martes, 26 de abril de 2011

La Misericordia Obrando a Través del Amor

¡Jesús nos dijo que la medida de nuestra misericordia hacia “el más pequeño de éstos” es justamente la medida práctica de nuestro cuidado hacia Él en persona! Aleluya, ¡Él ha provisto una forma maravillosa para que nosotros le toquemos a Él, cuidándolo a Él, y mostrando nuestro profundo aprecio por Él!

La madurez de esta forma de ministerio hacia Él está evidenciada por la medida de nuestro cuidado y amor práctico hacia los pobres, hacia los creyentes débiles, hacia los discípulos fuertes, y aún hacia nuestros enemigos.

Obvio que no es necesario que yo aclare algo dicho por semejante monstruo, pero Mumford no está hablando de ninguna manera de gente que no tiene dinero, sino de gente que no tiene plenitud espiritual.

La misericordia es la evidencia y asimismo la medida del amor ágape. Por esta razón, las Escrituras nos enseñan a “amar misericordia” (Miqueas 6:8). En esta línea certera, aprenderemos que la misericordia obrando por amor requiere practicar la misericordia para que podamos asemejarnos a nuestro Padre para poder “tocar” de esta manera en forma personal a nuestro dignísimo Salvador.

Algo de esto se vivió en Argentina en la década del 90, cuando hubo indudablemente un despertamiento espiritual que llevó a muchos a una auténtica renovación, mientras que a otros sólo los llevó a cambios externos. Faltó misericordia para soportar la espera de los que venían más despacio.

¡Algunas muestras del comportamiento de los discípulos, antes que recibieran el Espíritu Santo, según se nos muestran en los evangelios, son verdaderamente piezas de colección sin precio, a la luz de lo que nos revelan!

Me imagino muchas veces lo incómodos que se habrían sentido estos hombres preciosos de Dios, en su vida apostólica y postrera, mientras reflexionaban sobre las cosas por ellos mismos planteadas acerca de su mente natural y de los planteos que hicieron a Jesús mientras Él estaba todavía con ellos.

¡Cómo le habrán extrañado después que Él retornara a su Padre en los cielos! Los dolores por las situaciones en las cuales había clara conciencia de que habían estado en falta con Jesús, sin duda les habrían tomado a medida que recordaban de qué manera había tomado a Él…

Recibir el Espíritu Santo después de la ascensión de Jesús, sin dudas que fue mucho mejor en varios aspectos (Juan 16:7), pero sabemos de que formas también ellos lamentaban y extrañaban aquellos días en que recorrían los campos con el Hijo del Hombre, “Dios con nosotros.”

En el Evangelio de Mateo se registra una situación, justo antes de la crucifixión, lo que sin lugar a dudas les debió haber dolido ahora como creyentes maduros:

“…se le acercó una mujer con un vaso de alabastro de perfume muy costoso, y lo derramó sobre la cabeza de él, que estaba sentado a la mesa. Al ver esto, los discípulos se enojaron y dijeron: -¿Para qué este desperdicio?, pues esto podía haberse vendido a buen precio y haberse dado a los pobres. Al darse cuenta Jesús, les dijo: ¿Por qué molestáis a esta mujer? Lo que ha hecho conmigo es una buena obra, porque siempre tendréis pobres con vosotros, pero a mí no siempre me tendréis, pues al derramar este perfume sobre mi cuerpo, lo ha hecho a fin de prepararme para la sepultura. Mateo 26: 7-12 RV95...

En su estado anterior, los discípulos simplemente no podían comprender Quién era el que estaba con ellos en aquellos primeros días del ministerio. No fue una coincidencia que la crucifixión de Jesús tomara lugar en la Pascua: Él era el cordero de Dios, sin mancha ni contaminación, un sacrificio perfecto, sin un solo defecto.

Es muy interesante lo que Mumford expone aquí porque es muy fácil y religioso referirse al ministerio de Jesús con la historia escrita y a la vista, pero en su momento es notorio que muchos de los que hoy lo aman lo hubieran tratado como los fariseos.

El Padre propuso que la sangre preciosa de Jesús sea derramada para que pueda aplicarse como pintando sobre los dinteles de los corazones de los hombres de la misma forma en que la sangre del cordero fuera pintada sobre cada dintel de los Hebreos en Egipto.

De la misma manera en que el ángel de la muerte pasó sobre los Israelitas, pasa la ira de Dios sobre nosotros encontrando que la sangre preciosa de Jesús está pintada alrededor de las puertas de nuestros corazones.

Somos aceptados. Jesús fue lo más precioso que Dios podía ofrecer. Ciertamente los discípulos, vieron más adelante su infinita dignidad y valor, reconocieron amargamente al decir, “Que desperdicio” recordando la forma en que Él fue preparado para el entierro allí mismo, en su misma presencia.

Debieron de haberse dicho unos a otros con una saludable dosis de humillación, “¡una prostituta lo vio a Él, y nosotros no lo pudimos ver!” Juan, el discípulo escribió mucho más tarde lo siguiente: “Mirad cual amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios…”

Luego que Jesús retornara al Padre, Juan y los otros también le vieron a Él y no hubieran considerado a ningún perfume de tantísimo valor, sobre la entera faz de la tierra tan solo para ungir Sus pies que iban a ser atravesados con clavos.

La epístola de San Pablo a los Romanos deja esto muy en claro, ya que mientras todavía éramos pecadores ingratos, los que aún no lo querían a Él, Cristo murió por los impíos (Romanos 5: 6-10)

Por tanto, mientras meditamos sobre el regalo extravagante que el Padre nos diera en la persona de Su Hijo, vemos que ésta es una pregunta válida para hacernos a nosotros mismos, “¿Hubiéramos nosotros entregado a nuestro más preciado hijo por los pecadores impíos, ingratos que no te amaron a Ti en primero lugar y aún se burlaron por el regalo de tu propio hijo después?

Esta es la clase de Padre misericordioso y amoroso que tenemos; la cruz probó Su motivación y naturaleza hacia nosotros una vez y para siempre. Mientras vemos en Jesús a quién es realmente, un giro radical ocurre en nuestra economía sobre lo que es de valor incalculable y sobre lo que es un “desperdicio”.

Ministerialmente, es muy sencillo dejarse llevar por las expresiones externas y no prestar atención a las necesidades inmediatas de la gente suponiendo que eso es una “pérdida de tiempo”. Lo cierto es que todo tiempo invertido en algo del Señor, siempre es tiempo ganado, jamás perdido.

Comenzamos en sentido figurativo, a sufrir dolores por amor a Él, a adorarlo sólo a Él. Nuestros corazones buscan las formas posibles para mostrar el valor de lo que sentimos por Él. Gracias sean dadas a Dios, que Jesús proveyó una maravillosa manera para que nosotros demostremos nuestro amor por Él, y esto es ministrándole a Él de la misma forma en que la prostituta lo hizo con su perfume.

En Mateo 25: 31-46, Jesús se describe a Sí mismo como el Rey y Juez en el fin del mundo o de los tiempos. Él separará Sus ovejas (sus seguidores) de las cabras (los que se mueven por el amor “Eros” y los que por su conducta egoísta se mantuvieron lejos de su amor y gracia):

“Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, con todos sus ángeles, se sentará en su trono glorioso. Todas las naciones se reunirán delante de él, y él separará a unos de otros, como separa el pastor las ovejas de las cabras.

Pondrá las ovejas a su derecha, y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el Rey a los que estén a su derecha: "Vengan ustedes, a quienes mi Padre ha bendecido; reciban su herencia, el reino preparado para ustedes desde la creación del mundo.

Porque tuve hambre, y ustedes me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui forastero, y me dieron alojamiento; necesité ropa, y me vistieron; estuve enfermo, y me atendieron; estuve en la cárcel, y me visitaron."

Y le contestarán los justos: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te alimentamos, o sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos como forastero y te dimos alojamiento, o necesitado de ropa y te vestimos? ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y te visitamos?"

El Rey les responderá: "Les aseguro que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño de ellos, lo hicieron por mí."Luego dirá a los que estén a su izquierda: "Apártense de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.

Porque tuve hambre, y ustedes no me dieron nada de comer; tuve sed, y no me dieron nada de beber; fui forastero, y no me dieron alojamiento; necesité ropa, y no me vistieron; estuve enfermo y en la cárcel, y no me atendieron."

Ellos también le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, o como forastero, o necesitado de ropa, o enfermo, o en la cárcel, y no te ayudamos?" Él les responderá: "Les aseguro que todo lo que no hicieron por el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron por mi. Aquéllos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.” NVI

Jesús se encarga de aclarar, en términos muy prácticos, que la presencia o ausencia del amor “Ágape” que deben expresarse en forma de misericordia, son los criterios por medio de los cuales cada hombre será juzgado.

Sí, somos salvados por fe en Jesucristo, pero sin las obras del amor "Ágape" como evidencias del llevar fruto, esa fe está muerta. “…porque habrá un juicio sin compasión para el que actúe sin compasión. ¡La compasión triunfa en el juicio! Hermanos míos, ¿de qué le sirve a uno alegar que tiene fe, si no tiene obras? ¿Acaso podrá salvarlo esa fe?

Supongamos que un hermano o una hermana no tienen con qué vestirse y carecen del alimento diario, y uno de ustedes les dice: «Que les vaya bien; abríguense y coman hasta saciarse», pero no les da lo necesario para el cuerpo. ¿De qué servirá eso? Así también la fe por sí sola, si no tiene obras, está muerta.” Santiago 2: 13-17 NVI.

La Biblia nos enseña que, si tú has nacido de nuevo verdaderamente por Cristo, como el hijo o la hija del Padre, Su ADN de misericordia debería manifestarse en tus valores y acciones porque sino tu no eres verdaderamente de su descendencia.

El Hijo de Dios llegó a ser el Hijo del Hombre, lo que quiere decir, que Él se identificó completamente con la humanidad como el nuevo Adán. Al llegar a ser un hombre, Jesús demostró Su cuidado y el gran valor que tenemos para Él. De todas maneras, ¿sabías tú que esto trabaja en los dos sentidos?

Cuando nos comprometemos y cuidamos a los seres humanos, estamos directamente cuidando y ministrándolo a Él. Jesús dijo que la medida de nuestra misericordia hacia el más pequeño de éstos, ¡es la medida de nuestro cuidado práctico para Su propia Persona! ¡Aleluya!

¡Él ha provisto una maravillosa manera para que le toquemos a Él, para que lo cuidemos a Él, para que podamos mostrar nuestra profunda apreciación por Él! La madurez en esta forma de ministerio a Él es puesta de manifiesto por la medida de nuestro cuidado práctico por los seres humanos.

Independientemente de la visión personal que sobre este punto pueda tener Bob Mumford, es más que notorio que la misericordia por el prójimo es una asignatura pendiente en la iglesia del Señor.

Quizás tiene que ver con modalidades o costumbres humanas relacionadas con el aprovechamiento oportunista de la bondad ajena en beneficio propio lo que ha llevado, a los propios hijos del Señor, a convertirse en indiferentes al dolor ajeno.

La misericordia es la evidencia y medida del amor ágape. Por esta razón, las Escrituras nos enseñan a “Amar misericordia” (Miqueas 6:8) En esta misma línea, aprenderemos que amar misericordia requiere practicar la misericordia en la escuela del Espíritu para que podamos tocar a nuestro digno Salvador en forma personal.

Si tú amas y valoras al Señor Jesús, debes permitirle que expanda tu medida. La madre Teresa fue una mujer madura en misericordia. ¿Cómo llegó allí? La madre Teresa tenía una revelación personal trasformadora de vida, a la voz de Jesús que dijo “Sed tengo” desde la cruz.

El Espíritu Santo lo hizo tan real para ella y para su propia vida; que cuidando a los más pobres de los pobres, satisfacía la sed de Cristo mismo. Este llamado a la misma persona de Cristo fue la motivación que subyacía detrás de todo lo que ella hizo, revelando así Su gloria de maneras prácticas a “los más pobres de los pobres” (el más pequeño de éstos) alrededor de todo el mundo.

Esto la motivó cada día a trabajar, de formas tales a estas “obras” llenas de fe agradándole plenamente a Él. Ustedes me han oído describir esta forma de ministerio como “aliviarle donde realmente le duele a Él”.

Entonar cantos es maravilloso; esto lo hago diariamente, pero la adoración guiada por la misericordia es mucho más profunda. Esto es hacer contacto físicamente con nuestro Salvador y de ninguna manera es un “desperdicio.”

Esto tiene total y absoluta coincidencia con lo que hemos estado enseñando y compartiendo desde muchos trabajos: la adoración no es, no tiene que ser, necesariamente, un sinónimo de una clase determinada de música, sino un estado íntimo e interior que, en ciertos casos, podría estar exento de música, porque no es esta el epicentro sino una de sus formas de expresión.

Estoy buscando diligente y fielmente, pasarte a ti lo que conozco de este ministerio de la misericordia a Jesús, pero en rigor de verdad soy simplemente un niño en el jardín de infantes de esta disciplina.

De todas formas, estoy plenamente consustanciado con esta escuela del Espíritu: practicando, creciendo, y aprendiendo cómo amar la misericordia al tiempo en que Él me entrena. ¡Le puedo asegurar, que es una verdadera escuela, con estudios intensivos, que tienen entre otras cosas, un laboratorio de trabajo, donde se nos asignan largos y difíciles trabajos prácticos, viajes a los campos laborales que están muy lejos, exámenes muy difíciles de aprobar, y más aún, exámenes más difíciles de preparar!

¡Es una experiencia que nos exige lo indecible pero el gozo que no puede expresarse verbalmente de camaradería íntima con el Maestro es también remarcablemente cierto! ¡Qué sentido de plenitud es el tener las “herramientas” con las cuales servir cabalmente a mi Salvador!

He aprendido que la misericordia del Padre tiene una profundidad, una superficie y una distancia inagotables. He aprendido que Dios, que se angustia para ser conocido a través nuestro, solamente puede revelarse a Si mismo a través de nuestra actitud de amplia apertura.

Es una situación muy incómoda, y totalmente extraña a la naturaleza “Eros” con la que hemos nacido. Las lecciones en el amor obrando a través de la misericordia a veces son muy dolorosas.

Lo que Mumford llama “naturaleza Eros”, tiene que ver con esa esencia que hoy estamos observando nítidamente dentro de nuestras congregaciones, donde el éxito personal del ministro tiene mayor relieve que las necesidades de la gente que allí se congrega.

Una de las primeras lecciones que recuerdo en la escuela de la misericordia ocurrió cuando era un misionero en Asia promediando la década de los ochenta. Ayudé a liderar un equipo itinerante de evangelización a Indonesia.

Entre los quince miembros de este equipo había un hombre joven quien a su vez pertenecía a una familia rica de Texas. Aún a los dieciocho años de edad, él estaba extremadamente acostumbrado al lujo, a la forma de salirse con la suya permanentemente, a la par de satisfacer siempre sus necesidades.

Por supuesto, ninguna de estas cosas puede ser remotamente posible en las misiones itinerantes en Asia. ¡Yo esperaba que la misericordia simplemente cuidara de la gente pobre, pero era mucho más que eso!

¡El esfuerzo de mi misericordia en ese taller del Espíritu no fue solamente hacia los pobres! Este hombre joven resistía todas nuestras metas y se quejaba por demás. ¡Su envidia contra mí se multiplicaba al punto que me desafió a una pelea a mano limpia frente a todo el equipo!

Los líderes misioneros tenían la autoridad de enviar de vuelta a una persona a su casa si ésta amenazaba con sus actitudes de dividir e inutilizar el trabajo del equipo. ¡No se imaginan las ganas que tenía de hacer eso!

¡Sabía además que estaba plenamente justificado en así hacerlo y hubiese disfrutado el apoyo de todo corazón de los otros miembros del equipo! Cuando hube de pedirle guía al Padre por este asunto, Su respuesta me sorprendió, “¿No te he mostrado misericordia a ti? Acéptalo.

Mi gracia es suficiente para ti.” El equipo perseveró, en forma paulatina la estiró hacia el hombre joven por varias semanas más. Hacia el final de nuestro viaje de tres meses, este hombre comenzó a ablandarse.

¡Aún llegó a las lágrimas agradeciéndome por “el haberlo soportado…!” Mi fiel Maestro llevó la lección aún un poco más lejos a mi hogar en mí, cuando me enteré a los pocos meses que el hombre joven fue diagnosticado con cáncer y murió.

Supe que el Señor había utilizado Su misericordia a través de nosotros para preparar a este hombre joven para llegar a Casa en paz y espiritualmente sano. ¡Cuan profundos son los pensamientos de nuestro Padre!

Tremendo testimonio es este. ¿Cuántos de nosotros hemos estado en situaciones similares a las que el autor relata aquí y hemos tomado decisiones diferentes? ¿Hemos pensado, al menos por un momento, en alguna clase de oportunidad para ese mal mirado? ¿Qué ocurrirá si esa persona tiene un final similar al de este testimonio? ¿No tendremos alguna clase de responsabilidad en el destino final eterno de ese individuo?

¡También reconozco que soy como el “Grinch” que robó la Navidad, ya que mi corazón es tres veces más pequeño de lo que debería ser! Este examen a medida de mi Padre, y de muchas otras como esta, me ha hecho rogar por esta pregunta muy profundamente dentro de mí: ¿Qué significa amar misericordia como lo hace el Padre? Evelyn Underhill provee una vista panorámica brillante de este misterio en su libro Essentials of Mysticism.

La plenitud de la vida de una persona consiste en una serie de actos de respuesta a esta Inmanente Realidad Trascendente. Porque vivimos sometidos a dos órdenes, ya que somos ciudadanos de la Eternidad y del Tiempo.

Como un péndulo, nuestra conciencia se mueve perpetuamente – o debería moverse si es saludable – entre Dios y nuestro vecino, entre este mundo y aquel. La integridad, sanidad, y equilibrio de nuestra existencia dependen enteramente sobre la perfección de nuestro ajuste a esta doble situación: sobre el permanente alternante latido de nuestra adoración externa y nuestro hamacarnos hacia “casa” con caridad.

¡La práctica de mostrar misericordia, y aceptando a otra gente, son medios por los cuales el amor trascendente de Dios que está más allá de nuestro alcance, y de nuestro entendimiento, llega a ser inmanente a nosotros; que está aquí mismo entre nosotros! Sin practicar Su amor Ágape, no puedes recibirlo plenamente. Andrew Murray confirma esta verdad en su precioso libro Absolute Surrender:

Debemos amarnos unos a otros intensamente, o el Espíritu de Dios no puede hacer su trabajo. Hablamos acerca de lastimar o apagar el Espíritu de Dios por mundanalidad y ritualismo, por formalidad, error e indiferencia; pero la situación que más apaga e inhibe el Espíritu de Dios, es ésta, el deseo de amar.

El verdadero amor (ágape) es suficientemente grande para atraer a todos los hijos de Dios, hasta los menos amables y menos dignos de amor, los que son indignos, insoportables y que permanentemente nos ponen a prueba.

Nuestros votos de absoluto sometimiento deben significar absoluto sometimiento al amor divino para que nos llene; para ser servidores por amor; para amar a cada criatura de Dios alrededor nuestro (p 91, 93).

En la escuela del Espíritu, aprendemos que la misericordia es aceptar, recibir a otros como Dios te ha aceptado y recibido a ti.

I. La Misericordia es aceptar a los más débiles y pobres.

El Buen Samaritano “sintió compasión,” ablandó su corazón, y se permitió a sí mismo cuidar del hombre azotado en el camino. Su voluntad de hacer lugar en su corazón lo guió a la acción, a una inversión en sus afectos: contacto físico (vendando sus heridas), su dinero (pagando la cuenta del hospital), “poniéndolo sobre su cabalgadura,” y su tiempo (se acercó al hombre, cuidó de él).

Fue una experiencia costosa, algo así como “derrochar” perfume carísimo, pero, realmente ¿fue un derroche? Jesús termina la parábola diciendo, que el Samaritano “demostró ser un buen vecino,” esto es, que evidenció el hecho de ser hijo, de la misericordia de Su Padre. Jesús dijo, “Ve, y haz tú lo mismo” Lucas 10:37).

De esto, reconozcámoslo, sabemos muy poco y ponemos por obra mucho menos. Es tanta nuestra desconfianza con respecto a no permitir que nos abusen que indefectiblemente nos caemos en el otro extremo: el de la indiferencia y la falta de solidaridad.

Christine Pohl escribe en su libro Making Room: Recovering Hospitality as a Christian Tradition. (Grand Rapids: Wm. B. Eerdmans Pub., 1999. p. 16):

La lista de huéspedes de Dios incluye un desconcertante número de gente pobre y quebrada, aquellos que parecen tener poco para dar en cualquier reunión excepto sus necesidades. La calidad distintiva de la hospitalidad Cristiana es la que ofrece una generosa bienvenida a los que son “más pequeños,” vale decir a los que nada pueden dar, sin expectativa alguna de ventaja o beneficio para el anfitrión. Tal hospitalidad que da la bienvenida a los que nada merecen, prevé asimismo a los solitarios con un hogar, y extiende una mesa para un banquete para los que tienen hambre.

Pohl aclara que la hospitalidad no es posible si aquellos que la ofrecen no están “profundamente concientes de sus propias necesidades, fragilidades, y dependencia de otros…y que no estoy aquí porque estoy ayudándoles. Estoy aquí porque nos estamos ayudando unos a otros” (Pohl, p. 72).

Pudiendo entregar mis recursos y mi propio ser, estoy ayudando a los “más pequeños” que se abran a la verdadera naturaleza ágape de su Padre, haciéndolo todo en Su nombre. Los “mas pequeños,” en turno, me están ayudando a crecer en mi propio entendimiento de las misericordias del Padre hacia mí, por lo cual sufro también para llegar a ser un hijo maduro.

Definitivamente, no es lo que podemos ver con asiduidad incluso adentro de nuestras propias organizaciones pretendidamente “cristianas”. Esos más pequeños, que en este caso son los que no aportan nada sino que lo necesitan, no sólo son marginados sino, en algunos casos puntuales que he conocido, tampoco bienvenidos.

En el poder de la revelación del reino de Jesús, los primeros cristianos adoptaron un conjunto de valores radicalmente diferentes y un orden social trascendente que les permitían compartir sus vidas y posesiones entre sí y con los pobres.

Ellos vieron algo del Padre misericordioso, generoso, aceptando formas y queriendo ser como Él, viviendo como Él, y revelándolo a Él a través de sus vidas personales y comunitarias. Funcionó; ellos funcionaron como el cuerpo vivo de Jesucristo, haciendo sus obras.

El Señor me habló hace años atrás, “¿Estás buscándome? ¿Estás buscando diligentemente Mi reino? Me encontrarás a Mí entre los pobres, con las viudas y los huérfanos. Ven, encuéntrame a Mí”. En verdad, le hemos encontrado a Él de la manera en que Él lo prometió.

Nuestras posiciones teológicas opuestas a las doctrinas clásicas del catolicismo romano, (Cosa que obviamente comparto), nos han proporcionado una visión muy singular de esto que aquí se dice y nos ha llevado al otro extremo, el de ignorar al pobre y al necesitado.

Convengamos en que es muy cierto que la prioridad de la iglesia del Señor no es la de darle de comer a los pobres en comedores masivos o comunitarios, pero nadie puede decirnos que no es conveniente hacerlo.

Por no caer en cuestiones religiosas costumbristas, hemos incursionado en el extremismo. Y un extremismo, cualquiera sea el punto ideológico conceptual, no nos olvidemos que simplemente es una sobre exageración de una verdad.

Vika, nuestra hija Ucraniana de 19 años vivió como una chica sin hogar en los mercados por muchos años hasta que nuestro Padre nos la dio como un regalo a nuestra familia. Hace poco tiempo atrás, en un restaurante con su madre y hermanas, ella luego de acomodarse la servilleta de tela sobre su falda comenzó diciendo, “Antes yo entraba a restaurantes como este, me acercaba a personas que tenían servilletas como estas y rogaba pidiendo por comida.

¡Ahora, aquí en mi lugar, sentada y con toda mi familia!” El Padre “levanta del polvo al pobre y al menesteroso alza de su miseria, para hacerlos sentar con los príncipes, con los príncipes de su pueblo" (Salmo 1123: 7-8).

Vika ahora se adaptó tanto a nosotros como una Mumford, y es muy preciosa para nosotros. Ahora ha recibido un llamado del Señor para ir a la Universidad Cristiana de Uganda para estudiar trabajo social y desarrollo comunitario y para cultivar la Casa del Padre y sus ministerios con su familia.

Ella es la hija maravillosa, una usina llena del Espíritu Santo, llena de vida con la meta de honrar al Señor a través de la misericordia. Suzanne corta su pelo tan hermoso. ¡El tesoro de esta hija ha hecho que veamos a los huérfanos de hogar y a los despreciados en una luz radicalmente distinta!

Ese es el otro punto estratégico donde, como iglesia, nos hemos quedado en deuda con toda una sociedad. Nadie nos puede enseñar y mucho menos obligar a cultivar estas prácticas de ayuda social, pero tampoco encontraremos un solo texto bíblico que no lo habilite.

Alister McGrath escribe:

Dios toma muchísimo cuidado con aquellos a quienes el mundo considera meramente como residuos a los cuales no se les presta atención. Y Dios salva a aquellos a quienes el mundo considera débiles e insensatos.

El evangelio nos invita a regocijarnos sobre el hecho que Dios nos valora y afirma en esto, al margen sin dudas de nuestros fracasos y pisadas en falso. Pera además hace más que eso. Nos pide que extendamos ese mismo calibre y calidad de afirmar el amor a aquellos a quienes el mundo considera como defectuosos y faltos de valor.

¿No es esta acaso la forma en que el amor de Dios es dado a conocer en los oscuros rincones de la tierra? (McGrath, What was God Doing on the Cross?; Zondervan Pub., 1992; pp70-71).

Esto es muy cierto. La visión que Dios tiene para con las personas que podemos considerar “importantes”, es muy distinta, por no decir totalmente opuesta, a la que podemos tener nosotros, aún con la mejor de las intenciones.

Dios le ordenó a Israel:

“Cuando en alguna de las ciudades de la tierra que el Señor tu Dios te da veas a un hermano hebreo pobre, no endurezcas tu corazón ni le cierres tu mano. Antes bien, tiéndele la mano y préstale generosamente lo que necesite.

No des cabida en tu corazón a la perversa idea de que, por acercarse el año séptimo, año del perdón de las deudas, puedes hacerle mala cara a tu hermano hebreo necesitado y no darle nada. De lo contrario, él podrá apelar al Señor contra ti, y tú resultarás convicto de pecado.

No seas mezquino sino generoso, y así el Señor tu Dios bendecirá todos tus trabajos y todo lo que emprendas. Gente pobre en esta tierra, siempre la habrá; por eso te ordeno que seas generoso con tus hermanos hebreos y con los pobres y necesitados de tu tierra.”

Leyendo el pasaje recién citado arriba, ¿no te da la impresión que Dios se anticipaba a lo miserables que somos? ¿Qué significa esto de cerrar la mano y lo de ser generoso? En nuestra lucha por extender nuestra medida, los enemigo número uno de la misericordia y la aceptación son las racionalizaciones, el espíritu de los “hermanos-mayores.”

Hábilmente nos escapamos de las demandas de la misericordia razonando desde lo profundo de nuestras almas, con pensamientos alimentados por el Eros – “Si hubiese manejado mejor su dinero no estaría en este lugar;” Si no se hubiera endeudado por ese auto grande que tiene…;” “Dándole a ella es como tirar el dinero en un agujero que tiene entrada y salida,…”

“Hay otra gente que cuidará de él…” “No soy llamado para eso;” etc. Primero, todos nosotros somos llamados para revelar la misericordia del Padre. Segundo, ¿Has olvidado tan rápidamente los incontables errores estúpidos de los cuales el Padre te ha librado, de cómo te ha sacado del fuego vez tras vez una y otra vez?

Él no nos pide que demos desinteresadamente solamente a los pobres dignos; sino a los pobres. De hecho, no hay pobres dignos; son todos pecadores como tú y yo; únicamente Jesús es digno; lo hacemos por Él.

¿Dónde estarías tú si el Padre racionalizara? Abre tu mano con generosidad y deja todos tus prejuicios sobre quién es digno ante el Padre. “Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aún estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo” (Efesios 2: 4-5).

La idiosincrasia del argentino es, mayoritariamente, la de un individuo con un alto contenido de soberbia y orgullo. Duele reconocerlo pero delante del Señor no podría decirlo de otra manera.

Entonces, para los argentinos, (Hombre o mujer, indistintamente), ser abusados de cualquier manera, más allá de lo feo que es como para cualquier persona, tiene un aditamento extra: sentirse engañado es un golpe a su egocentrismo.

De allí que, la generosidad, tal como la trata con acierto Mumford, en mi país es poco menos que improbable, ya que a lo que ya te he comentado, hay que añadirle un notorio grado de corrupción en una gran parte del liderazgo cristiano.

Fuera de la iglesia, también pulula esa corrupción. Si alguien te detiene en la calle para pedirte una moneda, muy bien podría tratarse de alguien con necesidad cierta, pero también gente que se ha organizado en grupos “profesionales de la mendicidad” que muy lejos están de ser pobres.

Todo esto, que de ninguna manera será excusa válida para no ser generoso, es una hábil estratagema del diablo que, conociendo nuestras formas de vida, nos presenta esta clase de triquiñuelas con la finalidad de evitar que cumplamos con la voluntad de Dios.

He estado estudiando la misericordia por muchos años porque es la naturaleza de mi Padre, y quiero ser como Él. Recientemente, compartí estas lecciones acumuladas en un tiempo devocional con mi esposa e hijos, dado que la misericordia es mandato en nuestra familia.

Impactó tanto a mi esposa, Suzanne, y a nuestros hijos, que sabía que el Padre estaba listo para que se los pasara a Uds., mi amada familia espiritual. Practicar la misericordia del Padre está modelando nuestras vidas a su imagen.

Mi hija Stephanie de doce años de edad, se esfuerza en prácticas obras de misericordia. Ella permanentemente cambia los pañales de los bebés abandonados en Uganda, los que nuestro Padre ha agregado a nuestro cuidado.

Stephanie los baña, limpia, cocina para ellos, y organiza nuestra gran familia manteniéndola “a flote”. Mientras abría este mundo de misericordia en las devociones familiares, el Espíritu le dio a mi hija, Jessica de catorce años de edad, este canto del Señor, la cual canta con la guitarra:

A que extensión Me permitirás amar a través de Ti;

A que extensión vas a estirar generosamente tu corazón,

Mi amor fluye hacia ustedes, Mis hijos;

Amarán la misericordia como Yo;

Amarán la misericordia por Mí.

Acordamos juntos como familia de permitir que el Espíritu Santo nos madure en la misericordia del Padre. Una forma simple donde lo practicamos en Uganda es comprando comida extra y entregándola a la gente hambrienta, también a través de la ventanilla del auto en medio del tráfico.

Dado que no es de nosotros, usamos palabras simples, “Esto es de nuestro Padre en el cielo que te ama y dio Su Hijo por ti." Intencionalmente resistimos a las racionalizaciones, razones que nos impedirían ser radicalmente generosos.

II. La misericordia es aceptar a pecadores.

He conocido mi hijo adoptivo el Ucraniano Misha, desde los trece años de edad. Cuando tenía dieciséis años de edad, cerca del tiempo en que lo recibimos del orfanato, él tuvo que escuchar a sus superiores acusándole sin misericordia en mi presencia, diciendo cosas como, “Misha es un mentiroso y un ladrón, no hace sus tareas escolares, hace trampas, fuma, y permanentemente se involucra en peleas;” y de esta forma lo expusieron sin piedad.

Lagrimas calientes corrían por el rostro de Misha porque él sabía que todo lo que decían era demasiado cierto. ¡¡Sabemos que el acusador de los hermanos es un mentiroso desvergonzado, pero también tiene el conocimiento y posesión de muchos hechos!!

Misha, por supuesto temía desde lo profundo de su corazón que yo reconsiderara la situación y le abandonara. El Espíritu del Señor vino sobre mí en ese momento. Sostuve firmemente el rostro de Misha en mis manos, pero lo que realmente ocurría era que las manos de mi Padre estaban sosteniendo poderosamente a éste ser perdido, y a éste muchacho destrozado a través de mi.

Las palabras de mi Padre vinieron a mi boca también, y mientras miraba profundamente a Misha a través de sus ojos dije, "Sé que no eres aquel de la cual hablan. Te veo a ti, Misha, mi hijo. Yo sé quien eres realmente.”

Ahora bien, la aceptación no es caminar fuera de la realidad ni tener los ojos vendados. Sin la más mínima contradicción, podemos ser tanto de mente decidida por un lado y ser de corazón tierno por el otro. La aceptación es la “perfección profética.”

La realidad no es como vemos a la gente hoy; la realidad es el hijo o la hija que nuestro Padre intenta hacer plenamente en una persona. Es como Él la ve a ella o lo ve a él. Los hijos e hijas del Padre tratan a la gente de forma tal como si todo el trabajo de Dios hubiese sido hecho en ellos, mientras el Espíritu nos lo ha mostrado a nosotros proféticamente.

¡¡La aceptación, basada sobre la perfección profética, es muy poderosa, ya que llama a otros a acercarse a Jesús con su imagen completa!! Por lo tanto ver a los incrédulos como hijos del reino es, evangelismo de intercesión, ya que los tratamos a ellos de la forma en que el Padre desea profundamente que sean - ¡¡Sus Hijos salvados!!

Excelente. Funciona sobradamente. Sé muy bien, (Todos lo sabemos), que no siempre es posible porque hay mucha gente que se empeña en agredirte e injuriarte, pero si Jesús en su carne lo logró, nosotros no tenemos excusa al menos para intentarlo.

Unos pocos años más tarde, mi hijo Misha, a través del trabajo y aceptación paciente del Padre, trabajando a través mío como mayordomo, ahora es, actualmente, de la forma en que el Padre lo vio – él es el hijo más hermoso y fiel del reino.

Él no es lo que de él decían en el orfanato, y nuestros corazones confían plenamente en él. ¡¡El corazón convertido de Misha y su genuina fe son ahora los fundamentos sobre los cuales nuestro Padre está construyendo!!

Qué gozo fue llevarlo de nuevo para visitar el orfanato para observar los comentarios de los responsables de él antes. Sus bocas quedaron abiertas mientras veían la luz de Jesús que como rayos salían de su hombre interior. Ellos distinguieron claramente esta nueva creación diciendo, "¡Éste no es Misha!"

¡Conocer realmente quién es Jesús es - verlo a Él! Aún mientras crucificaban a Jesús Él intercedió por los soldados Romanos, “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). Si llevamos esto a lo de las gotas de sangre que traspiraba, a su traición, a su abandono, siendo acusado durante toda la noche, siendo burlado, azotado, humillado, y atormentado por poderes demoníacos, aún con todo esto Jesús no pensó en Si mismo.

Cuando fue aplastado debajo de un peso indescriptible, Jesús sangraba misericordia. Conciente del inmenso enojo e ira que Dios iba a derramar sobre aquellos que lo ejecutaban. (Mateo 26:24), Jesús clamaba por perdón para los soldados ignorantes y maliciosos.

Hemos cometido el error de mistificar sobre exageradamente a Jesús. Era Dios encarnado, es verdad, pero era hombre de carne y hueso como tú y yo. ¿O luego de tu conversión no está Dios encarnado en ti también?

Llama la atención, que Su oración fue prontamente contestada. Cuando tembló la tierra a Su muerte, el centurión encargado de Su crucifixión confesó, “¡Ciertamente éste era el Hijo de Dios!” (Mateo 27:54). Cuando fue herido con la lanza, la aceptación fluía del corazón de Jesús.

Estar preocupado por soldados paganos que echaban suertes sobre Su ropa en esas horas de agonía inimaginable devela la misma esencia del Ágape, una completa ausencia de pensar en sí mismo. El Padre y el Hijo, juntos, apasionadamente aman a los pecadores, aún los feos, los asesinos, los insensibles, los revoltosos. Ellos los aceptan y los quieren.

Debemos entrar en la práctica de ver a los pecadores como Dios los ve, en la perfección profética al margen de su condición de Eros actual. En Lucas 7:39, cuando Jesús fue ungido con el perfume, los Fariseos dijeron: “Si este hombre fuera de veras un profeta, se daría cuenta que clase de persona es ésta que lo está tocando: una mujer de mala vida (literalmente una mujer inmoral)".

Los Fariseos miraban a la mujer, pero Jesús la vio a ella. Entonces les dijo una parábola preguntándole a Pedro: “Simón, tengo algo que decirte. El Fariseo contestó: Dímelo, Maestro. Jesús siguió: Dos hombres le debían dinero a un prestamista. Unos le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; Y como no le podían pagar, el prestamista les perdonó la deuda a los dos. Ahora dime, ¿cuál de estos dos le amará más? Simón le contestó: Me parece que el hombre a quien más le perdonó.

Jesús le dijo: Tienes razón,” Queriendo decir asimismo que tu economía de valores está de acuerdo con la Mía. (Lucas 7:40-43). La acusación de los fariseos contra Jesús, “amigo de los pecadores,” (Mateo 11:19) fue intencionada para ser una barrera para Él, ¡pero ha llegado a ser un estandarte de esperanza tanto para vos como para mí! Jesús los aceptó a todos; a Nicodemo el fariseo, a las prostitutas, a los recaudadores de impuestos ambiciosos, a los leprosos, etc.

En una de las que en su momento fue mi congregación local, sencillamente se le negó el ingreso a un joven por ser portador de HIV. Algunas damas temían por sus hijos pequeños, aunque conocían muy bien las únicas formas de contagio de esa patología.

Los líderes, pese a todo, se mostraron de acuerdo con la decisión. A muchos de nosotros, sin embargo, y pese a sujetarnos debidamente a la decisión pastoral, nos quedó la duda: ¿Será que deberían buscar una iglesia para enfermos de Sida?

Mi hijo y yo hicimos un viaje en balsa en el río Nilo. Nuestro balsero tenía un espíritu inmundo que se manifestaba permanentemente en comentarios que demostraban perversidad sexual. ¡Tenía ganas de tomarlo por el chaleco salvavidas y tirarlo allí mismo al agua!

Misha, quien había sido radicalmente limpio por el Espíritu Santo y que tiene una sensibilidad a flor de piel, estaba muy molesto con él. Era muy fácil perder el potencial hijo que había dentro de este balsero “perdido” y criticar su hombre exterior.

El Padre nos reveló esta lección a nosotros: ¡Cuan fácilmente los creyentes pueden caer en situaciones de mucha crítica, hacerse pasar por tener un espíritu demasiado santo y alienar asimismo a los pecadores que pueden asimismo ser entibiados a la luz de Jesús que deberíamos irradiar, si solamente le diéramos la oportunidad.

Es también cierto que la Biblia nos enseña que: “Tengan compasión de los que dudan. A unos sálvenlos sacándolos del fuego, y tengan compasión de otros, aunque cuídense de ellos y aborrezcan hasta la ropa que llevan contaminada por su mala vida” (Judas 22-23). Esto quiere decir, tengan cuidado en rescatar a los pecadores de manera tal que no empiecen a “usar” el espíritu inmundo que los viste y se manifiesta en ellos.

De todas maneras, ¿Tienes el coraje de ser amigo de ese hombre como Jesús lo es? ¿Puedes estirar la medida para sentarte con él y simplemente aceptarlo a él, aunque toda palabra que él pronuncie sea sucia? Esto es misericordia.

Ser propietarios de cierta delicadeza por causa de nuestras convicciones, es normal. Modificar esa delicadeza en selectividad, ya es otra cosa. Y mutarla en discriminación ya es indebido, aunque parezca que estamos muy bien como cristianos “limpios”.

Sabido es que a muchos hermanos en la fe les resulta muy dificultoso adaptarse a una vida plagada de anormalidades, tal como se presenta en lugares de trabajo, escuelas, etc. Pero deben saber que si Dios los puso allí es por algo y no para que muestren una boca torcida por el asco o la repulsión.

Quizás, muchos de ellos hayan estado orando y hasta ayunando para acceder a un ministerio evangelístico, y no caen en cuenta que el hecho de tener que compartir con esa clase de gente a diario, no es sino una respuesta clara de Dios a sus oraciones. ¿Adonde se supone que van a evangelizar? ¿Quizás en un ambiente lleno de evangélicos como gustarían vivir?

En la escuela de la misericordia, el espíritu nos enseña una cosa esencial: la misericordia que mostramos debe ser iniciada por Dios y debe ser elegida por Él. Dios dice: “Tendré misericordia de quien yo quiera, y tendré compasión también de quien yo quiera” (Romanos 9:15).

La misericordia no es simplemente una cuestión del alma, o una simpatía carnal iniciada por nosotros, por el contrario, nosotros somos un simple conducto de la compasión del Padre, haciéndolo pues en la manera del Padre.

El Señor corrigió a una querida amiga nuestra pidiéndole que someta su sobrecargado don de misericordia a Él. Dios le dijo a ella: “Querida, hubieses hundido el arca de Noé.” Asombrada ella preguntó, “¿Por qué Señor?” Él respondió, “Porque tú no hubieses cerrado la puerta cuando dije que era tiempo que se cerrase.”

¡Que buen ejemplo! ¿Sabes cuanta gente así hay en el planeta? Con pretensiones de excepción si se trata de ellos, pero altamente estrictos y rígidos cuando las cosas tienen que ver con los demás.

Muy bien. A esta gente, normalmente (al menos en Argentina) y aunque jamás hayan pisado una iglesia, se les llama “religiosos”, y a sus prácticas de rigidez y supuesto respeto firme por las leyes, actitudes de “religiosidad”. ¿Significará algo esto?

III. La misericordia es aceptar a creyentes débiles.

Una niña pequeña estaba arrodillada sobre la falda de su padre diciéndole cuánto lo amaba, al tiempo que mirando por encima del hombro de su padre le hacía caras a su hermanito que estaba por allí.

La madre vio esto y le dijo: “Oye, tu, pequeña hipócrita, diciéndole a tu padre que lo amas y luego haciendo caras y sacándole la lengua a tu hermanito.” Los cristianos dicen que aman al Padre, pero no pueden aceptar y aún desprecian a sus hermanos y hermanas. ¿Cómo podemos amar a Dios nuestro Padre al que no hemos visto sino amamos a sus hijos a quienes vemos?

En los primeros siglos los cristianos tenían discusiones muy fuertes y controversias muy marcadas acerca de las comidas “impuras” y en las observancias de días “sagrados”. Quizá la comida no sea un gran tema hoy en día, aunque en las dietas judías hay una gracia especial cuando usamos algunas ropas especiales de ellos, etc.

Todavía hay problemas entre algunos también hoy en día. De todas formas, ¿puedes pensar de algunas otras “vacas sagradas” en nuestros tiempos por medio de las cuales rechazamos y condenamos a gente o les hacemos sentir cristianos de segunda clase?

Algunos de mis amigos más queridos han sido azotados por cristianos con la “vara” del divorcio. Recuerdo como pastor joven, mi padre y yo estábamos trabajando en la en la Asociación Cristiana de Jóvenes (YMCA) y hablé con mi padre acerca de un hombre joven que quería trabajar con los jóvenes de la iglesia.

Yo dije: “Tiene el corazón para ellos, Papá, pero fuma.” Mi papá, olfateando el paradigma religioso torcido bajo la cual yo estaba, me preguntó en el estilo apocalíptico de Jesús: “¿Puedes mostrarme en las escrituras en qué lugar hablan de que fumar es un pecado?”

Años más tarde, me acordé de las palabras de mi padre cuando me encontré con una mujer bastante inusual de Dios que pintaba las más asombrosas imágenes proféticas en seda. Ella lograba estos trabajos ¡bajo la inspiración de Su Espíritu con un cigarrillo en su boca!

A Dios no le interesaba un comino acerca de ella fumando y la utilizó gloriosamente. Entender la naturaleza del Eros dentro de nosotros nos abre a las palabras de Jesús: “Lo que entra por la boca del hombre no es lo que le hace impuro. Al contrario, lo que hace impuro al hombre es lo que sale de su boca” (Mateo 15:11). Pablo aborda esta tontera para nada esencial en la vida del pueblo de Dios en esos tiempos:

“Reciban al que es débil en la fe, pero no para entrar en discusiones. A algunos su fe les permite comer de todo, pero hay quienes son débiles en la fe, y sólo comen verduras. El que come de todo no debe menospreciar al que no come ciertas cosas, y el que no come de todo no debe condenar al que lo hace, pues Dios lo ha aceptado.

¿Quién eres tú para juzgar al siervo de otro? Que se mantenga en pie, o que caiga, es asunto de su propio señor. Y se mantendrá en pie, porque el Señor tiene poder para sostenerlo. Hay quien considera que un día tiene más importancia que otro, pero hay quien considera iguales todos los días.

Cada uno debe estar firme en sus propias opiniones. El que le da importancia especial a cierto día, lo hace para el Señor. El que come de todo, come para el Señor, y lo demuestra dándole gracias a Dios; y el que no come, para el Señor se abstiene, y también da gracias a Dios.

Porque ninguno de nosotros vive para sí mismo, ni tampoco muere para sí. Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos o que muramos, del Señor somos.

Para esto mismo murió Cristo, y volvió a vivir, para ser Señor tanto de los que han muerto como de los que aún viven. Tú, entonces, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú, ¿por qué lo menosprecias? ¡Todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Dios! Está escrito: «Tan cierto como que yo vivo —dice el Señor—, ante mí se doblará toda rodilla y toda lengua confesará a Dios.»

Así que cada uno de nosotros tendrá que dar cuentas de sí a Dios. Por tanto, dejemos de juzgarnos unos a otros. Más bien, propónganse no poner tropiezos ni obstáculos al hermano. Yo, de mi parte, estoy plenamente convencido en el Señor Jesús de que no hay nada impuro en sí mismo.

Si algo es impuro, lo es solamente para quien así lo considera. Ahora bien, si tu hermano se angustia por causa de lo que comes, ya no te comportas con amor. No destruyas, por causa de la comida, al hermano por quien Cristo murió.

En una palabra, no den lugar a que se hable mal del bien que ustedes practican, porque el reino de Dios no es cuestión de comidas o bebidas sino de justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo. El que de esta manera sirve a Cristo, agrada a Dios y es aprobado por sus semejantes.

Por lo tanto, esforcémonos por promover todo lo que conduzca a la paz y a la mutua edificación. No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. Todo alimento es puro; lo malo es hacer tropezar a otros por lo que uno come.

Más vale no comer carne ni beber vino, ni hacer nada que haga caer a tu hermano. Así que la convicción que tengas tú al respecto, mantenla como algo entre Dios y tú. Dichoso aquel a quien su conciencia no lo acusa por lo que hace.

Pero el que tiene dudas en cuanto a lo que come, se condena; porque no lo hace por convicción. Y todo lo que no se hace por convicción es pecado. Los fuertes en la fe debemos apoyar a los débiles, en vez de hacer lo que nos agrada” (Romanos 14:1-15:1).

Aún los creyentes probados y los no convencionales entre nosotros estaríamos asombrados si el Espíritu expusiera nuestros torcidos juicios de valor, nuestros paradigmas religiosos, y orgullosos juicios que subsisten en la profundidad de nuestro ser.

El tema del divorcio ha sido, en algunas ciertas y determinadas denominaciones, un factor de verdaderos homicidios espirituales. Si esos hermanos entendieran que, al rechazar a alguien que tiene el corazón tan puro y recto como el que tenía David, pese a su pecado con Betsabé, lo sacan del camino en el cual el propio Espíritu Santo lo había colocado, simplemente porque está divorciado, se pondrían a temblar porque el pecado de ellos, es mucho más grande y de dudosa comprensión por parte de Dios que el que se arrogan juzgar.

Hay un extenso trabajo en esta Web sobre este asunto en las Producciones Especiales bajo el título de “¿Hasta que la Muerte nos Separe?”.

Nuestras retorcidas interpretaciones nos causan el “agrandar las pequeñas cosas”. “Gracias sean dadas a Dios, ¡Su misericordia y paciencia nos cubren aún en esto!” Hay un tesoro precioso del reino lo recibí de mi padre, que literalmente utilizo y me guía cada día es este diagrama Triangular.

Nuestra tentación en relaciones humanas con amigos, enemigos, cónyuges, trabajadores, niños y niñas, etc., es movernos por la línea inferior, la que es horizontal en este triángulo a través de la manipulación, control, intimidación, y coerción.

Tratamos de hacer que los demás hagan lo que pensamos que deben hacer a través de muchas formas habilidosas, los que incluyen el poder financiero, el control emocional o coerción sexual, y siempre encontrando aliados para estas actitudes, bloqueando, e insistiendo, y si alguna de ellas falla, podemos contar con la confianza que nos da la culpa.

A este tema lo hemos estado observando muy ampliamente en otros estudios de nuestra Web. Podemos denominarlo así, tal como se lo hace aquí y no estará equivocado, pero también podemos decir que es sencillamente hechicería y tampoco nos equivocaremos.

Muchos de nosotros nos volvemos bastante sofisticados en este arte oculto, pero eventualmente alienamos a todos en el proceso. De todas formas, hay un camino mejor. Vayan al lado izquierdo del triángulo derramando su corazón ante el Dios vivo en fe; confía y permítele a Él hacer lo que Él piensa es necesario hacer en sus vidas en Su propia forma y tiempos.

Una esposa en mi iglesia se obsesionaba muchísimo con su esposo durante muchos años por que éste miraba demasiada TV., pero su adicción parecía ser más y más grande. En una oración desesperada, ella oyó la voz del Señor decirle que detenga esa obsesión pasándole todos sus deseos y frustraciones a Él.

Mordió con sus dientes fuertemente y siguió su consejo. Unas ocho semanas más tarde, personalmente fui testigo de cómo este hombre se paró en la iglesia, sin ninguna influencia de su esposa para decirnos lo siguiente: “El Señor me ha encontrado culpable de mirar demasiada TV., y me está liberando de esa adicción.” Su esposa casi se desmaya.

Aceptar a otros requiere de gran confianza en Dios. Es una estrategia de fe confiar en un Dios vivo capaz de lidiar con nuestras relaciones humanas. Tiene que ver con eso de amarse los unos a los otros suficientemente, y confiando en el Padre también lo suficiente, lo que realmente nos libera enteramente en Sus manos.

El apóstol Pablo, quien llevaba una constante preocupación por las primeras iglesias en muchas regiones del mundo, tenía que aprender su manera de subsistir a esta pesada carga. Él dijo: "Y en el Señor tenemos confianza en que ustedes hacen y seguirán haciendo lo que le hemos ordenado” (2 Tesalonicenses 3:4).

Cuídense de esa pequeña cosa llamada algo así como inocentemente la “desaprobación silenciosa”, lo cual es manipulación sin palabras. ¡La desaprobación silenciosa no es verbal, no requiere de gestos, pero habla claramente a través de una línea horizontal!

Nuestros cónyuges e hijos aprenden a detectar e interpretar nuestra desaprobación silenciosa claramente. Para evitar ser conocido como un manipulador verbal, les decimos casi de contrabando a los que amamos, "No dije nada."

Confiarle a otros al Padre no es tarea fácil. ¡Cómo nos encanta entrometernos con nuestras manos pegajosas en las vidas de otros como los ayudantes no solicitados por Dios! Una de las historias más divertidas de mi papá es sobre un hombre que era dueño de un club nudista, al que Jesús salvó portentosamente a través de la predicación de mi papá.

Dios le tocó, y su arrepentimiento era claramente muy real. Una semana más tarde este hombre volvió radiante a mi papá diciéndole: “¡Que bueno y maravilloso es Jesús; yo no sabía que esto sería tan fantástico! Te digo que, Bob, Dios se reveló muy claramente sobre mí en este punto; Él me dijo que dejara de agregarle agua a las bebidas en mi club!”

¡Los misteriosos tiempos de santificación del Padre no siempre están en nuestra zona cómoda! ¿Podemos aprender la paciencia del Padre? ¿Podemos aprender a subir el triángulo? La regla del reino es: influencie sin control.

Después de tres años de exponerse día a día a Jesús, como testigos de Sus milagros y misericordia, sorprendentemente sus discípulos continuaron discutiendo para el tiempo de la última cena acerca de cual de ellos sería el mayor.

La realidad de esta condición de los discípulos es una evidencia clara y poderosa que Jesús con todo su poder y amor magníficamente aceptó a Sus discípulos aún en su débil fe. El no trató de cambiarlos a ellos o forzarlos a una conversión prematura.

Aunque si bien es cierto que Jesús replicó a su falta de fe y los corrigió, no se la tomó con ellos; ya que ellos fueron genuinamente aceptados y amados. Jesús los confió al Padre, esperando el tiempo en que ellos serían convertidos de raíz.

Esto es estrictamente así, pero con un punto que considero clave para todo esta problemática. El modelo de los discípulos es válidos porque ellos realmente buscaban de Dios, no estaban allí por hipocresía o conveniencia humana.

Cuando esa es la esencia, sólo resta esperar en Dios que Él ilumine el interior de esa persona y ella cambie para bien. Eso es lo que siempre se aconseja en nuestras iglesias. El error, en todo caso, radica en que también se sugiere lo mismo cuando la persona ni busca de Dios ni tiene deseos de cambiar. Ir por otra cosa, sería ir en contra de una voluntad que Dios mismo ha declarado con libre albedrío.

¡Jesús siempre subió el triángulo! De la misma manera que los materiales de construcción en una casa: madera, cemento, metal, vidrio, caños, cables eléctricos, etc. Jesús simplemente les impartía a sus discípulos toda la materia prima, los preciosos recursos del reino confiando que Su Espíritu ensamblara las partes en forma correcta y en el tiempo correcto.

El Ágape del Padre es verdaderamente paciente. La estrategia de aceptación está descripta en Santiago capítulo 3 como la “gentileza de la sabiduría,” “la sabiduría que viene de arriba” del Padre. Es gentil y suave porque la sabiduría de Dios no fuerza ni “manipula” a las vidas de las personas.

“La sabiduría de arriba es primeramente pura [sin Eros], luego busca la paz [los pacificadores son hijos maduros, Mateo 5:9], muestra gentileza [sin coerción], razonable [literalmente “con la voluntad de ceder," no dogmático], lleno de misericordia y buenos frutos [evidencia clara del Espíritu], sin cambios [el Ágape nunca falla – 1º Corintios 13:8], sin hipocresía [el DNA de Cristo] cuyo fruto es la justicia la cual es sembrada en paz por aquellos que hacen la paz” (Santiago 3: 17-18).

Esta es la maravillosa sabiduría del Padre que engendra hijos e hijas desde las inclinaciones del Eros. Sin ti, se posibilita a Dios para que Él tanto aplique y cuide Su verdad. Si, el Espíritu siembra Su semilla incorruptible en otros a través del testimonio de la realidad de Su naturaleza dentro nuestro, pero luegotmor magnrencia clara y poderosa también es capaz de sobreponerse en la vida de otra persona con su propio poder y sin ninguna ayuda tuya. No “manipule” a las personas. Simplemente acepte a las personas y permita que la semilla incorruptible haga su trabajo. Esto es misericordia.

Jesús nos enseñó que los creyentes varían en producción, algunos produciendo treinta, sesenta, y cien veces mas de acuerdo a su capacidad (Marcos 4:20). Cada uno de nosotros tiene una medida de fe y habilidad diferente, pero Dios nos acepta a todos nosotros imparcialmente. No todos los discípulos son los que hacen temblar la tierra.

Real. Total y absolutamente cierto y real. Hemos sido nosotros y nuestras humanas formas de considerar las cosas, los que hemos decidido que solamente son siervos útiles aquellos que predican, sanan, liberan, pastorean o enseñan. El Reino de Dios es mucho más amplio que nuestra limitada óptica carnal.

¿Puedes aceptar la medida de fe dada a cada uno sin presionarlos a ellos para que sean como tú o avergonzarlos en tratar que hagan más de lo que está en su capacidad? Si alguno no puede manejarse en una reunión de oración que dura toda la noche, o no puede pararse al frente de la congregación para testificar, ¿podemos aceptar esto?

Si a alguno no le gusta la iglesia y sigue evadiendo nuestras invitaciones, ¿no podemos simplemente ser sus amigos fuera de la iglesia? Esto es misericordia. Dios trabaja a través de cada uno de nosotros así como somos, haciéndonos crecer en Su propio tiempo.

Mumford da en el clavo con un aspecto de nuestros comportamientos equivocado y que, no me caben dudas, ha contribuido para alejar a mucha gente del verdadero camino del Señor. No todo lo que se mueve y respira adentro de un templo es hermano; no todo lo que respira y se mueve fuera de un templo es diablo.

Dios a veces nos sorprende a través de creyentes débiles; ¡el almuerzo común de un muchacho en los tiempos de Jesús alimentó a 5000 hombres! Suba por el triángulo a Dios, si es necesario, pero déjelos solos. Como Jesús mismo dijo, “¿Por qué molestan a esta mujer? (Mateo 26:10)

Habiendo vivido mi vida entera entre comunidades Cristianas en muchas partes del mundo, he observado que muchas congregaciones, familias, y aún matrimonios llegan a ser demasiado familiares.

La atmósfera de sentirse permanentemente observado, evaluado, mirado minuciosamente, y más aún, cuando la soga al cuello nos llega a apretar tan fuerte y nos hace sentir expuestos como en una pecera.

La gente odia esto, y los niños especialmente. No es difícil entender porque la gente suele decir, “Amo a Jesús pero odio a la iglesia.” ¿Podemos ir creciendo y simplemente salir de todo esto; pero no de nuestro amor y mayordomía espiritual los unos por los otros, sino simplemente “tirándonos hacia atrás” permitiéndonos respirar libremente, para ser nosotros mismos, para practicar y cometer errores, para ser extraños, imperfectos, para vivir?

Yo, personalmente, he oído esa expresión de: “Amo a Jesús pero odio a la iglesia”. Antes me escandalizaba porque lo consideraba una blasfemia en contra de la iglesia. Hoy ya sé que esa persona no está hablando de la iglesia del Señor, sino sencillamente de uno de los templos de los hombres.

¿Podemos comenzar a aceptarnos unos a otros como el Padre nos acepta? Esto es fundamentalmente misericordia. Esta forma de vida, de subir el triángulo hacia Dios en vez de utilizar nuestros propios métodos, crea un entorno de relación donde el Espíritu puede obrar radicalmente en las vidas de cada uno, trayendo el fruto maduro que nunca podremos traer a partir de toda nuestra “manipulación” hacia y en cada uno de nosotros.

¡Sal de allí! ¡Permítele actuar a Dios! Pablo nos enseña que: “Así que, hermanos míos, les ruego por la misericordia de Dios que se presentes ustedes mismos como ofrenda viva, consagrada y agradable a Dios. Este es el verdadero culto que deben ofrecer.” (Romanos 12:1)

El entorno ancho, y libre de Su aceptación incondicional hace posible que seamos conformados a la imagen de Jesús. Los hijos e hijas del reino no pueden nacer ni crecer en un entorno marcado por las demandas y expectativas humanas.

Este es el punto. Y no se limita a los miembros rasos de una congregación, se extiende a sus líderes. Por eso, hoy, la máxima lucha no parece ser por ganar las almas perdidas, sino por ser exitosos en nuestras iglesias. Lo primero es de Dios, lo segundo es del hombre.

“Y ustedes, padres, no hagan enojar a sus hijos, sino más bien críenlos con disciplina e instrúyanlos en el amor al Señor” (Efesios 6:4). ¿Cuál es el estilo del Padre en disciplina e instrucción? ¿Cómo actúa Él como Padre?

Su paciencia, su gracia en acción, su afirmación y aceptación nos lo hacen mucho más fácil para que lo obedezcamos a Él. Sabiendo que Él es por nosotros y no en contra y que Su agenda para nosotros está abierta de par en par por Ágape, y esto va ganando nuestros corazones para que cedamos. ¿Puedes permitir que Dios haga de padre de tus hijos a través tuyo en Su estilo, con más amor y aceptación, con menos pruebas, menos molestias, y desaprobación? Esto es misericordia.

Mi hija Jessica, es en algún sentido una paradoja. Tiene abundante y hermoso pelo rojizo largo y es la modelo más elegante al ponerse maquillaje y es también una princesa que se viste de punta en blanco, ahora bien también es como un niño clásico, que le encanta rodar por el césped jugando con otros ensuciándose la ropa, las manos y la cara.

La vida en Uganda le calza tan bien; los jeeps, el barro, utilizar camuflaje, etc. Cuando ella era una niña pequeña, mi esposa y yo la vestimos con hermosos vestidos azules y con encajes. ¡Ella era nuestro solcito femenino!

¡Qué rápido vino el día cuando le molestaba usar todo eso y que la retocaran en demasía! ¡Intentar encauzar esta hija nuestra por sobre nuestro verdadero Padre que está en los cielos!, a menudo sentí que Él me consolaba diciéndome: “Acéptala simplemente.”

Ahora bien, ¡su madre y yo tuvimos que trazar una línea en forma de límite cuando ella quería sellar los desgarrones en sus pantalones vaqueros con cinta aisladora! No pongan a sus hijos a prueba, esperando de ellos lo que no tienen o desean que fueran más de lo que realmente son. Acéptalos en la fe que el Dios vivo terminará el trabajo que Él mismo comenzó en ellos a Su debido tiempo.

Este tópico sería de regodeo para cualquier terapeuta enamorado de las diferentes técnicas seculares de orientación familiar. Pero entre tanta palabrería inocua, dirían una enorme verdad: deja que tus hijos sean ellos mismos y no lo que a ti te hubiera gustado ser.

La estrategia del Padre de la aceptación ha producido las relaciones más confiables, preciosas, y fructíferas entre mi hija y yo. ¡Ella es tan tranquila! ¡Cómo me recuerda a otra persona radical, misionera pelirroja (su madre) a quien primero conocí en Hong Kong! La bondad y la aceptación han guiado a mi modelo más elegante e hija comando directamente al reino y la ha llenado con el canto del Señor.

Andrew Murray escribe en Absolute Surrender:

Cuantas veces hay comentarios duros. Cuantas veces estos son usados entre cristianos que trabajan juntos en el trabajo del Señor, críticas muy duras, juicios muy duros, opinión rápida y fácil, palabras sin amor, desprecio secreto hacia otros, condenación secreta hacia otros también.

Pero de la forma en que el amor de una madre cubre a sus niños y se goza en ellos teniendo asimismo la más tierna compasión con sus puntos débiles o fracasos, así también deberíamos ser en el corazón de cada creyente, un amor materno hacia cada hermano y hermana en Cristo. Jesús dijo: "Cómo yo los he amado, ámense unos a otros."

Total y absoluta verdad. Por eso, en este difícil tiempo de la transición, la censura, o la crítica, en todo caso, tendrá que ver con las estructuras o los sistemas religiosos, no con las personas que lo constituyen. Lo primero es una corrupción de la idea de Dios; lo segundo, apenas sus víctimas.

IV La Misericordia es aceptar a los fuertes.

No son solamente los débiles y los pobres los que necesitan aceptación, los fuertes en la fe son los blancos más utilizados sobre esta tierra, especialmente entre su propia gente. No tenemos piedad con los santos “fuertes”.

En números 12, Miriam y Aarón “hablaron en contra” de su hermano Moisés, el hombre humilde a quién Dios eligió sobre Su gente. Miriam y Aarón tropezaron seriamente ya que Moisés tomó una esposa de la tierra de Cush, lo que quiere decir Etiopía; Moisés se casó con una mujer negra. Miriam y Aarón no podían aceptar la elección de Moisés. Ellos dijeron:

“Moisés había tomado por esposa a una egipcia, así que Miriam y Aarón empezaron a murmurar contra él por causa de ella. Decían: « ¿Acaso no ha hablado el Señor con otro que no sea Moisés? ¿No nos ha hablado también a nosotros?»

Y el Señor oyó sus murmuraciones. A propósito, Moisés era muy humilde, más humilde que cualquier otro sobre la tierra. De pronto el Señor les dijo a Moisés, Aarón y Miriam: «Salgan los tres de la Tienda de reunión.»

Y los tres salieron. Entonces el Señor descendió en una columna de nube y se detuvo a la entrada de la Tienda. Llamó a Aarón y a Miriam, y cuando ambos se acercaron, el Señor les dijo: «Escuchen lo que voy a decirles: »Cuando un profeta del Señor se levanta entre ustedes, yo le hablo en visiones y me revelo a él en sueños.

Pero esto no ocurre así con mi siervo Moisés, porque en toda mi casa él es mi hombre de confianza. Con él hablo cara a cara, claramente y sin enigmas. Él contempla la imagen del Señor.
¿Cómo se atreven a murmurar contra mi siervo Moisés?»

Entonces la ira del Señor se encendió contra ellos, y el Señor se marchó. Tan pronto como la nube se apartó de la Tienda, a Miriam se le puso la piel blanca como la nieve. Cuando Aarón se volvió hacia ella, vio que tenía una enfermedad infecciosa.

Entonces le dijo a Moisés: «Te suplico, mi señor, que no nos tomes en cuenta este pecado que neciamente hemos cometido. No la dejes como un abortivo, que sale del vientre de su madre con el cuerpo medio deshecho.»

Aunque Aarón y Miriam tenían un problema serio con el casamiento Inter. Racial, Dios parece haber aceptado la elección de Moisés. Sabiendo lo que conocemos hoy en día acerca de Moisés, es probable que Dios mismo le haya puesto a esa mujer en el camino.

El orgullo racial Caucásico de Miriam ofendió al Señor, por tanto Él eligió hacerla blanca como la nieve con lepra por siete días. Demás está decir, ¡que ella fue curada tanto interna como externamente!

En lugares de misión en varios lugares de este vasto mundo creado por Dios, tanto mi esposa como yo hemos tenido el privilegio de ver a Dios unir soberanamente a la esposa y al esposo en hombres y mujeres de mucha diversidad étnica, de muchos países y nacionalidades, entre ellos a Japoneses y Australianos, Estadounidenses y de la Isla de Tonga, Africanos y Europeos, etc.

Aunque su piel fuera de diferentes colores, todos ellos y ellas eran hijos e hijas del Padre, y perfectamente compatibles y adaptables hacia el otro. ¡Nos encantaba sostener a los preciosos bebés marroncitos que Dios les daba!

En el reino de Dios, "Ya no tiene importancia ser griego o judío, el estar circuncidado o no estarlo, el ser extranjero, inculto, esclavo o libre; lo que importa es que Cristo es todo y está en todos”. (Colosenses 3: 11)

Nuestro Padre ve las cosas en forma tan diferente de lo que las vemos nosotros. “…no te fijes en su apariencia o en su elevada estatura, pues yo lo he rechazado. No se trata de lo que el hombre ve; pues el hombre se fija en las apariencias, pero yo me fijo en el corazón” (1º Samuel 16:7).

Aunque gran parte del mundo no está de acuerdo con esto, las personas del continente Africano son iguales a los Caucásicos en cada aspecto. Los creyentes mal orientados deben preguntarse de donde han salido estos modelos culturales falsos; y ¿si se resisten a la economía de los valores de Dios?

El relato de Mumford nos deja en evidencia que la discriminación racial no es un invento americano del norte, sino una expresión espiritual global que denota desprecio por lo que no forma parte del denominador considerado “común”.

Por tanto, estar en esa misma sintonía o no, será cuestión de estar espiritualmente maduro o no. Quienes han accedido a una cierta madurez espiritual, no piensan en cosas tan pequeñas, pero sí lo hacen los inmaduros. El problema radica en quienes de ellos conducen nuestras iglesias.

¿Tendrías el coraje de aprender Sus caminos, cambiando tu mente natural por la Suya, que es excelente, y espiritual? Dios nos ha agregado tanto a mi esposa como a mí a niños de raza negra, niños Africanos a quienes amamos como propios, al igual que a nuestros propios hijos Caucásicos. ¡Cuán real para nosotros es el pensamiento superior del Padre en su reino!

Una perla de mucho valor que me pasó mi papá se llama "el escándalo de la particularidad." Hay una larga historia que tiene Dios en elegir a un hombre y no a otro, una nación y no otra, un lugar y no otro, una forma de cumplir algo y no la que pareciera a simple vista más razonable para nosotros.

Podríamos decir que el escándalo de la particularidad es el M.O. (Modus Operandi) de Dios. Sus elecciones particulares fuerzan a cada ser vivo hacia un valle de decisión: a la izquierda hay una enorme piedra de tropiezo, la que está siendo escandalizada; a la derecha está la aceptación.

La mayoría de las hijas e hijos del reino que son fuertes, y relativamente maduras y maduros son gente muy excéntrica que tienen muchas habilidades excéntricas, fobias, comportamiento errático, y algunos hábitos malos.

Dios aprecia estas debilidades en nosotros, y aunque parezca mentira, demuestra Su poder a través de ellos. Estos discípulos fuertes, tal es el caso de Moisés con su esposa negra, desesperadamente necesitan aceptación, pero cuan poca misericordia reciben.

Son blancos fáciles en si mismos, parecen corderos en medio de las manadas de lobos. En nuestra experiencia, los “lobos” más hambrientos son los compañeros y las compañeras creyentes; ¡por eso es que estoy escribiendo en estas líneas!

Personalmente corroboro esto. He trabajado más de cuarenta años en el ámbito secular y he visto a compañeros de trabajo discutir y hasta pelearse por distintos motivos, pero créeme que no he visto en esas reyertas la crueldad y encarnizamiento que he podido observar entre cristianos en disputa.

Los discípulos fuertes también hacer elecciones equivocadas, lo que nos provee magníficas oportunidades para mostrarles misericordia. ¡Cuántas veces dejamos pasar estas oportunidades y vamos con una actitud de: “tú deberías hacer las cosas de otra manera”.

Está claro, “que si uno está en pecado, debemos restaurarle en un espíritu de misericordia” (Paráfrasis de Gálatas 6:1), ¡pero esto no significa venir con ambos cargadores llenos y a los tiros! No somos abogados, levantando evidencia unos contra otros para poder probar algo.

No estamos llamados a arreglar al otro; estamos llamados a mostrar misericordia, a aceptar y comprometernos unos a otros al Padre. Influencie, pero sin controlar. ¡De cuántas maneras el enemigo se ha valido de mí para hablar tonteras, ser crítico, decir cosas destructivas durante muchos años, y para peor, contra líderes vulnerables que eran forzados a dar sus vidas en el frente de batalla!

¡Oh, esa pequeña cosa que simplemente se nos escapa de la boca! He aprendido, de acuerdo a la verdad “de la abundancia del corazón habla la boca” (Mateo 12:34), que si mi espíritu está impregnado en misericordia y hecho en la práctica de la aceptación, es mucho menos probable que seamos una fuente verbal contra productiva del enemigo, que utilice sin discreción alguna palabras críticas para desanimar a un hombre o una mujer que Dios está utilizando.

Jesús es el ejemplo más acabado del Hijo fuerte, un líder, quien fue tan pobremente aceptado. Porque Él sabía que Sus formas eran tan radicalmente diferentes que las formas de la gente guiada por su Eros, Él justo parecería y dijo, “bienaventurado es el que no halle tropiezo en mi” (Mateo 11:6).

Jesús comió con pecadores, les permitió a las que fueron prostitutas que ministraran con Él, almorzó con cobradores de impuestos, se sentó con una mujer samaritana, e hizo muchas cosas “ilegales” a propósito de los días sábado.

A todas estas irrenunciables verdades que Bob desgrana, yo simplemente le añadiría una casi humorística: en muchas congregaciones no permiten ministrar a los hombres solteros; les exigen casarse antes de hacerlo. Con estos reglamentos, ¿Hubieran dejado a Jesús sentado en los bancos?

Él fue catalogado como un borracho, un glotón, y un agente de Belcebú. Los fariseos aún lo cuestionaron a Él porque sus discípulos estaban arrancando y comiendo espigas de trigo mientras caminaban a través de los campos el día sábado, y Jesús a eso contestó:

“Por aquel tiempo pasaba Jesús por los sembrados en sábado. Sus discípulos tenían hambre, así que comenzaron a arrancar algunas espigas de trigo y comérselas. Al ver esto, los fariseos le dijeron:

¡Mira! Tus discípulos están haciendo lo que está prohibido en sábado.
Él les contestó:

¿No han leído lo que hizo David en aquella ocasión en que él y sus compañeros tuvieron hambre? Entró en la casa de Dios, y él y sus compañeros comieron los panes consagrados a Dios, lo que no se les permitía a ellos sino sólo a los sacerdotes.

¿O no han leído en la ley que los sacerdotes en el templo profanan el sábado sin incurrir en culpa? Pues yo les digo que aquí está uno más grande que el templo. Si ustedes supieran lo que significa: "Lo que pido de ustedes es misericordia y no sacrificios", no condenarían a los que no son culpables. Sepan que el Hijo del hombre es Señor del sábado.” (Mateo 12: 1-8).

Los fariseos vieron a Dios como un Juez exacto que maximizaba las cosas menores; Jesús sabía que Su Padre anhelaba en aceptar, maximizando exclusivamente los temas mayores. Las formas, elecciones, y estrategias de Jesús eran tan extrañas que Juan el Bautista, quien tenía el honor de presentarlo a Él, llegó a desilusionarse y escandalizarse tanto, que mandó a preguntarle a Jesús lo siguiente, “Eres tú el que había de venir o esperaremos a otro” (Lucas 7:19b).

Aún sus queridos amigos, María y Marta tropezaron con su elección de demorar algunos días cuando su hermano Lázaro estaba mortalmente enfermo (Juan 11). Demorando a propósito parecía ser tan indiferente y cruel. En el pueblo de Su infancia, Nazaret, Jesús no pudo hacer muchos milagros. Podemos oír el dolor en Su voz mientras Su propia gente “y se escandalizaba de Él (Mateo 13:57).

Aquellos que están más cerca de un hijo fuerte en el reino pueden ser usados superlativamente para descorazonar y mantenerle de los propósitos de Dios con su inhabilidad para aceptarle.

¡Las actividades de Jesús se aparecían como fuera de control para otros, tanto que Su propia familia creyó que estaba loco! “Luego entró en una casa, y de nuevo se aglomeró tanta gente que ni siquiera podían comer él y sus discípulos. Cuando se enteraron sus parientes, salieron a hacerse cargo de él, porque decían: «Está fuera de sí.»” (Marcos 3:20-21).

¡En aquellos días, no había “hombres en sacos blancos” o sea enfermeros, para cargarte a la ambulancia; ya que cada familia tenía que encargarse de sus propios parientes locos! ¡Sé que mi familia ha querido “agarrarme” algunas veces! La misma madre de Jesús y sus hermanos no lo podían entender a Él y por lo tanto no lo podían aceptar a Él.

En respuesta a esto, Jesús hace este planteo radical: “¿Quiénes son mi madre y mis hermanos? replicó Jesús. Luego echó una mirada a los que estaban sentados alrededor de él y añadió:-Aquí tienen a mi madre y a mis hermanos. Cualquiera que hace la voluntad de Dios es mi hermano, mi hermana y mi madre. ” (Marcos 3:33-35).

Todas estas precisas, reales e impactantes anécdotas del ministerio terrenal de Jesús nos llevan a reflexionar y preguntarnos: ¿Se le parece en los razonamientos la iglesia actual o más bien se parece a los fariseos?

No sé a que respuesta habrás llegado, pero podemos comprobar que Jesús no se movía en absoluto por sus emociones o por sus sentimientos, y eso era lo que lo hacía tan “raro” a esa sociedad egocéntrica. Jesús caminaba en el Espíritu, y por eso resultaba tan fastidioso y molesto a la sociedad religiosa de su tiempo. ¿Te dice algo eso?

aceptar sus siervos bizarros. Aceptar su ministerio es una cosa, pero también debemos aceptar sus defectos como persona, las elecciones que ellos hacen, las formas en que visten, el largo de su pelo, la cantidad de maquillaje que usan o no usan, la forma en sus hijos se comportan, como enseñan, la forma en que gastan su dinero, etc.

Recuerda que siempre la que cubre faltas y pecados es la gloria de Dios. Esa es Su esencia misericordiosa y su asombroso trabajo en la cruz. “El que perdona la ofensa cultiva el amor; el que insiste en la ofensa divide a los amigos.” (Proverbios 17:9) El buen juicio hace al hombre paciente; su gloria es pasar por alto la ofensa...” (Proverbios 19:11)

¡De qué manera Satán puede utilizar una lengua sin control! No inhiba el trabajo, el plan, o el tiempo en otra vida, del Padre, pero acepte y confíe en el Señor cuando esto resulte inusual o no calza con tu teología, con tu raciocinio, o tu zona de comodidad. Esto es misericordia y un acto de respeto hacia Dios.

No necesitas ser demasiado observador para entender que, lo que Bob Mumford enseña aquí es exactamente lo opuesto a lo que todos conocemos como legalismo. ¿Es necesario que un siervo más que inútil agregue algo a esto?

En el libro de Job, luego de 38 capítulos de sabiduría convencional y centrada en el hombre, Dios con toda firmeza, aunque misericordiosamente, expone el Eros del corazón de Job diciendo: “¿Qué puedo responderte, si soy tan indigno? ¡Me tapo la boca con la mano!” (Job 40:4).

Años atrás el Señor habló proféticamente a través mío diciendo: “Yo no soy un hombre que mira con un ojo crítico, pero soy el Señor Dios Quien mira sobre Mi gente con amor y compasión. Es Mi gloria la que cubre sus pecados y faltas. Su diversidad es hermosura para Mí, y sobre esto todos pueden estar de acuerdo, ¡Yo soy santo!”

Oswald Chambers enseñaba:

Nunca denuncie algo acerca de la cual usted no sepa nada...Tus propios juicios acerca de ti mismo no me importan ni me interesa lo que digan los demás. “No seas sabio en tu propia opinión,” decía San Pablo.

Tus propias opiniones hacen a la forma en que Dios obra conmigo personalmente las ataduras visibles para otros. Somos llamados a predicar la Verdad, Nuestro Señor Jesucristo, y si nos ubicamos fuera de centro con Él si llegamos a ser especialistas. (Obras Completas de Oswald Chambers, p. 13).

Esto es perfecto en su contenido y su objetivo. Lleva a reflexionar muy seriamente, por ejemplo, sobre cuantas ocasiones habrán sido las que, sin la menor partícula de unción del Espíritu Santo, muchos de nosotros se ha atrevido a disertar sobre el Espíritu Santo.

Mi esposa y yo a veces reflexionamos asombrados sobre las cosas increíblemente dañinas dichas y hechas hacia nosotros durante años por aquellos quienes estimaron en sus propias mentes naturales, a la obediencia profética que nos fuera dada en su momento por el Señor.

Estas experiencias dolorosas mueven nuestra compasión hacia otros líderes imperfectos quienes tratan de seguir al Espíritu como hacemos nosotros. James Ryle compara un espíritu religioso a un rinoceronte en su libro, Hippo In The Garden [Hipopótamo en el Jardín].

Un rinoceronte tiene una visión pobre, es incapaz de ver más allá de su nariz, y ataca lo que no reconoce. Utiliza la intimidación como su principal medio de ataque tales como palabras críticas son utilizadas para atacar entre los mismos creyentes.

Ryle enseña que el rinoceronte es un bombero cuyas palabras ácidas y críticas ahogan el fuego del fervor espiritual de Dios en los corazones de Su gente. ¿Te das cuenta de que las “formas” de Dios tienen dimensiones incomprensibles?

Hay criaturas en el cielo que tienen ojos alrededor de su cuerpo. (Ezequiel 10:12, Apocalipsis 4:8). ¿Cuántos de nosotros, al ver una cosa tan extraña, quisiéramos matarlo para luego hacer preguntas por temor a eso?

¡La forma en que trabaja el Espíritu a través de los seres humanos también es rara! Jesús intentó explicar el comportamiento extraño y errático de Sus siervos, diciendo: "El viento sopla por donde quiere, y aunque oyes su ruido, no sabes de donde viene ni a donde va. Así son también todos los que son nacidos del Espíritu " (Juan 3:8).

La misericordia hacia los creyentes fuertes no es como la simple ausencia de críticas; debe ser preactiva, aliéntelos, edifíquelos, y aprecie sus debilidades como lo hace el Padre. Como niños del reino, aprenda a mostrar a los líderes las “tiernas misericordias de nuestro Dios” (Lucas 1:78).

V. La Misericordia es aceptar a nuestros enemigos y a gente ofendida.

Andrew Murray escribe:

“¿Qué es el bautismo de fuego? Yo no conozco ningún fuego como el fuego de Dios – el fuego de amor eterno, el sacrificio consumado en el Calvario. Señor, permite que el amor fluya desde el cielo hacia el centro de mi corazón…El Amor es un fuego que quema a través de cada dificultad.” (Absolute Surrender, p. 93).

El rey David, estando y siendo muy humillado por sus propias fallas y pecados y expuesto a través de malentendidos voluntarios, por la alienación, casi muere, a la par de que grandes pérdidas lo afecta.

El abre su boca en el Salmo 38:14 diciendo: “Soy como los que no oyen ni pueden defenderse.”. David manejaba la aceptación aún en la falta, simpatizando con su hijo rebelde y traicionero Absalón deshonrando a su gente quienes pelearon para restaurar su reino (2º Samuel 19: 1-8).

Jesús lo enseño mejor que todos al decir: “Por esto te digo que sus muchos pecados son perdonados, porque amó mucho…” (Lucas 7:47), y “Dichosos los que tienen compasión de otros, pues Dios tendrá compasión de ellos” (Mateo 5:7).

Por supuesto que no disfrutamos ser criticados o maldecidos. Aún David clama en el Salmo 64:3-4, “Afilan su lengua como espada y lanzan como flechas palabras ponzoñosas. Emboscados, disparan contra el inocente; le tiran sin temor y sin aviso.”

Debemos aprender a permitirle a Dios responder por si mismo en forma madura a través nuestro hacia nuestros enemigos, confiando que Él lo utilizará en nuestras vidas en una forma nunca vista y aún maravillosa.

Convengamos en que esto que propone Mumford, no es en absoluto sencillo; pero es lo mejor, lo único y lo certero para contrarrestar toda oposición. Por eso sostengo la inconveniencia del debate. No por soberbia, sino por prevención.

Como aprendices de la misericordia de Dios, mi hijo y yo estamos estudiando cuidadosamente la vida de David, especialmente en lo referente a sus numerosos y honorables respuestas al Rey Saúl quién lo envidiaba, odiaba y aún lo buscaba sin misericordia y sin causa como a un animal de caza.

Meditando estas escrituras te educará. Una profunda ilustración de la aceptación y misericordia de David hacia sus enemigos es encontrada en 2º Samuel 16:5-13. Después de la muerte del Rey Saúl, el reino de David fue derrocado por su hijo, Absalón. Mientras corría por su vida desde Jerusalén, un pariente del Rey Saúl llamado Siba salió maldiciendo a David y tirándole piedras.

“Cuando el rey David llegó a Bajurín, salía de allí un hombre de la familia de Saúl, llamado Simí hijo de Guerá. Éste se puso a maldecir, y a tirarles piedras a David y a todos sus oficiales, a pesar de que las tropas y la guardia real rodeaban al rey.

En sus insultos, Simí le decía al rey: ¡Largo de aquí! ¡Asesino! ¡Canalla! El Señor te está dando tu merecido por haber masacrado a la familia de Saúl para reinar en su lugar. Por eso el Señor le ha entregado el reino a tu hijo Absalón. Has caído en desgracia, porque eres un asesino. Abisay hijo de Sarvia le dijo al rey:

¿Cómo se atreve este perro muerto a maldecir a Su Majestad? ¡Déjeme que vaya y le corte la cabeza! Pero el rey respondió: Esto no es asunto mío ni de ustedes, hijos de Sarvia. A lo mejor el Señor le ha ordenado que me maldiga.

Y si es así, ¿quién se lo puede reclamar? Dirigiéndose a Abisay y a todos sus oficiales, David añadió: Si el hijo de mis entrañas intenta quitarme la vida, ¡qué no puedo esperar de este benjaminita!

Déjenlo que me maldiga, pues el Señor se lo ha mandado. A lo mejor el Señor toma en cuenta mi aflicción y me paga con bendiciones las maldiciones que estoy recibiendo.
David y sus hombres reanudaron el viaje.

Simí, por su parte, los seguía por la ladera del monte, maldiciendo a David, tirándole piedras y levantando polvo.” David en forma intencional le permitió a Simei que continúe caminando paralelo a él y a sus compañeros maldiciendo, tirando piedras, y tirándole polvo”.

David sabía que la acusación de Simí era parcialmente cierta. Cuando David quiso edificarle a Dios una casa (templo), el Señor Mismo le dijo a David: "cuando Dios me dijo: "Tú no me construirás ningún templo, porque eres hombre de guerra y has derramado sangre." (1º Crónicas 28:3).

David no podía sacarle la mota de polvo a los ojos de Simei mientras él sabía que tenía un tronco en el suyo propio. En fe, David estaba contento que su valor, venganza, y suerte estaban por lo tanto completamente en las manos de Dios, y lo que dijeran sus enemigos, sea esto cierto o falso, no necesitaba ser discutido ni vengado.

Este es un principio que hoy está prácticamente ausente de todas nuestras congregaciones. Ninguno de nosotros, a la hora de criticar a los demás, parecemos tomar conciencia de nuestras propias limitaciones.

Entonces es cuando adoptamos esa costumbre tan clásica en todos nuestros ambientes humanos, incluida la iglesia, lamentablemente. Considerar como terrible lo que has hecho mal tú, y esperar comprensión y complacencia para lo mismo hecho por mí. Ego.

David reconoció que el Señor habla sin dudas, a través de las lenguas viperinas de nuestros enemigos, y debemos ser cuidadosos de no resistirlas inadvertidamente rechazándolas de plano. Tiempo más tarde, luego que Dios vengara al Rey David, Simí se arrepintió en profunda vergüenza y aún recibió más misericordia de David (2º Samuel 19: 16-23).

Mientras Jesús estaba viajando hacia Jerusalén, una aldea Samaritana no lo aceptaba a Él. “Como se acercaba el tiempo de que fuera llevado al cielo, Jesús se hizo el firme propósito de ir a Jerusalén. Envió por delante mensajeros, que entraron en un pueblo samaritano para prepararle alojamiento; pero allí la gente no quiso recibirlo porque se dirigía a Jerusalén. Cuando los discípulos Jacobo y Juan vieron esto, le preguntaron: -Señor, ¿quieres que hagamos caer fuego del cielo para que los destruya?

Pero Jesús se volvió a ellos y los reprendió. Luego siguieron la jornada a otra aldea.” (Lucas 9: 51-56). Luego de su conversión y muchas humillaciones, Juan, conocido anteriormente como “el hijo del trueno,” repitió muchas veces esta exhortación ya como un hombre anciano, “Queridos hermanos, amémonos los unos a los otros, porque el amor viene de Dios, y todo el que ama ha nacido de él y lo conoce.” (1º Juan 4:7).

¡Tal como en el caso de David, no había respuestas en la boca de Juan! “¿No ves que desprecias las riquezas de la bondad de Dios, de su tolerancia y de su paciencia, al no reconocer que su bondad quiere llevarte al arrepentimiento?” (Romanos 2:4).

Ray Comfort enseña: “El caldo de cultivo de la actividad demoníaca en la iglesia son las ofensas no resueltas.” Escuchar de un hombre que ha sido bendecido por Dios, quién a su vez te ha fallado o lastimado, es una prueba difícil de pasar en la escuela del Espíritu de misericordia.

Lo que aquí se señala es estricta verdad. No obstante, siempre la disculpa que se escucha es que el diablo es el responsable de tal o cual inconveniente, pero no se esclarece debidamente que el diablo jamás podría actuar si no se le diera lugar.

Tú debes tropezar o aceptar. Viene justo a tiempo recordar aquella parábola del pago de la jornada completa dada a aquellos que vinieron al campo a trabajar al final de la jornada. Los trabajadores que estuvieron todo el día trabajando al sol, se quejaron: “Así mismo el reino de los cielos se parece a un propietario que salió de madrugada a contratar obreros para su viñedo.

Acordó darles la paga de un día de trabajo y los envió a su viñedo. Cerca de las nueve de la mañana, salió y vio a otros que estaban desocupados en la plaza. Les dijo: "Vayan también ustedes a trabajar en mi viñedo, y les pagaré lo que sea justo." Así que fueron. Salió de nuevo a eso del mediodía y a la media tarde, e hizo lo mismo.

Alrededor de las cinco de la tarde, salió y encontró a otros más que estaban sin trabajo. Les preguntó: "¿Por qué han estado aquí desocupados todo el día?" "Porque nadie nos ha contratado”, contestaron. Él les dijo: "Vayan también ustedes a trabajar en mi viñedo."

»Al atardecer, el dueño del viñedo le ordenó a su capataz: "Llama a los obreros y págales su jornal, comenzando por los últimos contratados hasta llegar a los primeros." Se presentaron los obreros que habían sido contratados cerca de las cinco de la tarde, y cada uno recibió la paga de un día.

Por eso cuando llegaron los que fueron contratados primero, esperaban que recibirían más. Pero cada uno de ellos recibió también la paga de un día. Al recibirla, comenzaron a murmurar contra el propietario.

"Estos que fueron los últimos en ser contratados trabajaron una sola hora —dijeron—, y usted los ha tratado como a nosotros que hemos soportado el peso del trabajo y el calor del día." Pero él le contestó a uno de ellos: "Amigo, no estoy cometiendo ninguna injusticia contigo.

¿Acaso no aceptaste trabajar por esa paga? Tómala y vete. Quiero darle al último obrero contratado lo mismo que te di a ti. ¿Es que no tengo derecho a hacer lo que quiera con mi dinero? ¿O te da envidia de que yo sea generoso?" »Así que los últimos serán primeros, y los primeros, últimos. (Mateo 20:1-16).

El perdón es el aire mismo que respiramos en el reino del Padre. El perdón misericordioso es lo que da la calidad de vida y la libertad que todos sienten allí: otra oportunidad, un nuevo comienzo, aceptación.

Dado que nosotros mismos disfrutamos esa libertad que nos trae el perdón, y si queremos además preservar esa calidad de vida entre nosotros, Pablo nos sugiere que “¿no sería mejor que acepten ser defraudados que poner en riesgo ese delicado entorno del perdón del reino (1º Corintios 6:7)?

Tanto como las fallas humanas han entrado en el teatro de nuestras vidas, la sangre de Jesús lo ha hecho mucho más. ¿Podemos crecer en la madurez del Padre permitiendo que el error en contra nuestro simplemente se vaya porque somos Sus niños?

¿No podemos aceptar a nuestros enemigos por amor de Jesús, aún si son ingratos y nunca respondan? Para un hijo o hija del reino, el honor del Padre revelando Su misericordia es lo máximo, no de su sola defensa y venganza contra un enemigo. ¡Esta clase de Espíritu que acepta es un perfume que se está derramando directamente a los pies horadados de Jesús!

¿Qué significa amar misericordia? El amor es afecto, es favorecer tiernamente, es un deseo y una inclinación hacia más. En Uganda, me encanta el riquísimo melón y los ananá o piñas. ¡Las como cada vez que tengo una oportunidad!

¡En forma similar estoy aprendiendo a amar misericordia, y me estoy también deleitando en mostrarlo, y en mostrarlo en cada oportunidad que tengo! Porque anhelo ser un hijo maduro de mi Padre, me presento a mi mismo en la escuela del Espíritu cada día para que Él pueda entrenarme en la misericordia del Padre.

Lo practico, buscando intencionalmente las oportunidades para permitirle al Padre que haga el trabajo de aceptación a través mío, si, aún a los ingratos, los indignos, para que pueda ser como Él. La misericordia que obra a través del amor llega a ser una forma de adoración que agrada enormemente al Padre, tocando a Jesús mismo, saciando Su sed. Nunca es un desperdicio.

¿Tienes el valor y el coraje de orar conmigo? “

“Padre, sé que mi estándar de medida está cambiado de lugar, que arde, y está lleno de Eros. Estoy desesperadamente enfermo a la hora de buscar culpables. Mi boca está llena de reprimendas y respuestas hostiles. Hay un tronco en mi propio ojo.

Te he avergonzado a Ti, Señor Jesús, por llamarme a mi mismo a Tu nombre y siendo tan exigente y demandante hacia otros. He recibido misericordia, pero no la he mostrado. Te he limitado y no te he representado correctamente a Ti por la miserable “Extensión” de mi aceptación.

¡Ayúdame! Tómame en la escuela de Tú Espíritu; quiero extenderme y aprender Tus formas de aceptación. ¡Rompe mi espíritu santurrón, orgulloso, y controlador y reemplázalo con tu generosidad incondicional, paciencia y humildad!

Padre, deshabilita sistemáticamente todos los botones de control de mi reactor; haz que lentifique mi ira y dificulte el ofender porque anhelo ser un hijo deleitoso o una hija deleitosa para Ti. Enséñame, Padre, que intencionalmente busque la misericordia que avanza y pueda amar a mis enemigos.

Porque Tú eres digno, yo te voy a alimentar a Ti, te voy a vestir a Ti, ministrar a Ti, e invitarte a Ti cuidando por estos, los más pequeños. ¡En tu nombre y para tu gloria, Jesús! Amén.”

Acerca de Eric Mumford

Eric Mumford es un maestro de la Biblia con una visión profética única con una capacidad de interpretar y comunicar las maneras del Señor en que está liberando a creyentes en los propósitos para el reino de Dios.

Él está equipando discípulos para impartir la vida de Jesús y abriendo ministerios creativos pioneros alrededor del mundo como expresiones y señales del amor del Padre. Como hijo de Bob Mumford, y sirviendo en su ministerio de tiempo completo desde 1986, Eric ha sido saturado en el mandato de revelar la verdadera naturaleza del Padre a todas las gentes.

Eric ha ministrado en aproximadamente 50 naciones, levantando hijos e hijas espirituales como embajadores del amor de su Padre. Eric respondió a un llamado a los campos misioneros a la edad de 17 años, invirtiendo tres años en la evangelización en el Sudeste de Asia.

En una base misionera en Hong Kong, Eric conoció a su esposa, Suzanne, quien es de Christ Church, Nueva Zelanda. Se casaron en 1988 y tienen dos hijas, Jessica y Stephanie. Eric y Suzanne también tienen un número de hijos adoptivos e hijas adoptivas tanto de la ex nación de la Unión Soviética de Ucrania y en Uganda donde ahora se han establecido orfanatos llamados "La Casa del Padre" residiendo en estas naciones durante la mayor parte del año.

Después de graduarse en el Instituto Bíblico “Elim” en Lima, Nueva York, Eric obtuvo su graduación en la carrera de Ciencias en la Gerencia de Recursos Humanos en el Colegio Wesleyano cerca de Rochester. Recibió su grado de Master de la Southeastern Baptist Theological Seminary. Eric sirvió como pastor durante 11 años antes de unirse al ministerio de su padre en el año 2001, como maestro de la Biblia y presidente de Lifechangers.

Mientras estaban juntos lejos de su hogar y en el ministerio en 1980, Eric y su padre recibieron una palabra del Señor desde 1º Crónicas 22 que ha servido como inspiración y dirección durante muchos años. En esta escritura, el Señor eligió a Salomón, el hijo de David, para llevar a cabo la obra que era cara al corazón de su padre de “edificar la casa del Señor.”

Uno de los temas primarios en la enseñanza es el Reino de sacerdotes, lo que hace entrenando a los creyentes para que se acoplen en su llamado personal y comunitario de servir al Señor como un “templo viviente.”

Este trabajo es decididamente inobjetable. Muestra con claridad la enorme diferencia entre el ministerio de Jesús y muchos de los nuestros, hoy. Jesús confrontó a los fariseos con la palabra genuina de Dios, pero nunca los agredió ni los ultrajó. Apenas les dijo “Sepulcros blanqueados” y “Generación de Víboras”, pero no como insulto de ánimo ofensivo sino como definición de sus personalidades.

Jesús tomó el azote y desparramó las monedas de los cambistas en el templo, pero eso no puede mostrarse como un ataque físico a ellos, sino como una actitud clara del valor que él le otorgaba a esos sacrificios vanos.

Es el tiempo de tomar esta enseñanza de Bob Mumford y ponerla por obra conforme a la misericordia del modelo Cristo. Confrontar a los sepulcros blanqueados y raza de serpientes que componen las falsas babilonias, arrojar al piso las monedas de los cambistas modernos vendedores de aguas mágicas y aceites divinos, pero no agredirlos a ellos. Porque no son ellos el problema, sino lo que por incredulidad, pecado y corrupción, vive dentro de ellos.



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