El apóstol Pablo no tenía ninguna incertidumbre acerca del futuro. Él abrigaba una esperanza firme y eterna. Tampoco tenía dudas con relación al evangelio. El propósito de Dios en el evangelio era restaurar todo lo que la humanidad había perdido r la caída de Adán en el huerto del— Edén.
El evangelio nos enseña que por cuanto Jesús murió en la cruz del Calvario y pagó con su vida el precio de nuestra redención, nosotros disfrutaremos la restauración de lo que el hombre perdió, y mucho más. Como hijos de Dios, redimidos por la sangre de Cristo, nosotros disfrutamos ahora de una comunión con Dios más profunda que la que experimentó Adán antes de su caída, cuando caminaba con Dios en el huerto en el frescor del día.
La gracia de Dios, su favor inmerecido, es tan grande que aun nos proporcionará un mejor cuerpo que el de Adán antes de la caída. Cuando Cristo venga, nuestro cuerpo será resucitado y transformado para levantarnos e ir a encontrarnos con el Señor. Nuestro cuerpo será inmortal, incorruptible, para nunca más ser destruido por la muerte o la descomposición.
De la misma manera que Abraham esperaba una ciudad con fundamento, nosotros esperamos la llegada de la Nueva Jerusalén. Ese lugar que Dios ha preparado para nosotros es un mejor sido para vivir por la eternidad que el huerto en que vivió Adán. Lo que la gracia de Dios proporciona
Exposición Bíblica
I Confianza absoluta en Cristo (2 Corintios 5:1-10)
A. Un mejor cuerpo,
Después de hacer hincapié en que todas nuestras circunstancias presentes y visibles son temporales y pasajeras, Pablo hace mención de algo que constantemente manifiesta debilidad, dolor y muchas limitaciones: nuestro cuerpo presente.
Pregunta: ¿Por qué razón el apóstol se refiere al cuerpo humano aquí como un tabernáculo?
El cuerpo es solamente una habitación temporal de la personalidad humana. Dios ha preparado algo mejor para los creyentes. Él ha preparado un cuerpo nuevo, completamente distinto del que fue creado en el huerto. Nuestro nuevo cuerpo, a diferencia del actual, será eterno e incorruptible, y nunca será contaminado por el pecado, la corrupción ni la muerte. Será un cuerpo hecho para vivir en gloria por la eternidad.
Enseñanza práctica
Cuando nosotros hablamos de una casa inmediatamente pensamos en un edificio construido sobre fuertes cimientos hundidos a cierta profundidad en la tierra y sustentado por columnas y paredes de madera o concreto. En cambio, los orientales cuando hablaban de casa o morada solamente podían pensar en tiendas o tabernáculos levantados en ciertos sitios en el desierto, sobre la arena y sostenidos por cuerdas atadas a estacas. La ocupación más común en el oriente era el cuidado de rebaños. Para esto las familias iban de un lugar a otro cuidando su ganado por donde hubiera pasto. De ahí que su morada era temporal. Debido a esta movilización constante, la tienda o el tabernáculo que se usaba para vivienda se convirtió en un símbolo muy adecuado de la fragilidad y brevedad de la vida humana (Isaías 88:12).
Pregunta: ¿Por qué gemía el apóstol Pablo?
Es muy probable que sus sufrimientos y los males que aquejaban su cuerpo hacían que él gimiera y deseara ser revestido "de aquella nuestra habitación celestial" (versículo 2) y recibir su cuerpo transformado (1 Corintios 15:51, 52; Romanos 8:20-28).
Pablo no daba la impresión de estar deseando que la muerte destruyera su cuerpo presente. Él más bien tenía la esperanza de no ser despojado del mismo, sino tener la dicha de ser revestido del cuerpo celestial con el cual vestirá Dios a todos los que son suyos a la venida de su Hijo. En otras palabras, a Pablo le hubiera gustado seguir viviendo hasta el momento del rapto de la iglesia. En realidad esta experiencia de no morir sino ser transformados para ir a encontrarse con el Señor en el aire será maravillosa para los que todavía estén viviendo en el cuerpo.
Por lo tanto, nos parece que Pablo estaba en contra de esa idea de que Dios liberaría al espíritu del cuerpo para que aquél quedara desnudo. Lo que él creía era que Dios nos ha creado en tal forma que necesitemos de un cuerpo para la plena expresión de nuestro ser. Por eso es que a los que hayan muerto se les dará cuerpos glorificados, y a los que estén vivos se les transformará permitiendo que el nuevo cuerpo, el celestial, absorba al terrenal.
Pregunta: ¿Qué garantía nos ha dado Dios para asegurarnos que tiene todo esto preparado para nosotros?
Él nos ha dado la plenitud pentecostal del Espíritu Santo, no sólo en el derramamiento inicial a la hora del bautismo de acuerdo con lo que leemos en Hechos 2:4, sino también a través de una vida llena del Espíritu con la manifestación de su poder y sus dones. La Biblia se refiere a este hecho como "las arras del Espíritu", o un anticipo de las bendiciones que habremos disfrutar a plenitud en la vida venidera. En Romanos 8:23 se le llama "primicias del Espíritu", porque nos es dada esta plenitud espiritual mientras esperamos la adopción (la entrada final a participar de nuestros privilegios y la herencia que nos corresponden como hijos de Dios), dentro de lo cual está incluida la redención de nuestro cuerpo a la venida del Señor Jesús. (Compárese esto con 1 Juan 3:2 y Romanos 8:11.)
Pregunta: ¿Tenía Pablo alguna seguridad de que viviría en este mundo hasta el momento de la resurrección de las cristianas o el rapto de la iglesia?
Él deseaba que llegara ese día. Mientras permanecía en el cuerpo físico se encontraba ausente del Señor en el sentido de que no podía ver a Jesús con sus ojos materiales. Como el resto de los cristianos, Pablo vivía por fe, no por vista. Es cierto que se mantenía en contacto con el Señor, pero al mismo tiempo se sentía como si estuviese en un país extraño.
Pregunta ¿Qué efecto tuvo en la vida y ministerio de Pablo este intenso deseo que él sentía de estar presente con el Señor?
Esto le ayudaba a tener confianza en el Señor y sentir valor al enfrentarse a la oposición de arte de los enemigos del evangelio. & sabía que eran muchos los que deseaban matarlo. Pero nada de esto podía asustarlo o hacerlo desistir de su intensa tarea de proclamar el mensaje del evangelio. Parte del valor con el que actuaba provenía del hecho de que él hubiera preferido partir de este cuerpo para estar delante del Señor.
¡Qué actitud más maravillosa la de Pablo! A él realmente no le importaba ya seguir viviendo o morir. Todo lo que le interesaba era ser verdaderamente agradable a su Maestro y Señor. Ya él les había escrito a los filipenses en los siguientes términos: "En nada seré avergonzado; antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será magnificado Cristo en mi cuerpo, o por vida o por muerte. Porque .para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia" (Filipenses 1:20, 21). Eso quería decir que si la vida significa Cristo, la muerte sólo puede significar el ganar más de Cristo.
B. El tribunal de Cristo
Pregunta: ¿Qué más le daba a Pablo el incentivo de vivir solamente para agradar al Señor?
Él sabía que se aproximaba el día en que tal grado de fidelidad recibiría la debida recompensa, porque todos los cristianos debemos comparecer ante el tribunal de Cristo.
Pregunta: ¿Sentía temor el apóstol Pablo por el hecho de tener que comparecer ante el tribunal de Cristo?
La Biblia enseña que el juicio por los dos de los que han creído en Jesús fue ejecutado en la cruz del Calvario y que toda ofensa ha quedado totalmente perdonada y olvidada por parte de Dios. Por lo tanto, este tribunal de Cristo al que se refiere el apóstol aquí no puede ser otra cosa que el momento en el cual el Señor dará la recompensa merecida a cada uno de los cristianos. Por eso él vivía deseando que llegara ese momento. En las Escrituras también encontramos indicaciones claras de que el tribunal de Cristo se reunirá antes del milenio, mientras que el juicio del gran trono blanco, el cual se desarrollará para determinar el castigo de los malvados no se realizará sino hasta después de que los mil años del glorioso remo de Cristo se hayan cumplido (Apocalipsis 20:5, 11).
II. El amor de Cristo constriñe al creyente (2 Corintios 5:11-15)
A. Un orgullo razonable
Pregunta: ¿Era el temor el motivo principal de Pablo para la predicación del evangelio?
La expresión "el temor del Señor" puede entenderse aquí de dos maneras. Por una parte bien puede referirse al hecho de que Pablo luchaba por persuadir a los hombres para que creyeran en el evangelio, en vista de la proximidad del juicio de los creyentes en el cual se repartirán las recompensas a los que hubieran trabajado por el Señor, en lo cual él no quería quedarse atrás. Por otro lado también puede interpretarse como la convicción que tenía el apóstol acerca de la realidad de que los pecadores que rechacen a Cristo tendrán que enfrentarse al terrible juicio de condenación.
Pero a la vez debemos admitir que la palabra "temor" usada aquí es la misma que aparece en muchos otros lugares en la Biblia para referirse a la reverencia que se debe tributar al Señor.
Enseñanza práctica
Notemos los siguientes ejemplos en los que se usa la palabra "temor" en referencia a la reverencia que se debe a Dios. Job dice que "el temor del Señor es la sabiduría" (28:28). Moisés escribió al pueblo de Israel lo siguiente: "¿Qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que temas a Jehová tu Dios?" (Deuteronomio 10:12). El escritor de Proverbios dice que "el principio de la sabiduría es el temor de Jehová" (1:7; 9:10) y, "con el temor de Jehová los hombres se apartan del mal" (16:6).
Este no es un temor nacido de cobardía, ni puede calificarse como miedo. El temor al que se hace referencia aquí es la reverencia que cualquier individuo siente ante lo sagrado. El salmista dijo que "el temor Jehová es puro".
Ya dijimos anteriormente que Pablo reconocía que Dios obra en los cristianos, preparándolos para recibir nuevos cuerpos y para una gloriosa resurrección. Luego el apóstol da a entender que a raíz de su gratitud por lo que Dios estaba haciendo en su vida él se esforzaba en persuadir insistentemente a los hombres para que buscaran al Señor. En él no había ni sombra de miedo porque sabía que era bien conocido delante de Dios y también en la conciencia de los hombres. Él estaba seguro de la clase de mensaje que proclamaba y de la clase de vida que vivía. Sin embargo, nada de eso era utilizado por él m verbalmente ni por escrito para recomendarse a sí mismo. Por el contrario, lo que anhelaba era que los creyentes tuvieran razón para sentirse orgullosos de la clase de ministerio que él desempeñaba. Sólo así estarían capacitados para dar respuesta a los enemigos de Pablo los cuales solamente se interesaban en las cosas exteriores, como la circuncisión, sin importarles que su corazón no fuera recto delante de Dios.
B. El amor de Cristo
Pregunta: ¿En qué forma parecía Pablo estar fuera de sí en algunas ocasiones?
Es probable que él se refiriera aquí a la manera en que arriesgaba su vida por proclamar el mensaje del evangelio. Pero todo lo hacía en la voluntad de Dios, impulsado por el poder del Espíritu Santo. En cuanto a la gente, Palo estaba en su juicio cabal, con una honda preocupación por ellos y anhelando que todos recibieran las mejores bendiciones que Dios les ofrecía.
Pregunta: ¿Qué cosa lo mantenía bajo control o en equilibrio, y a la vez lo impulsaba a seguir adelante?
El amor de Cristo era la gran fuerza motivadora de su vida y ministerio. No se trataba solamente de su amor hacia Cristo, sino del mismo amor del Señor, el amor que Cristo manifestó en el Calvario, el amor que nos impartió y sigue impartiendo, el amor que es el fruto principal del Espíritu Santo.
Pregunta: ¿A qué conclusión se llega en la Palabra de Dios en cuanto al hecho de que Cristo murió por todos?
El apóstol escribe aquí que "si uno murió por todos, luego todos murieron" (versículo 14). Es decir, de una manera u otra todos estamos involucrados en la muerte de Cristo. La Biblia declara enfáticamente que la paga del pecado es la muerte (Romanos 6:28). También asegura que los dos pueden ocasionar la muerte Romanos 1:82). Por otra parte se señala en las Escrituras que el ser carnal o tener una mente carnal es en sí la muerte espiritual porque la mente carnal es enemistad con Dios (Romanos 8:6, 7). También leemos que el que no ama a su hermano está muerto (1 Juan 3:14). De manera que el pecador se encuentra en un estado de muerte. Al llevar nuestros pecados, Cristo se identificó con nuestro estado.
Pero Jesús resucitó triunfante de entre los muertos. Nosotros pasamos de muerte a vida por la fe en el Señor (Juan 5:24). De esta manera todos nosotros participamos en su victoria sobre la muerte y por ello hemos entrado a un nuevo estado de vida.
Pregunta: ¿Qué responsabilidades nos son impuestas como resultado de este nuevo estado de vida?
De aquí en adelante nosotros ya no vivimos para nosotros mismos. Por el contrario, debemos vivir consagrados a la causa de Aquel que murió en nuestro lugar y resucitó victorioso de entre los muertos.
III. Embajadores de reconciliación (2 Corintios 5:16-21)
A. Una creación nueva
Por cuanto ahora estamos viviendo en un nuevo estado de vida, Pablo no fundamenta sus relaciones personales ni su manera de pensar en cosas externas. Es decir que él ya no juzgaba a los demás desde un punto de vista meramente humano o según las normas del mundo. Hubo un tiempo en que aun a Cristo juzgaba de esa manera, pero desde el momento en que encontró la nueva vida en Cristo todo en él cambió, hasta su manera de pensar.
Pregunta: ¿Cuál es el propósito de Dios en reconciliarnos consigo mismo?
Todos los que están en Cristo son una nueva creación, ya que a todo su ser le ha sido comunicada la vida de Cristo Jesús. Las cosas viejas, las costumbres y modales de la antigua manera de vivir han pasado, han llegado a su final. Todas las cosas han sido hechas nuevas porque ahora nuestra vida se encuentra en perfecta comunión con Dios. Todo esto puede ser realizado solamente porque Dios ha hecho desaparecer todas barreras que había entre el hombre y Él. De esa manera Dios nos reconcilió consigo mismo por medio del Señor Jesucristo.
B. El ministerio de la reconciliación
Pregunta: ¿Cuál es el propósito de Dios al reconciliarnos con Él?
Él nos ha encomendado el ministerio de la reconciliación. Es decir, el Señor nos ha responsabilizado para que vayamos a todo ser humano y le llevemos las buenas nuevas de reconciliación. El mensaje del evangelio declara a los hombres que Dios está reconciliando a los que crean en Él por medio de Jesús, a fin de tener comunión con ellos. Los beneficios que hemos recibido de Dios no los podemos guardar egoístamente sólo para nosotros, sino que tenemos que compartirlos con otros.
Pregunta: ¿En qué sentido Dios no toma "en cuenta a los hombres sus pecados"?
Por cuanto Cristo pagó el precio para rescatarnos de nuestros pecados, estos ya no son una barrera entre nosotros y nuestro Dios. Tomemos en cuenta que nuestra función como embajadores de la reconciliación no consiste en suplicarle a Dios que se reconcilie con el hombre. Esto ya está hecho. Más bien, como embajadores de Cristo nuestra misión consiste en exhortar e implorar a los hombres para que se reconcilien con Dios. "Al que no conoció pecado, por nosotros (Dios) lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos lechos justicia de Dios en él" (versículo 21). Cristo llevó en sí mismo nuestros pecados cuando dio su vida para salvarnos en la cruz del Calvario. Ahora nosotros, por medio de su sacrificio hemos llegado a recibir su perfecta justicia. De manera que podemos decir que así como Cristo se identificó con nosotros al morir en nuestro lugar, nosotros podemos también identificarnos con Él en su justicia, la cual resplandece mucho más ahora que Él ha sido resucitado de entre los muertos.
Pregunta: ¿Por qué a muchos les resulta difícil responder al llamado del evangelio?
Las únicas paredes que separan al hombre de Dios son las que el pecador ha edificado. Sin embargo, Dios quiere usarnos para ir al mundo con este mensaje de reconciliación. El Espíritu Santo hace uso de la Palabra de Dios para derribar las barreras de separación.
Enseñanza práctica Constantemente nos damos cuenta de la ineficacia de los hombres por reconciliar a las familias, los grupos y las naciones. A veces hasta es necesario poner fuerzas neutrales para vigilar ambos lados y evitar más confrontaciones, pero casi siempre las fuerzas de "paz' lo son solamente de nombre.
Pablo nos da un cuadro claro del ministerio de reconciliación. "Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo." Sólo Dios puede realizar esta reconciliación. Pero no debemos olvidar que uno de los propósitos de Dios al reconciliamos con Él es que nosotros sirvamos como embajadores para negociar, aconsejar y medrar para .que otros también puedan ser reconciliados con el Señor. El elemento de pago, rescate y negociación para la reconciliación es el sacrificio de Cristo en la cruz. ¡Qué privilegio Dios nos da al designamos como sus embajadores de reconciliación para atraer a los humanos hacia Él por medio de Cristo!
miércoles, 20 de julio de 2011
El Ministerio de la Reconciliación
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