lunes, 25 de abril de 2011

De la cárcel a la Casa Blanca


Por: Pastor Rodolfo Mendoza, Abril 24, 2011

La historia de José el soñador nos revela principios valiosos para prosperar en nuestro trabajo y crecer como personas. Su ascenso fue sorprendente ya que de esclavo y prisionero llegó a ser gobernador del imperio más grande de aquella época. Era el onceavo hijo de su padre que tenía doce varones y una hija mujer. Era el primer hijo de la mujer que su padre amaba, por eso lo prefería y trataba como el favorito, dándole la responsabilidad de supervisar lo que sus hermanos hacían. Así que no era muy querido por ellos, al contrario, lo odiaban tanto que deseaban matarlo.

Un día José soñó que doce manojos de trigo se inclinaban ante otro manojo que era el suyo. Este sueño significaba que sería exaltado para bendecir a los demás, pero los hermanos no lo interpretaron así y sintieron aún más envidia. Entonces, lo dejaron caer en un pozo y a uno de ellos se les ocurrió hacer negocio, así que lo vendieron como esclavo. Imagina que José, el consentido y amado, se convirtió en alguien sin privilegios que debía humillarse.

Primer principio: tener sueños
Veamos que a pesar de ser muy joven, apenas 17 años, José ya tenía un sueño. Aunque tal vez no tenía claridad, pero visualizaba lo que haría en el futuro. El primer principio para crecer es tener el deseo y sueño de lograrlo. Dios no bendice ni prospera a quien no desea ser levantado. José tenía el anhelo de ser levantado y trascender. Esto muchas veces es mal interpretado como arrogancia y orgullo pero no lo era. Debemos pensar como él y decir: si alguien debe ser nombrado gerente general, seré yo; si alguien se graduará con honores de la universidad, seré yo. Pensar de esa forma no es tener un corazón malo o competitivo, sino buscar ser lo mejor por esfuerzo propio. Algunos prefieren pensar como los hermanos de José que escondían su conformismo con falsa humildad, pero otros son como Pablo que aconsejaba competir en una carrera para llevarse el primer premio. Eso es tener mentalidad de campeones.
El éxito no es producto de la casualidad, sino resultado del esfuerzo y de luchar por ser los mejores en lo que hacemos. ¡Sacúdete la comodidad, conformismo y mediocridad! Lucha por alcanzar sueños grandes y retadores.

Me encanta escuchar a los jóvenes decir que desean ser presidentes de la nación porque demuestran tener en su corazón el deseo de trascender para hacer el bien a otros. Eso es lo que necesitamos, gente que tenga ambiciones, que llegue a su trabajo y diga: “Haré lo mejor”, no para humillar o hacer de quedar mal a alguien, sino para que otros puedan aprovechar lo bueno que haga. El deseo de un corazón de campeón no es lograr que alguien pierda sino ganar para que otros también ganen. Ese es el deseo que proviene de Dios, por el contrario, la actitud derrotista y conformista nunca puede venir de Él, ¡Yuju! Del Señor viene el deseo de ser el mejor esposo, el mejor padre, el mejor hermano y líder de grupo. Aprender de quienes puedan enseñarnos. Dios espera lo mejor de nosotros porque no fue mediocre en darnos talentos y dones , mucho menos será mediocre en esperar que los usemos. Por esa razón, espera que tengas sueños, anheles crecer y luches por lograrlo.

Segundo principio: tu trabajo debe bendecir a otros
Génesis 39: 1-5 nos cuenta más de la historia de José: Llevado, pues, José a Egipto, Potifar oficial de Faraón, capitán de la guardia, varón egipcio, lo compró de los ismaelitas que lo habían llevado allá. Mas Jehová estaba con José, y fue varón próspero; y estaba en la casa de su amo el egipcio. Y vio su amo que Jehová estaba con él, y que todo lo que él hacía, Jehová lo hacía prosperar en su mano. Así halló José gracia en sus ojos, y le servía; y él le hizo mayordomo de su casa y entregó en su poder todo lo que tenía. Y aconteció que desde cuando le dio el encargo de su casa y de todo lo que tenía, Jehová bendijo la casa del egipcio a causa de José, y la bendición de Jehová estaba sobre todo lo que tenía, así en casa como en el campo.

La Biblia dice que Dios estaba con José a pesar de ser esclavo y se notaba porque todo lo que hacía prosperaba, aunque todo era para su amo. La prosperidad no se mide por lo que tenemos sino por lo que producimos.

El capitán egipcio era idólatra, es decir que adoraba a muchos dioses, pero vio que Dios estaba con José porque todo lo que hacía salía bien, no porque oraba, predicaba o tenía un grupo. Entonces, tu jefe puede ser el hombre más insoportable sobre la tierra, el anticristo y falso profeta en uno solo, pero si ve que produces y das fruto, él mismo, aunque no sea cristiano, reconocerá que Dios está contigo. Debes ir a tu trabajo creyendo que el Señor te acompaña y quiere dar testimonio tuyo, no por el lenguaje que hablas o la música que escuchas, sino por los exitosos resultados que ofreces.

Así que el segundo principio es trabajar convencidos de que nuestro esfuerzo debe beneficiar a otros. Puede ser que algunos trabajen pensando en su beneficio personal, el salario, promoción o ganancia que recibirán. Todavía son el centro de su esfuerzo, pero Dios no bendice gente egoísta, bendice a quienes saben que su esfuerzo beneficia a otros. Si eres vendedor y tu prioridad es aprovecharte de tus clientes, tarde o temprano te descubrirán y no venderás más. Si abres tu empresa pensando que te harás rico, probablemente no será así porque las empresas y quienes laboran en ellas deben pensar en el consumidor, no en el beneficio propio. Trabaja pensando que alguien más se aprovechará de tu esfuerzo y te “sacará el jugo”, no tengas miedo de eso porque todos nos aprovechamos de esfuerzo de otros.

Si eres médico no atiendas pacientes pensando en la factura que cobrarás, sino en la salud que tendrán gracias a ti. Si eres abogado, no pienses en sacar ventaja de la ignorancias jurídica de quienes te consultan, piensa en la forma de abogar por ellos, como Jesús, tu abogado, lo hace por ti en el cielo. No importa a qué te dediques, si eres carpintero, plomero o albañil, siempre piensa cómo puedes beneficiar a quienes te contratan. Así lo hizo José y al final, su recompensa fue grande. Pensar así hace que se cumpla una ley bíblica que dice: “El que es fiel en lo ajeno, sobre lo propio será puesto”. No tengas temor que tu vela se gaste por alumbrar a otros, para eso fue hecha. Alumbra, ofrece lo que tienes, sé generoso. Pídele al Señor que use tu trabajo, esfuerzo y sacrificio para prosperar y bendecir a otros.

Tercer principio: valora a todas las personas por igual
La historia de José nos cuenta que la esposa de Potifar intentaba seducirlo porque era guapo, pero él se mantuvo firme y no cayó en la tentación. Entonces, la mujer se vengó de él, acusándolo falsamente de intentar aprovecharse de ella. Como tenía la ropa de José en la mano y era la esposa, el amo le creyó y envió a José a la cárcel injustamente.

A pesar de todo, Dios estaba con él y José no renegó. ¿Podrías ser fiel al Señor y actuar de esa forma ante una desgracia similar? Nuestro Padre nunca nos abandona y la fe en esa verdad es lo que nos sostiene en los momentos más difíciles.

En Génesis 40:1-8 leemos lo que sucedió en la cárcel: Aconteció después de estas cosas, que el copero del rey de Egipto y el panadero delinquieron contra su señor el rey de Egipto. Y se enojó Faraón contra sus dos oficiales, contra el jefe de los coperos y contra el jefe de los panaderos, y los puso en prisión en la casa del capitán de la guardia, en la cárcel donde José estaba preso. Y el capitán de la guardia encargó de ellos a José, y él les servía; y estuvieron días en la prisión. Y ambos, el copero y el panadero del rey de Egipto, que estaban arrestados en la prisión, tuvieron un sueño, cada uno su propio sueño en una misma noche, cada uno con su propio significado. Vino a ellos José por la mañana, y los miró, y he aquí que estaban tristes. Y él preguntó a aquellos oficiales de Faraón, que estaban con él en la prisión de la casa de su señor, diciendo: ¿Por qué parecen hoy mal vuestros semblantes? Ellos le dijeron: Hemos tenido un sueño, y no hay quien lo interprete. Entonces les dijo José: ¿No son de Dios las interpretaciones? Contádmelo ahora.

Dos de los sirvientes de confianza de Faraón fueron enviados a la misma prisión donde estaba José. El copero seguramente era refinado y elegante, mientras el panadero tal vez era más sencillo, pero ambos servían en el palacio. En la cárcel, José les sirvió a ellos y aprendió a conocerlos, tanto que fue capaz de notar el cambio de actitud después de la noche que tuvieron sus sueños y les preguntó qué sucedía. Ellos le cuentan y José les dice qué significa cada sueño. El copero salió libre y el panadero fue ejecutado.

A esas alturas de su vida, José había aprendido un gran principio: ponerle valor especial a cada persona. Cuando era más joven y vivían en casa de su padre, no supo identificar la incomodidad y enojo de sus hermanos que le hablaban y trataban mal, pero en la cárcel fue capaz de prestar atención a lo que sentían y pensaban aquellos a su alrededor. Lo mismo sucede en nuestra vida. Sabemos cuando nuestra esposa o alguien querido no está bien porque conocemos sus gestos y expresiones, incluso ¡si lo niega!

José aprendió que Dios desea bendecirlo a través de otras personas. Lo mismo sucede ahora, siempre será alguien a tu alrededor quien te introduzca con un cliente, quien te firme el contrato que esperas, quien te conceda la entrevista deseada, quien te presente a la mujer de tu vida. Siempre será otra persona quien te ayudará a estudiar o te sacará de un apuro. Dios no bendice a personas solitarias sino a quienes procuran estar bien con su prójimo.

Toda persona es una puerta que el Señor puede usar para bendecir, por eso, no te pelees con nadie, no rompas relaciones, no hables mal de nadie porque puede ser que estés criticando a la persona que Él quería usar para bendecirte. José no menospreció a quienes estaban con él en prisión o dijo: “Son igual que yo, condenados a la cárcel”. Los atendió y ¡quien lo ayudó a salir libre fue el copero! Procura mantener tus amistades, incluso las del colegio, porque con el tiempo, tal vez alguno de ellos ocupará el puesto clave que te ayudará de alguna forma. El tercer principio es aprende a valorar a cada persona, sin importar su raza, origen o nivel socioeconómico. Cultiva tu buen nombre porque sólo de esa forma, las personas te buscarán y ayudarán. Guarda tu imagen y aprende lo que significa tener favor con la gente. Jesús dijo que debemos estar en paz con todos, no con algunos, sino con todos, hasta con los enemigos. Yo puedo decir que he recibido bendición incluso de algunos que se consideraban mis enemigos. Pídele al Señor que te ayude a valorar, servir y atender a cada persona que te rodea.

Cuarto principio: jamás ahogues tus valores
Dos años después, Faraón sueña siete vacas gordas y siete vacas flacas, además de siete espigas llenas de trigo y siete secas. El sueño fue tan intenso que llamó a los adivinos pero nadie pudo interpretarlo. Entonces, el copero recuerda a José y lo manda a traer. Él le explica a Faraón que luego de siete años de abundancia, sufrirán siete años de hambre, por lo que debe guardar de las cosechas para poder alimentar a su pueblo. José utilizó el don que Dios le había regalado. Usa tus dones para demostrar a todos que Dios está contigo.

Génesis 41:37-43 continúa la historia: El asunto pareció bien a Faraón y a sus siervos, y dijo Faraón a sus siervos: ¿Acaso hallaremos a otro hombre como éste, en quien esté el espíritu de Dios? Y dijo Faraón a José: Pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay entendido ni sabio como tú. Tú estarás sobre mi casa, y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú. Dijo además Faraón a José: He aquí yo te he puesto sobre toda la tierra de Egipto. Entonces Faraón quitó su anillo de su mano, y lo puso en la mano de José, y lo hizo vestir de ropas de lino finísimo, y puso un collar de oro en su cuello; y lo hizo subir en su segundo carro, y pregonaron delante de él: !!Doblad la rodilla!; y lo puso sobre toda la tierra de Egipto.

Este hombre salió de la cárcel y lo pusieron a cargo de la Casa Blanca ¡el mismo día! Fue sobrenatural, por eso dice la Palabra que cuando Faraón escuchó su historia y su consejo, le dijo que sólo un hombre excepcional e íntegro como José podía asumir la responsabilidad de administrar Egipto y salvarlos del hambre.

José había sido el consentido de su padre y el odiado por sus hermanos, había sufrido dentro de un pozo, soportó amenazas de muerte y ser vendido como esclavo, también enfrentó una seducción y fue encarcelado injustamente, además de ser olvidado por dos años, pero nunca se soltó de la mano del Espíritu de Dios, ¡eso es lo asombroso! Otros en su lugar hubieran endurecido su corazón y se habrían rendido diciendo: “No vale la pena hacer lo correcto y ser bueno, Dios ya me abandonó”

Hay gente que te hará daño, te envidiará y te odiará. Otros intentarán seducirte, te tirarán a un pozo o a la cárcel. Cualquiera puede lastimarte, rechazarte u olvidarte, pero aunque todo esto suceda, nunca dejes que el mal que otro te haga, ahogue lo bueno que tienes dentro. Nada debe alejarte del amor de tu Padre y de los valores que te ha enseñado, ese es el cuarto principio. La injusticia no debe ahogar lo correcto. No permitas que la envidia destruya tus sueños de salir adelante. En el mundo dicen es más fácil hacer lo malo, devolver gritos a quien te grita pero esa actitud cierra las puertas a tu futuro de bien.

Efectivamente es más barato no facturar las ventas de tus productos, pero hacerlo te quita la oportunidad de prosperar porque demuestras que no eres una persona honesta y digna de confianza. Es más fácil aceptar la propuesta de una mujer fuera de tu matrimonio, también es más fácil hablar mal de la empresa donde te despidieron o del noviazgo que terminaste, pero no es lo correcto. Es más difícil luchar por mantener la integridad pero cuando lo logras, Dios dice: “Este es un hombre excepcional, vale la pena que lo levante”. Recuerda que el Señor exalta a quien obra con rectitud porque la senda del justo es como la luz de la aurora que va en aumento hasta que el día es perfecto. Tal vez hay un momento cuando no ves salida, pero llegará el día que mantener tus valores será la palanca que te levantará.

El bien siempre vence al mal. No permitas que lo malo te conquiste, vence en el nombre de Jesús para ser puesto por mucho gracias a tu perseverancia en lo bueno. Pídele que te bendiga, te prospere y te levante como a José. Agradécele por poner sueños en tu corazón y por ayudarte a trabajar con esfuerzo para alguien más. Si confías en Él, serás capaz de valorar a cada personas que te rodea y te mantendrás firme en lo bueno para demostrar que eres digno de recibir bendición.
Fuente Original: Cashluna.org



0 comentarios:

Creative Commons License Esta pagina está bajo la licencia Creative Commons Attribution 2.0 Generic License. Si deseas copiar y/o redistribuir algo de este sitio, favor leer las condiciones y respetarlas. Att: Edilzr - www.zonarestringida.net - Luz para el mundo