miércoles, 15 de septiembre de 2010

Las señales de los ultimos tiempos

Las Plagas del Fin

Se contaminan las aguas de los ríos y los mares de la tierra; se contaminan la tierra y la vegetación se está destruyendo. Mueren los animales y las especies del mar se están extinguiendo. Hasta los mismos hombres mueren, no sólo por las guerras, sino por las epidemias, el hambre, la sequía y la escasez de todo.

Esta terrible lista de catástrofes parece salir de las páginas de un diario de cualquier parte del mundo o de alguna revista ecológica que esté alertando a la humanidad sobre la destrucción de la Tierra. Sin embargo esta cantidad de plagas, así mencionadas por nombre, procede nada menos que del libro de Apocalipsis, de la Biblia.

Tradicionalmente las iglesias de Cristo no interpretan literalmente las profecías del Apocalipsis, ya que es un libro muy simbólico. Sin embargo en el presente artículo vamos a hacer una excepción, que tiene como objeto mostrar la asombrosa semejanza que presentan las plagas del libro de Apocalipsis con los desastres principalmente ecologicos de los cuales somos testigos en nuestra actual generación. Un cumplimiento literal de las profecías bíblicas ciertamente constituye un llamado a la reflexión sobre el derrotero que está tomando el hombre y una apelación a la conciencia humana sobre el peligro de la destrucción del mundo a causa de la irresponsabilidad moral de las razas que habitan toda la Tierra...

El Mar se Convierte en Sangre

Parecería increíble que el mar se pudiera convertir en sangre, pero así lo dice específicamente en Apocalipsis 8.8, que "la tercera parte del mar" se convierte en sangre. Sin embargo en tiempos recientes se ha descubierto un fenómeno alarmante en los mares llamado "marea roja". En 1988 se detectó en el sur de Escandinavia una gran masa de algas que se duplicaba cada 20 horas y llegó a ser una inmensa frazada de cerca de 50 kilómetros de extensión y 12 metros de espesor. La paga causó la muerte de varias toneladas de peces. Desde luego que la marea roja no es "sangre", pero es interesante la semejanza.

¿Qué es una "marea roja"? Las investigaciones sobre el fenómeno indican que son colonias marinas de plantas microscópicas llamadas filoplacton que se han formado por siglos, únicamente que en tiempos recientes han sufrido mutaciones pue las vuelven peligrosas. Las mareas rojas se están detectando en otras partes del Planeta, lo cual ha puesto en estado de alerta a los países que tienen costas. Pero como un mal conduce a otro mal, esta plaga es consecuencia, según sospechan los científicos, de la contaminación de las aguas. La multiplicación excesiva de las algas se debe entonces al aumento de las cantidades de nitratos y fosfatos que se vierten a los ríos y los mares. Se considera que también los fertilizantes de los campos que pasan a los ríos y el fenómeno "lluvia ácida" están relacionados con el desarrollo de las mareas rojas.

Se Extinguen las Especies del Mar

Vimos anteriormente que toneladas de peces mueren a consecuencia de la plaga llamada "marea roja", cuya formación procede de los desechos que el hombre tira al mar. En Apocalipsis 8.9 dice que "murió la tercera parte de los seres vivientes que estaban en el mar". Los ecologistas nos están advirtiendo hasta el cansancio acerca del peligro de la contaminación de los mares, que a su vez está produciendo la extinción de varias especies de animales marinos y peces. El mismo capítulo 8, en el versículo 11 dice que una estrella llamada Ajenjo cae sobre el mar, y las aguas se hacen amargas. Datos recientes indican que la contaminación de los mares se debe a que los seres humanos han vertido a las aguas cerca de 20,000 millones de toneladas de desperdicios, que incluyen desde latas de alimentos hasta basura atómica, químicos raros, y desde metales pesados hasta excremento humano.

A consecuencia de la contaminación del agua (un mal que lleva a otro mal), cada año mueren 25,000,000 de animales. No hace mucho tiempo el mundo se quedó asombrado por los reportes televisivos que mostraban terribles escenas de extensas alfombras formadas por miles de peces muertos prácticamente calcinados por las "mareas negras". A consecuencia de la contaminación por millones de toneladas de desperdicios, sólo en el Mar del Norte, para el caso, ya han desaparecido especies como el salmón, esturión, ostras y rayas. Los sobrevivientes sufren deformaciones del esqueleto y tumores. Los mares, entonces, no son inextinguibles cono antes se pensaba.

Se Destruye la Tierra y la Vegetación

El texto de Apocalipsis 8.7 dice que al tocar el primer ángel la trompeta cayó granizo y fuego sobre la tierra, "y la tercera parte de los árboles se quemó, y se quemó toda la hierba verde". Las estadísticas indican que en los últimos años la deforestación ha avanzado tanto que ya se han quemado más de 36,000 kilómetros cuadrados de bosques y selvas. La quema masiva de bosques y selvas es un fenómeno alarmante para nuestros días. A esto hay que agregar la tala de bosques que muy pronto dejará sin áreas verdes al planeta. Se calcula que ya se ha destruido como la mitad de las selvas tropicales del mundo, y los busques desaparecen a un ritmo de 20 hectáreas por minuto. En su afán por dominar la naturaleza, el hombre extermina diariamente 160 especies de plantas y animales.

Con la destrucción de la vegetación también vienen otras calamidades. Al no haber vegetación no hay lluvia y la tierra se seca; nace el desierto y comienza a avanzar. Hay áreas del mundo, como en Etiopía, donde el desierto ha avanzado tanto que poblaciones enteras se han visto forzadas a emigrar a otras regiones. Los desiertos traen consigo otras plagas de la escasez, el hambre y la sed. Al morir la tierra, muere también la gente. No sólo los seres que habitan los mares están pereciendo. También los habitantes de la tierra están muriendo a consecuencia del aumento progresivo de éstas y otras plagas (que no hemos mencionado).

La Destrucción por las Guerras

Ya hemos indicado que los habitantes de la tierra se destruyen por las diversas plagas que azotan al mundo. Si la guerra se considera como una "plaga" - y en efecto así parece que lo es, ya que el diccionario define a la plaga como una "calamidad grande que ocurre a un pueblo", entonces la guerra es otro gran mal que diezma a los habitantes de la tierra. El hombre ha estado plagado de guerras desde el principio de la humanidad. Un suizo de nombre Jean Jacques calculó que desde hace 5,560 años de la historia ha habido 14,513 guerras, pereciendo en las mismas 5,600,000,000 hombres. Quiere decir que desde los albores del mundo han muerto 75 hombres por hora a consecuencia de las guerras. Sin embargo no es sino hasta el presente siglo que las guerras han causado muertes que se cuentan por millones en sólo unas cuantas décadas.

El texto de Apocalipsis 6.4 dice que "salió otro caballo, bermejo; y al que lo montaba le fue dado poder de quitar de la tierra la paz, y que se matasen unos a otros; y se le dio una gran espada". Es interesante observar que el caballo del segundo sello de Apocalipsis es rojo (bermejo), lo cual corresponde a la sangre. Y como todo el caballo es rojo, entonces se trata del derramamiento masivo de sangre o sea la intensificación de las guerras que son representadas en este sello. En nuestros tiempos esto parece tener un cumplimiento literal, pues en los últimos 45 años ha habido más de 25 millones de muertos por conflictos bélicos, y más de 40 países se han involucrado en estas guerras. Otra observación interesante es que en el cuarto sello (Apocalipsis 6.8), que también habla de la destrucción de la humanidad, la guerra aparece en el primer lugar de la lista de calamidades que trae el caballo amarillo.

El Sol se Oscurece y Quema

Parece paradójico que se diga que el sol se oscurece y luego que quema. Sin embargo ambos fenómenos del sol aparecen en las profecías del Apocalipsis para hablar de dos plagas. Los textos son Apocalipsis 8.12 y 16.8,9. Vamos a considerar este último que dice que el cuarto ángel derrama su copa sobre el sol - y los hombres se queman con el gran calor. Indudablemente esta plaga alude al calentamiento excesivo de la atmósfera y a la incidencia directa de los rayos solares sobre los seres humanos. Es bien sabido que, debido a la apertura de la capa de ozono que cubre la tierra, los rayos del sol entran a la atmósfera terrestre con más intensidad y sin filtrarse. A consecuencia de esto los hombres están sufriendo quemaduras identificadas como el cáncer de la piel. También se anticipan casos de ceguera a causa de no haber filtro de los rayos ultravioleta que proceden del sol.

La segunda plaga está conectada con el sol también. El texto del capítulo 8, versículo 12 dice que cuando el tercer ángel toca la trompeta, el sol es herido, y a consecuencia de eso hubo oscuridad en la tierra. Como vimos en el párrafo anterior, la temperatura de la Tierra aumenta y esto produce el fenómeno que los ecologistas llaman "efecto invernadero". El fenómeno es ocasionado por las emisiones tóxicas (de fábricas y automóviles) que se elevan a la atmósfera, se mezclan con el aire, produciendo humo obscurecer. Por el aumento de la temperatura de la atmósfera y la corteza terrestre también hay más vaporización de agua, y más formación de nubes que oscurecen la Tierra. Otra consecuencia de este fenómeno son las "lluvias ácidas" que ocurren cuando se mezclan las emisiones tóxicas con el oxígeno atmosférico y esto cae sobre la gente, la cual puede sufrir de muerte prematura como consecuencia.

El Significado de las Plagas

La ecología trata de la interrelación entre los seres vivos (plantas y animales) en su ambiente, apuntando al ideal de que haya armonía entre todo lo que existe. Al romperse el equilibrio de la interrelación, se quebranta el principio de orden que fue puesto por Dios a la creación. La destrucción del globo terrestre es una consecuencia del rompimiento del equilibrio ecológico. La destrucción de la naturaleza es un proceso inverso de la creación. Y aunque las catástrofes que vienen a la humanidad parece que proceden de Dios, según el Apocalipsis, en realidad son producto de la ambición y la maldad del hombre. Pero así es el lenguaje de la Biblia. Una ilustración de esto se ve en Mateo 6.13 que dice: "Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal". En realidad no es Dios quien lo mete a uno en tentación. Es el hombre mismo.

Las profecías de las plagas del Apocalipsis nos ponen en alerta en cuanto al peligro futuro. Las catástrofes mundiales irán en aumento, y la gente desfallecerá a consecuencia de los tiempos difíciles. ¿Cómo vamos a reaccionar nosotros ante las pruebas y las tribulaciones venideras? ¿Reaccionaremos como la gente mundana, los hombres de Apoc. 16.9, que "se quemaron con el gran calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria"? En realidad Dios permite que estas grandes calamidades vengan a la humanidad como una oportunidad de arrepentirse de la maldad. Las plagas del Apocalipsis - en su máxima intensidad - serán el último llamado antes de la consumación de todo, el fin del mundo, el juicio para "destruir a los que destruyen la tierra" (Apocalipsis 11.18).


Parte II

La Señal de Jonás

"La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás. Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches" (Mateo 12.39-40).

Es indudable que hubo varios personajes prominentes del Antiguo Testamento que fueron tipos de Jesucristo. Entre estos tenemos figuras importantes como José, Moisés y David. Se dice que fueron tipos de Cristo por su carácter o por las cosas que hicieron en anticipación de la obra del Mesías. Pedro citó a Moisés, quien ciertamente sabía que Dios levantaría un Profeta (Jesús) como él (Hechos 3.22-23). Sin embargo Jesucristo mismo hizo referencia sólo a un profeta del Antiguo Testamento, el cual serviría como señal de su manifestación. Se trata del profeta Jonás.

Los judíos demandaban de Jesús una señal. Querían estar seguros de que él era el Mesías - aunque tal exigencia parecía ser más la satisfacción de una curiosidad insana, pues en realidad la mayoría de escribas y fariseos no tenían ningún deseo de aceptar a aquel Jesús de Nazaret como el Mesías esperado. Por eso Jesucristo, conociendo la incredulidad de esa "generación mala y adúltera", dijo que no les daría una seña, "sino la señal del profeta Jonás". Sin embargo por lo que vino después, se ve que los judíos no entendieron la señal de Jonás, o sea que no la vieron relacionada con Jesús.

Los judíos esperaban una señal que se acomodara a las expectativas particulares que ellos tenían acerca del Mesías. Esperaban a un Mesías que acaudillara la causa política en favor de los intereses de Israel. Esperaban un héroe que arribara triunfante a Jerusalén sentado sobre un corcel, después de haber derrotado a las naciones enemigas que habían atormentado a Israel. (El hecho que Jesús entrara a Jerusalén montado sobre una asna o un pollino (Mateo 21.1-9) es una paradoja, como algo que contradecía las expectativas mesiánicas que tenían los judíos.) Querían verlo reinar sobre un trono sublime, el trono mismo de Dios en Jerusalén, el regidor del mundo terrenal.

Desde luego que Jesús no se ajustaba a ninguna de las expectativas teológicas producidas por la mente judía, y por eso mismo fue rechazado. La idea preconcebida del Mesías que ellos tenían no concordaba con el Jesús de Nazaret que veían cada día, a pesar de los milagros que hacía y de la gran influencia que tenía sobre las multitudes. Para ellos las obras maravillosas de Jesús no iban más allá que lo que habían hecho los profetas anteriores. Cualquier profeta podía repetir lo que él hacía. Para ellos sin embargo, el Mesías tenía que ser alguien definitivamente superior a lo que estaban viendo en Jesús.

En vista de la actitud de los judíos, Jesús decidió no darles ninguna señal, sino la "señal de Jonás". ¿Cuál era entonces la "señal de Jonás"? ¿En qué consistía? Jesús mismo responde que se trataba de la experiencia del profeta. "Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches" (Mateo 13.40).

Es indudable que la experiencia de Jonás entró en oídos sordos de los escribas y fariseos. ¿Qué tenía que ver la extraña experiencia de Jonás de ser tragado por un gran pez con la misión que ellos esperaban del Mesías? Aquello parecía ridículo. ¿Acaso este Jesús esperaba ser tragado por un monstruo marino? Los judíos, pues, no entendieron la señal de Jonás. El mensaje de Jesús no tuvo en ellos ningún impacto. (La tendencia a interpretar literalmente las palabras de Jesús se ve en Juan 6.30,51.52.)

Los judíos no esperaban una salvación espiritual como la que traía el Señor Jesucristo. Esto fue su fracaso. Esperaban más bien una liberación material, una liberación de la opresión política y económica, una restauración de los derechos religiosos y sociales (que se habían perdido bajo el mandato gentil). Por eso el mensaje de la crucifixión, la sepultura por tres días y la resurrección no llenaba las necesidades apremiantes del pueblo judío. El evangelio fue causa de tropiezo para ellos. Su ceguera ante la señal de Jonás fue su perdición definitiva.

Sin embargo este error es continuamente repetido aún en nuestros tiempos. Hay mucha gente religiosa que tropieza en la misma piedra que tropezaron los judíos del tiempo de Jesús. Principalmente entre los círculos premilenialistas existe esta tendencia a esperar la manifestación física, terrenal del reinado mesiánico. Y al igual que los judíos de antaño, tienden a interpretar literalmente el concepto del reino. Miran la necesidad de un Mesías que reine desde Jerusalén, que destruya a las naciones enemigas, que restaure el dominio a Israel, y que traiga paz al mundo entero.

Aunque todo lo anterior es una expectativa muy hermosa, es equivocada porque espera de Cristo algo diferente de lo que él ofrece. La salvación espiritual eterna del hombre no requiere ningún reino milenial terrenal. Jesucristo dejó muy claro desde el principio que su reino no es de este mundo (Juan 18.36). Si su interés hubiera sido terrenal, Jesús se hubiera quedado como rey desde un principio, y las delineaciones de un reinado terrenal se hubieran presentado claramente a partir del primer siglo.

Pero fue todo lo contrario, después de su resurrección, Jesús ascendió a los cielos para reinar, pero junto al Padre, en un trono espiritual. En Hechos 2.30 Pedro cita el juramento de Dios a David, que de su descendencia había de levantar al Cristo para que se sentase en su trono. Luego dice que Dios resucitó a Cristo de la tumba para exaltarlo hasta la diestra del Padre (Hechos 2.32,33). Hebreos 8.1 y 10.12 presentan a Cristo ya sentado a la diestra de Dios. Y si bien es cierto que Dios ha prometido que todas las cosas han de quedar sujetas al Hijo, hay que recordar que el Hijo no se moverá de su trono sino hasta que el Padre ponga a todos sus enemigos como estrado de sus pies (Hechos 2.34,35). Cristo no vendrá otra vez, no bajará de su trono en el cielo, sino hasta que se realice la unificación de todas las cosas del universo. Pedro estaba completamente consciente de esto por inspiración divina. Mientras predica el evangelio dice que es necesario que el cielo reciba a Cristo "hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas" (Hechos 3.21).

Las señales de los tiempos siguen siendo inquietudes de la gente. En épocas de crisis aumentan las expectaciones del fin del mundo, de la segunda venida de Cristo y la instalación de un reino mesiánico aquí en la tierra. Sin embargo nosotros no debemos confundirnos ni desesperarnos. No necesitamos "señales" como las que pedían los judíos. Toda está en las manos de Dios, tanto el tiempo como el espacio. Todo está bajo control divino - y Dios ha prometido la victoria final a los santos. Todo es cosa de confiar absolutamente en lo que está bajo la plena potestad del Padre.



Parte III

Las Señales del Clima

Debemos preguntarnos más bien: ¿Qué señales de los tiempos está enviando el Señor para este siglo en que vivimos? ¿Qué parte del plan universal del reino se está cumpliendo ahora?

Al parecer en los tiempos antiguos era fácil diferenciar bien las estaciones del año. La gente podía decir perfectamente cuándo era tiempo seco, cuando era tiempo lluvioso, cuando era tiempo frío y cuando era tiempo caluroso. Sin embargo, en los años más recientes el clima ha cambiado y se está comportando en maneras extrañas. A veces hay calor y de repente hace frío. Hay tiempos prolongados de sequía y a veces hay lluvias torrenciales e imparables. Nada parece predicable del clima - y esto está desconcertando a la gente - principalmente ahora que hay una expectativa común en que las personas se preguntan: ¿Estaremos llegando al fin del mundo?

¿Cómo será el clima en el próximo siglo que se avecina pronto? En Bracknell, un centro meteorológico cerca de Londres, un grupo de expertos, partiendo de los modelos del clima actual, hicieron un simulacro de cómo serán las estaciones en el siglo XXI. Emplearon para el caso una supercomputadora Gray YM8/864. El resultado fue dramático ya que según el experimento, entre otras cosas, aumentaran las temperaturas en todo el planeta y la sequía asolará el sur de Europa y la llanura central de Estados Unidos. Habrá cambios drásticos del nivel del mar y también de los polos (Seminario "La Prensa", Dic. 11, 1994, Tegucigalpa, Honduras). En otras palabras habrá nuevos modelos climáticos que presentarán tiempos sumamente difíciles para la supervivencia sobre la tierra. En general lo más notable será el aumento de la temperatura hasta llegar a calores insoportables. La tierra estaría prácticamente quemándose. ¿No corresponderá esto a lo que finalmente ocurrirá ya que según la Biblia la tierra será destruida por fuego (2 Pedro 3.10)?

Pero, ¿qué pasaría si la tierra en vez de calentarse se enfriara? Esto sería totalmente contrario a las expectaciones de las cuales estamos hablando. Sin embargo las estadísticas nos dicen precisamente esto. El ejemplo más cercano fue el fenómeno denominado "Pequeño Período Glacial", ocurrido entre 1450 y 1850, durante el cual las temperaturas bajaron entre 1 y 2 grados C. respecto a lo normal. Se cuenta que en ese tiempo se celebraban las ferias del hielo londinenses, en las cuales la gente patinaba e incluso algunos jugaban fútbol sobre el río Támesis, en ese entonces convertido enhielo. Y así hasta los tiempos más remotos los científicos dicen que han existido grandes glaciaciones que han producido épocas muy heladas sobre el planeta.

Sin embargo, a pesar de que las bajadas drásticas de temperatura o el incremento del calor en forma excesiva presenta un gran peligro sobre el género humano - y las gentes desfallecen por el temor, es necesario aclarar que los cambios críticos del clima no están contemplados como señales inmediatas del fin del mundo. Jesucristo, en Mateo 24.1-13 dio una serie de señales que apuntaban al fin de Jerusalén y el fin del mundo, pero no incluyó "cambios de clima" como los que hemos estado considerando.

Cuando Jesucristo hablaba acerca de las "señales de los tiempos", él hizo una clara distinción entre las señales naturales (fenómenos del clima) y las señales proféticas concernientes a "los últimos días", o sea los tiempos escatológicos.

"Vinieron los fariseos y los saduceos para tentarle, y le pidieron que les mostrase señal del cielo. Mas él respondiendo, les dijo: Cuando anochece, decís: Buen tiempo: porque el cielo tiene arreboles. Y por la mañana: Hoy habrá tempestad; porque tiene arreboles el cielo nublado. ¡Hipócritas? que sabéis distinguir el aspecto del cielo, ¡mas las señales de los tiempos no podéis!" (Mateo 16.1-3).

En efecto, Jesucristo estaba indicando que los fariseos y saduceos eran buenos meteorólogos, pero no buenos intérpretes de las profecías que señalaban el cumplimiento del plan divino. En este caso Jesús se refería al cumplimiento de su propia misión mesiánica, la cual habían desconocido las autoridades judías. En el siguiente texto de Lucas 12.54-56 se observa que el Señor se refiere a la venida del reino cuando reprocha a los judíos que no sabían distinguir "este tiempo".

"Decía (Jesús) también a la multitud: Cuando veis la nube que sale del poniente, luego decís: Agua viene; y así sucede. Y cuando sopla el viento del sur, decís: Habrá calor; y lo hace. ¡Hipócritas! Sabéis distinguir el aspecto del cielo y la tierra, ¿y cómo no distinguís este tiempo?"

Los judíos estaban distraídos con muchas cosas, inclusive preocupándose por el estado del tiempo, si iba a hacer calor o lluvia. Sin embargo estaban perdiendo de vista la señal de Dios más importante de todos los tiempos, el reino de los que había llegado a ellos en Persona, su única esperanza de salvación.

Las señales de los tiempos siguen aplicando a nuestra era y más aún. Por esto mismo es muy importante que nuestros ojos no sean puestos en los cambios de los fenómenos de la naturaleza que puedan desviar nuestra mirada de las realidades espirituales más fundamentales.

Entre las señales más grandes ocurridas en el primer siglo tenemos la venida del Mesías y el establecimiento de la iglesia. ¡Una nueva nación espiritual nacía en un solo día!, como lo había anunciado el profeta Isaías (capítulo 66, versículo 8). Pero aunque el gran milagro fue que 3,000 personas fueron añadidas a la iglesia en aquel día de Pentecostés, esto era apenas el principio del plan universal de Dios, el de expandir su reino por todo el mundo.

Es indudable que las señales de los tiempos se han continuado manifestando a través de todas las épocas, de ahí que hayan surgido grandes movimientos revolucionarios de Reforma y Restauración que han afectado profundamente el desarrollo de la religión cristiana hasta nuestros días. Y más aun en años recientes hemos sido testigos de una increíble transformación religiosa de lo que antes era el gran bloque de los países socialistas, portento y paladín del ateísmo. Para el caso, sólo en Ucrania, el pasado año de 1994, en una campaña evangelística de las iglesias de Cristo se bautizaron 1,565 de una sola vez. ¿No será esto una "señal de los tiempos"? ¿Qué nos estará diciendo el Señor con estos milagros?

Quiera Dios que nosotros no vayamos a ser distraídos como aquellos judíos del tiempo de la época de Jesús, que conocían bien el estado del tiempo y lo predecían correctamente. Para las gentes de los pueblos del mundo habrá desfallecimiento a causa de los cambios drásticos de las estaciones. Sin embargo, para nosotros no importará qué condición climática nos vendrá. Podremos adaptarnos a lo que venga, sea frío o sea calor. Debemos estar seguros de que mientras el verdadero fin del mundo no sea definitivo. Dios nos mantendrá y nos sustentará - todo para que podamos cumplir sus propósitos, porque el Señor no dará fin a todas las cosas hasta que el "número de los escogidos" sea completado. Mientras tanto nuestra mirada debe estar puesta en los cielos, donde está Jesucristo a la diestra del Padre, y no en las cosas de la tierra (Colosenses 3.1,2).



Parte IV

La Señal de la Higuera

En capítulo 24 del Evangelio de Mateo es muy conocido porque habla de los eventos relacionados con el fin del mundo. Los discípulos de Jesucristo estaban muy preocupados porque el Señor había anunciado que los acontecimientos del fin estaban próximos. Los interesante del caso es que Jesús estaba hablando del fin inminente de Jerusalén; sin embargo los eventos del fin de Jerusalén aparecen mezclados con los eventos del fin del mundo. Por eso es muy importante para el intérprete de las Escrituras separar lo que pertenece al fin de Jerusalén y lo que pertenece al fin del mundo en este capítulo. Por ejemplo, cuando Jesucristo declara: "De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca" (Mateo 24.34) se refiere al tiempo de los apóstoles. De ahí que en efecto, en el año 70 Jerusalén fue totalmente destruida.

Cuando Jesucristo había dado no menos de 15 señales relacionadas con el fin, él hizo otra declaración muy importante:

"De la higuera aprended la parábola: Cuando ya su rama está tierna, y brotan las hojas, sabéis que el verano está cerca. Así también vosotros, cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas" (Mateo 24.32,33).

Ahora bien, la tendencia actual premilenialista entre los evangélicos relaciona la higuera con el pueblo de Israel. El premilenialismo asegura que como la higuera representa a Israel, sigue que cuando el actual pueblo de Israel llegara a ocupar el territorio de Palestina, entonces habría que entender que este evento correspondería al cumplimiento de la señal de la higuera. (Textos que relacionan Israel con la higuera: Jeremías 24; Joel 1.6-7; Oseas 9.10)

Pero antes de seguir adelante, hay una pregunta: ¿Por qué utilizó Jesucristo a la higuera como señal? Lo interesante de este árbol es que reverdece y da higos tempranos en primavera. Sin embargo la cosecha fuerte o siega no viene sino hasta después en tiempos del verano. Así que el verdadero significado de la señal de la higuera es que apunta hacia el verano, cuando este tiempo esté cercano. Cuando "vuestra redención está cerca" (Lucas 21.28). El verano se relaciona con las tribulaciones del fin, los tiempos más críticos de la historia humana. "Muchos tropezarán entonces" (Mat. 24.10); "el amor de muchos se enfriará" (Mat. 24.12). "Orad, pues, que vuestra huida no sea en invierno" (Mat. 24.20); "porque habrá entonces gran tribulación, cual no ha habido desde el principio del mundo hasta ahora" (Mat. 24.21). "E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor" (Mat.24.29).

"Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo ... viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y con gran gloria. Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro" (Mat. 24.30-31).

Así pues, la señal de la higuera apunta hacia el verano, las crisis y cataclismos del fin, justo antes de la siega final, cuando el Señor, en su gloriosa venida recoja por medio de sus ángeles a los escogidos de todos los ángulos de la Tierra.

Ahora bien, los premilenialistas creen que la higuera es una señal exclusiva de Israel. Sin embargo esto no es así, puesto que Israel también se ha comparado con otras plantas en las Escrituras. En el Salmo 80.8-14 tenemos una hermosa descripción poética de Israel como una viña traída de Egipto y plantada en Palestina, donde Dios la hizo prosperar hasta que se descuidó. En una de las disertaciones más profundas del apóstol Pablo (Romanos 11.17-24), tenemos que Israel es representado por el olivo real en comparación con el olivo silvestre, que son los gentiles. En el Antiguo Testamento Israel es representado por otras plantas también. En Isaías 17.4-6 Israel se presenta como espigas y olivos que producen muy poco. Lo mismo se dice en Isaías 24.13. En Jeremías 11.16,17 se dice que Dios dio nombre a Israel, llamándolo "Olivo verde, hermoso en su fruto". En Oseas 14.5,6 Israel se compara al lirio y al olivo en su gloria.

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