesidad y darle a sí mismo a través del regalo material es el acto de bondad que importa más.

La bondad que Dios desea viene de un corazón misericordioso y perdonador. Esto es algo que se ve muy poco hoy día. Ya que el hogar, la escuela, el lugar de trabajo y aun la Iglesia se están convergiendo en lugares de conflicto, hace falta gente misericordiosa y amable. Conforme los cristianos cultivan en sí mismos corazones benignos, misericordiosos y perdonadores, pueden deshacerse del conflicto e introducir la paz de Cristo en donde viven y trabajan.

Aplicación

Podemos acusar a una iglesia de ser carnal; podemos dar ejemplos de conducta que carece de amor entre creyentes. Pero al final de cuentas, nuestra atención debe enfocarse en nosotros mismos. Al no demostrar el amor de Cristo hacia otros, nos volvemos tan culpables como los demás a quienes estamos culpando. Cuando nosotros como individuos empezamos a cambiar, la Iglesia puede ser todo lo que Dios quiere que sea.

Nosotros no somos capaces de amar así como Cristo nos amó primero. Para poder amar con ese amor abnegado y sacrificado que Cristo tuvo por nosotros cuando fue a la cruz, necesitamos la ayuda del Espíritu Santo. El primer fruto del Espíritu que se menciona en Gálatas 5:22 es el amor. Algunos comentaristas creen que las últimas ocho partes del fruto del Espíritu son simplemente términos que ayudan a definir lo que es el amor genuino. En otras palabras, el fruto del Espíritu es amor. Punto y se acabó. Y si quiere saber si tiene amor, fíjese si tiene lo siguiente: gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza.

Finalmente, ¿tiene un corazón que desea ministrar a otros? ¿Sinceramente quiere servir a otros más que a sí mismo? Esa es la obra del Espíritu Santo. Puede vivir en armonía con todos los hijos de Dios.



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