Verdad central: La conducta y las actitudes de un creyente revelan la profundidad de su relación con Cristo.
Texto Áureo: Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. Mateo 5:16
Trasfondo Bíblico: Mateo 5:17-20; Efesios 2:19-22; 4:17-24
Bosquejo
I. Los mandamientos de Dios
A. Basados en la ley
B. Más allá de la ley
II. Comunidad de fe
A. Un cuerpo
B. Un edificio nuevo
A. Un cuerpo
B. Un edificio nuevo
III. Formación del carácter
A. Vida nueva
B. Carácter transformado
A. Vida nueva
B. Carácter transformado
Objetivo
Comprender que la ética personal refleja el carácter de uno y resolvernos a vivir como hijos de Dios.
Introducción
En la sociedad actual, no se considera importante la ética personal. Muchos mienten para proteger su empleo o para tener ventaja en un trato comercial. Viven conforme a lo que se les resulte mejor en ese momento. Otros piensan que no hay nada malo en ser personas inmorales siempre y cuando eso no afecte el desempeño de su trabajo. Pero Dios siempre ha tenido una norma ética para su pueblo. Cuando Cristo vino, fortaleció las leyes de Dios como el fundamento de la conducta moral. La Palabra de Dios es clara: Los creyentes deben vivir conforme a las normas morales de la Palabra de Dios.
Esta lección lo estimulará a cultivar una ética basada en la Palabra de Dios y exhorta a los creyentes a que ayuden a los demás a vivir conforme a estas normas.
Comentario Bíblico
I. Los mandamientos de Dios (Mateo 5:17,18)
A. Basados en la ley
Nuestra norma de ética personal necesita un fundamento en un código formal de conducta ajeno a nosotros. Para el judío, ese código de conducta era la ley. Al obedecer los muchos mandamientos de la ley, los judíos tenían un manual de la vida moral en su mundo. Como los judíos insistían tanto en la ley, rechazaban cualquiera cosa que pareciera en contra de ella.
Muchos judíos enseñaban que las enseñanzas de Jesús estaban en contra de la ley. En realidad, acusaron a Jesús de quebrantar la ley. Pero Jesús afirmó que no vino a abrogar la ley sino a cumplirla (Mateo 5:17,18).
Pregunta: ¿Re qué manera cumplió Jesucristo la ley?
Muchos eruditos bíblicos enseñan que la declaración de Jesús en el versículo 17 se refiere a las leyes morales que confirmó mediante sus enseñanzas. Otros creen que Jesús reveló la plenitud o el sentido de la ley al enseñar los principios que sustentan la ley, no sólo sus mandamientos. Sin embargo, es mejor comprender que Jesucristo es el cumplimiento de la ley; ella señala hacia Él. La ley tenía un aspecto reglamentario y uno profetice. Es a ese aspecto profetice al que se refiere Jesús.
A fin de subrayar aún más la importancia de la ley, Jesús dijo que hasta que pasaran el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasaría de la ley hasta que toda se hubiera cumplido. Las palabras "jota" y "tilde" se refieren a las partes más pequeñas de las letras hebreas. Ni siquiera podía abrogarse la parte más pequeña de la ley. Con esa afirmación, Jesús hizo valer con toda claridad la pertinencia de la ley como el fundamento de la enseñanza moral tanto en su época como en el futuro.
B. Más allá de la ley
Aunque la salvación que Jesucristo dio no se basa en guardar la ley. Él sigue dándole importancia a la ley (Mateo 5:19).
Pregunta: Como somos salvos por gracia, ¿cuál es nuestra relación con la ley?
Somos salvos sólo por la fe en Cristo. La salvación por gracia no abrogó la ley, sino que en Cristo somos liberados de la esclavitud de la ley (Gálatas 3:10-14). Aunque no tenemos que obedecer la ley para ser salvos, cuando andamos conforme al Espíritu, cumplimos los justos requisitos de la ley (Romanos 8:4).
A fin de subrayar la importancia de la obediencia a las normas morales de la ley. Jesús condenó a quienes quebrantaran el más pequeño mandamiento de la ley. También condenó a quienes enseñaban a los demás a quebrantar la ley (Mateo 5:19). Esa tal vez sea una alusión a los fariseos (23:1-36; 15:1-9,14). Quienes quebrantaran el más pequeño de esos mandamientos y les enseñaran a los demás a hacer lo mismo serían los más pequeños en el reino de los cielos. Jesucristo quiere que nuestra conducta y nuestras actitudes muestren nuestra obediencia a la Palabra de Dios.
Las enseñanzas de Jesús revelaron el propósito de la ley. Sus enseñanzas éticas no contradicen la ley del Antiguo Testamento. Más bien sus enseñanzas defendían la ley moral revelada por medio de Moisés. Jesús confirmó la ley como una revelación de Dios, que no cambia. Un cristiano que rechaza la ley moral revelada en el Antiguo Testamento está rechazando, según las normas de Jesús, la Palabra de Dios.
La Palabra de Dios es el fundamento de nuestra norma de conducta y de filosofía moral. Jesucristo quiere que sus discípulos obedezcan y enseñen la Palabra de Dios. Los verbos "haga" y "enseñe" representan un compromiso personal de obedecer la Palabra.
Pregunta: ¿Por qué tiene que superar nuestra justicia la de los escribas y los fariseos?
La declaración de Jesús debe de haber sido sorprendente para sus oyentes. A los escribas y fariseos se les consideraba eruditos bíblicos, la élite religiosa de la Palestina del primer siglo. La mayoría de los oyentes de Jesús ni siquiera soñaban con superarlos en justicia. Pero la justicia de los escribas y los fariseos era sólo una fidelidad externa a reglas legalistas basadas en la letra de la ley. No había cambiado su ser interior; sólo aparentaban ser justos.
Las enseñanzas de Jesús defendieron la ley como el fundamento de la vida de santidad. Pero la ley no podía dar el poder para vivir en santidad. Sólo por medio de Cristo podemos tener la transformación interior necesaria para obedecer la Palabra de Dios. Entonces, en vez de fijarnos en las expresiones externas de la ley, podemos obedecer la Palabra mientras andamos en el Espíritu.
II. Comunidad de fe (Efesios 2:19,20)
A. Un cuerpo
Aunque la ética personal se basa en la Palabra de Dios, en cierto sentido nuestra ética personal también está determinada por los hermanos en la fe. Cuando nos reunimos con otros creyentes y analizamos la Palabra de Dios y cómo se aplica a nuestra vida, cultivamos nuestro código de ética. Por lo tanto, es importante que tengamos cerca cristianos con experiencia que pueden ayudarnos a cultivar un fundamento bíblico para nuestra ética personal.
Pregunta: ¿Cómo pueden los creyentes t ayudarse mutuamente a cultivar un código de ética basado en principios bíblicos?
En Cristo, Dios ha hecho de todos los creyentes "un solo cuerpo" (Efesios 2:16). Gracias a la obra de Cristo en la cruz, todos los creyentes son "conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios" (v. 19). Aunque todos somos diferentes, como miembros del cuerpo, tenemos algo común: todos tenemos el mismo fundamento (v. 20).
La frase "el fundamento de los apóstoles y profetas" indica el fundamento de la enseñanza ética en la Iglesia. La palabra profética del Antiguo Testamento y la enseñanza apostólica del Nuevo Testamento son el fundamento de nuestra fe cristiana. Los apóstoles fueron testigos presenciales del ministerio terrenal de Cristo. Con su enseñanza proclamaron la verdad del evangelio adondequiera que iban.
La Iglesia también tiene a Cristo, la piedra del ángulo, como el fundamento de sus creencias. La frase "piedra del ángulo" puede aludir a la piedra puesta en la esquina de un edificio como el punto de partida y la piedra que daba estabilidad al edificio. A veces se emplea esa misma frase para describir la albardilla o piedra de conexión que mantiene unido todo el edificio. El fundamento de nuestras normas éticas viene de Cristo, de sus enseñanzas y de las enseñanzas de los apóstoles por medio de la iglesia. Esas enseñanzas proporcionan la estabilidad que necesitamos para vivir en santidad en este mundo impío.
B. Un edificio nuevo
Aunque Pablo llamó a la iglesia un "edificio", no es un edificio cualquiera. La iglesia es "un templo santo en el Señor" (Efesios2:21).
Pregunta: ¿De qué manera es un templo la iglesia?
Cuando Pablo le llamó a la iglesia un templo, es probable que estuviera pensando en el templo de Jerusalén. Ese templo era un lugar de adoración y sacrificio. La palabra traducida "templo" también alude al lugar santísimo del templo donde habitaba la presencia de Dios. Así como el lugar santísimo representaba la presencia de Dios en el mundo, la Iglesia representa la presencia de Dios en el mundo actual.
Pablo también empleó la alegoría de un templo todavía en construcción. A todos los miembros se les está edificando. La obra de Cristo en la terminación del nuevo templo incluía la unión de judíos y gentiles. Su obra constante consiste en poner a cada creyente en un puesto de ministerio en el edificio. Al igual que un albañil experto, Cristo está coordinando perfectamente sus ladrillos vivos.
A fin de explicar mejor el propósito de la Iglesia, Pablo la llamó una "morada de Dios en el Espíritu". Es decir, que Dios mora en su Iglesia por medio de su Espíritu (v. 22). Como la Iglesia representa la presencia de Dios, es imprescindible que sus miembros vivan en santidad. Así como había que santificar y limpiar cada utensilio del templo, también cada miembro de la Iglesia tiene que ser limpiado por la sangre de Cristo y ser apartado para Él.
Dios desea que su pueblo trabaje junto con Él para cumplir sus propósitos para su Iglesia. Dios quiere que todos los cristianos sean santos, se armonicen y proclamen su presencia en el mundo. Cuando la iglesia trabaje con esa meta dada por Dios, será un lugar de enseñanza, renovación y adoración.
Nuestra ética personal no es simplemente teórica. Ponemos en práctica nuestra ética en nuestra vida cada día, mostrando la obra transformadora de Dios en nuestra vida.
Pregunta: ¿Qué cambios tienen lugar en nuestra vida cuando somos salvos?
En Efesios 4:17-19, Pablo describió nuestra vida antes de ser cristianos. Antes de ser cristianos, andábamos en la vanidad porque estaba entenebrecida nuestra mente. No habíamos experimentado todavía el poder transformador del evangelio. No entendíamos el plan de Dios o el propósito de su creación.
Según Pablo, estaba entenebrecido nuestro entendimiento, debido a la "dureza" de nuestro corazón (v. 18). Estábamos ciegos por causa de nuestra ignorancia y falta de entendimiento respecto a la vida nueva que pudiéramos tener en Cristo. Y mientras persistimos en esa ignorancia, estábamos alejados de Dios y de la vida nueva que quería que tuviéramos en Cristo.
El entenebrecimiento de la mente es sólo el primer paso; una mente entenebrecida resulta en acciones siniestras. Quienes tienen un entendimiento entenebrecido "perdieron toda sensibilidad"; ya no los acusa la conciencia (v. 19).
El rechazar a Dios entenebrece la mente y endurece la conciencia, pero la espiral descendente no termina allí. Una vez que se pierde toda sensibilidad moral, el pecado toma el control de la vida de una persona y su vida es dominada por los insaciables placeres de la carne.
B. Carácter transformado
Sin embargo, como creyentes, se ha transformado nuestra vida. Y no hemos de vivir como los gentiles en la vanidad de su mente. Cristo está transformando nuestra mente. En Efesios 4:20-23, Pablo puso de relieve este proceso de santificación que está ocurriendo en quienes han aceptado a Cristo como su Salvador.
Pablo les recordó a los creyentes la enseñanza que habían recibido cuando les predicó la primera vez (w. 20,21). Habían experimentado a Cristo de una forma genuina, y Pablo les había explicado la vida que iban a tener en Cristo. Según Pablo, esa vida nueva se caracteriza por dos acciones: despojarse y vestirse.
Ante todo, los cristianos deben despojarse de su "pasada manera de vivir" (v. 22). Gracias a nuestra vida nueva en Cristo, no debemos seguir en la conducta pecaminosa que caracterizaba nuestra vida antes de ser cristianos.
Pregunta: ¿Por qué es necesario que el cristiano tenga una mente renovada?
Al igual que la raíz del problema del pecado en una persona antes de entregarse a Cristo está en la mente, así se caracteriza la vida nueva cristiana por una mente renovada (v. 23). La renovación de la mente es parte del vestirse del nuevo ser. Ese nuevo ser es creado por Dios.
Pregunta: Como creyentes, ¿cómo podemos renovar nuestra mente?
Aunque somos hechos justos y santos en la salvación, también tenemos la responsabilidad de seguir viviendo en santidad. Tenemos que tomar la decisión de permitir que la santidad de Dios en nosotros llene toda nuestra vida, renovando nuestra mente en Cristo.
La renovación de nuestra mente es un proceso continuo de toda la vida. Cada día tenemos que rendirle nuestros pensamientos y nuestra conducta a Cristo (Salmo 19:14). Cuando lo hagamos, seguiremos convirtiéndonos en la nueva persona que Cristo creó "en la justicia y santidad de la verdad".
Aplicación
Para los creyentes, la vida moral no es optativa. Dios quiere que sus hijos vivan de una forma que lo honre. Pero el vivir de una manera que exalte a Dios exige una norma de santidad. Y esa norma es la Biblia, la Palabra de Dios.
La transformación interior que Cristo hizo en usted también incluyó renovación de su mente. Como cristiano, ha cambiado su forma de pensar, y seguirá cambiando mientras crezca en Él. Cuando usted lea la Palabra de Dios, pídale al Espíritu Santo que le ayude a cambiar su perspectiva de la vida a fin de revelar la imagen de Dios en usted. Pídale también que le dé el poder para obedecer su Palabra cada día. Después permita que Él lo transforme a la imagen de Cristo (Romanos 8:29).
Comprender que la ética personal refleja el carácter de uno y resolvernos a vivir como hijos de Dios.
Introducción
En la sociedad actual, no se considera importante la ética personal. Muchos mienten para proteger su empleo o para tener ventaja en un trato comercial. Viven conforme a lo que se les resulte mejor en ese momento. Otros piensan que no hay nada malo en ser personas inmorales siempre y cuando eso no afecte el desempeño de su trabajo. Pero Dios siempre ha tenido una norma ética para su pueblo. Cuando Cristo vino, fortaleció las leyes de Dios como el fundamento de la conducta moral. La Palabra de Dios es clara: Los creyentes deben vivir conforme a las normas morales de la Palabra de Dios.
Esta lección lo estimulará a cultivar una ética basada en la Palabra de Dios y exhorta a los creyentes a que ayuden a los demás a vivir conforme a estas normas.
Comentario Bíblico
I. Los mandamientos de Dios (Mateo 5:17,18)
A. Basados en la ley
Nuestra norma de ética personal necesita un fundamento en un código formal de conducta ajeno a nosotros. Para el judío, ese código de conducta era la ley. Al obedecer los muchos mandamientos de la ley, los judíos tenían un manual de la vida moral en su mundo. Como los judíos insistían tanto en la ley, rechazaban cualquiera cosa que pareciera en contra de ella.
Muchos judíos enseñaban que las enseñanzas de Jesús estaban en contra de la ley. En realidad, acusaron a Jesús de quebrantar la ley. Pero Jesús afirmó que no vino a abrogar la ley sino a cumplirla (Mateo 5:17,18).
Pregunta: ¿Re qué manera cumplió Jesucristo la ley?
Muchos eruditos bíblicos enseñan que la declaración de Jesús en el versículo 17 se refiere a las leyes morales que confirmó mediante sus enseñanzas. Otros creen que Jesús reveló la plenitud o el sentido de la ley al enseñar los principios que sustentan la ley, no sólo sus mandamientos. Sin embargo, es mejor comprender que Jesucristo es el cumplimiento de la ley; ella señala hacia Él. La ley tenía un aspecto reglamentario y uno profetice. Es a ese aspecto profetice al que se refiere Jesús.
A fin de subrayar aún más la importancia de la ley, Jesús dijo que hasta que pasaran el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasaría de la ley hasta que toda se hubiera cumplido. Las palabras "jota" y "tilde" se refieren a las partes más pequeñas de las letras hebreas. Ni siquiera podía abrogarse la parte más pequeña de la ley. Con esa afirmación, Jesús hizo valer con toda claridad la pertinencia de la ley como el fundamento de la enseñanza moral tanto en su época como en el futuro.
B. Más allá de la ley
Aunque la salvación que Jesucristo dio no se basa en guardar la ley. Él sigue dándole importancia a la ley (Mateo 5:19).
Pregunta: Como somos salvos por gracia, ¿cuál es nuestra relación con la ley?
Somos salvos sólo por la fe en Cristo. La salvación por gracia no abrogó la ley, sino que en Cristo somos liberados de la esclavitud de la ley (Gálatas 3:10-14). Aunque no tenemos que obedecer la ley para ser salvos, cuando andamos conforme al Espíritu, cumplimos los justos requisitos de la ley (Romanos 8:4).
A fin de subrayar la importancia de la obediencia a las normas morales de la ley. Jesús condenó a quienes quebrantaran el más pequeño mandamiento de la ley. También condenó a quienes enseñaban a los demás a quebrantar la ley (Mateo 5:19). Esa tal vez sea una alusión a los fariseos (23:1-36; 15:1-9,14). Quienes quebrantaran el más pequeño de esos mandamientos y les enseñaran a los demás a hacer lo mismo serían los más pequeños en el reino de los cielos. Jesucristo quiere que nuestra conducta y nuestras actitudes muestren nuestra obediencia a la Palabra de Dios.
Las enseñanzas de Jesús revelaron el propósito de la ley. Sus enseñanzas éticas no contradicen la ley del Antiguo Testamento. Más bien sus enseñanzas defendían la ley moral revelada por medio de Moisés. Jesús confirmó la ley como una revelación de Dios, que no cambia. Un cristiano que rechaza la ley moral revelada en el Antiguo Testamento está rechazando, según las normas de Jesús, la Palabra de Dios.
La Palabra de Dios es el fundamento de nuestra norma de conducta y de filosofía moral. Jesucristo quiere que sus discípulos obedezcan y enseñen la Palabra de Dios. Los verbos "haga" y "enseñe" representan un compromiso personal de obedecer la Palabra.
Pregunta: ¿Por qué tiene que superar nuestra justicia la de los escribas y los fariseos?
La declaración de Jesús debe de haber sido sorprendente para sus oyentes. A los escribas y fariseos se les consideraba eruditos bíblicos, la élite religiosa de la Palestina del primer siglo. La mayoría de los oyentes de Jesús ni siquiera soñaban con superarlos en justicia. Pero la justicia de los escribas y los fariseos era sólo una fidelidad externa a reglas legalistas basadas en la letra de la ley. No había cambiado su ser interior; sólo aparentaban ser justos.
Las enseñanzas de Jesús defendieron la ley como el fundamento de la vida de santidad. Pero la ley no podía dar el poder para vivir en santidad. Sólo por medio de Cristo podemos tener la transformación interior necesaria para obedecer la Palabra de Dios. Entonces, en vez de fijarnos en las expresiones externas de la ley, podemos obedecer la Palabra mientras andamos en el Espíritu.
II. Comunidad de fe (Efesios 2:19,20)
A. Un cuerpo
Aunque la ética personal se basa en la Palabra de Dios, en cierto sentido nuestra ética personal también está determinada por los hermanos en la fe. Cuando nos reunimos con otros creyentes y analizamos la Palabra de Dios y cómo se aplica a nuestra vida, cultivamos nuestro código de ética. Por lo tanto, es importante que tengamos cerca cristianos con experiencia que pueden ayudarnos a cultivar un fundamento bíblico para nuestra ética personal.
Pregunta: ¿Cómo pueden los creyentes t ayudarse mutuamente a cultivar un código de ética basado en principios bíblicos?
En Cristo, Dios ha hecho de todos los creyentes "un solo cuerpo" (Efesios 2:16). Gracias a la obra de Cristo en la cruz, todos los creyentes son "conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios" (v. 19). Aunque todos somos diferentes, como miembros del cuerpo, tenemos algo común: todos tenemos el mismo fundamento (v. 20).
La frase "el fundamento de los apóstoles y profetas" indica el fundamento de la enseñanza ética en la Iglesia. La palabra profética del Antiguo Testamento y la enseñanza apostólica del Nuevo Testamento son el fundamento de nuestra fe cristiana. Los apóstoles fueron testigos presenciales del ministerio terrenal de Cristo. Con su enseñanza proclamaron la verdad del evangelio adondequiera que iban.
La Iglesia también tiene a Cristo, la piedra del ángulo, como el fundamento de sus creencias. La frase "piedra del ángulo" puede aludir a la piedra puesta en la esquina de un edificio como el punto de partida y la piedra que daba estabilidad al edificio. A veces se emplea esa misma frase para describir la albardilla o piedra de conexión que mantiene unido todo el edificio. El fundamento de nuestras normas éticas viene de Cristo, de sus enseñanzas y de las enseñanzas de los apóstoles por medio de la iglesia. Esas enseñanzas proporcionan la estabilidad que necesitamos para vivir en santidad en este mundo impío.
B. Un edificio nuevo
Aunque Pablo llamó a la iglesia un "edificio", no es un edificio cualquiera. La iglesia es "un templo santo en el Señor" (Efesios2:21).
Pregunta: ¿De qué manera es un templo la iglesia?
Cuando Pablo le llamó a la iglesia un templo, es probable que estuviera pensando en el templo de Jerusalén. Ese templo era un lugar de adoración y sacrificio. La palabra traducida "templo" también alude al lugar santísimo del templo donde habitaba la presencia de Dios. Así como el lugar santísimo representaba la presencia de Dios en el mundo, la Iglesia representa la presencia de Dios en el mundo actual.
Pablo también empleó la alegoría de un templo todavía en construcción. A todos los miembros se les está edificando. La obra de Cristo en la terminación del nuevo templo incluía la unión de judíos y gentiles. Su obra constante consiste en poner a cada creyente en un puesto de ministerio en el edificio. Al igual que un albañil experto, Cristo está coordinando perfectamente sus ladrillos vivos.
A fin de explicar mejor el propósito de la Iglesia, Pablo la llamó una "morada de Dios en el Espíritu". Es decir, que Dios mora en su Iglesia por medio de su Espíritu (v. 22). Como la Iglesia representa la presencia de Dios, es imprescindible que sus miembros vivan en santidad. Así como había que santificar y limpiar cada utensilio del templo, también cada miembro de la Iglesia tiene que ser limpiado por la sangre de Cristo y ser apartado para Él.
Dios desea que su pueblo trabaje junto con Él para cumplir sus propósitos para su Iglesia. Dios quiere que todos los cristianos sean santos, se armonicen y proclamen su presencia en el mundo. Cuando la iglesia trabaje con esa meta dada por Dios, será un lugar de enseñanza, renovación y adoración.
Nuestra ética personal no es simplemente teórica. Ponemos en práctica nuestra ética en nuestra vida cada día, mostrando la obra transformadora de Dios en nuestra vida.
Pregunta: ¿Qué cambios tienen lugar en nuestra vida cuando somos salvos?
En Efesios 4:17-19, Pablo describió nuestra vida antes de ser cristianos. Antes de ser cristianos, andábamos en la vanidad porque estaba entenebrecida nuestra mente. No habíamos experimentado todavía el poder transformador del evangelio. No entendíamos el plan de Dios o el propósito de su creación.
Según Pablo, estaba entenebrecido nuestro entendimiento, debido a la "dureza" de nuestro corazón (v. 18). Estábamos ciegos por causa de nuestra ignorancia y falta de entendimiento respecto a la vida nueva que pudiéramos tener en Cristo. Y mientras persistimos en esa ignorancia, estábamos alejados de Dios y de la vida nueva que quería que tuviéramos en Cristo.
El entenebrecimiento de la mente es sólo el primer paso; una mente entenebrecida resulta en acciones siniestras. Quienes tienen un entendimiento entenebrecido "perdieron toda sensibilidad"; ya no los acusa la conciencia (v. 19).
El rechazar a Dios entenebrece la mente y endurece la conciencia, pero la espiral descendente no termina allí. Una vez que se pierde toda sensibilidad moral, el pecado toma el control de la vida de una persona y su vida es dominada por los insaciables placeres de la carne.
B. Carácter transformado
Sin embargo, como creyentes, se ha transformado nuestra vida. Y no hemos de vivir como los gentiles en la vanidad de su mente. Cristo está transformando nuestra mente. En Efesios 4:20-23, Pablo puso de relieve este proceso de santificación que está ocurriendo en quienes han aceptado a Cristo como su Salvador.
Pablo les recordó a los creyentes la enseñanza que habían recibido cuando les predicó la primera vez (w. 20,21). Habían experimentado a Cristo de una forma genuina, y Pablo les había explicado la vida que iban a tener en Cristo. Según Pablo, esa vida nueva se caracteriza por dos acciones: despojarse y vestirse.
Ante todo, los cristianos deben despojarse de su "pasada manera de vivir" (v. 22). Gracias a nuestra vida nueva en Cristo, no debemos seguir en la conducta pecaminosa que caracterizaba nuestra vida antes de ser cristianos.
Pregunta: ¿Por qué es necesario que el cristiano tenga una mente renovada?
Al igual que la raíz del problema del pecado en una persona antes de entregarse a Cristo está en la mente, así se caracteriza la vida nueva cristiana por una mente renovada (v. 23). La renovación de la mente es parte del vestirse del nuevo ser. Ese nuevo ser es creado por Dios.
Pregunta: Como creyentes, ¿cómo podemos renovar nuestra mente?
Aunque somos hechos justos y santos en la salvación, también tenemos la responsabilidad de seguir viviendo en santidad. Tenemos que tomar la decisión de permitir que la santidad de Dios en nosotros llene toda nuestra vida, renovando nuestra mente en Cristo.
La renovación de nuestra mente es un proceso continuo de toda la vida. Cada día tenemos que rendirle nuestros pensamientos y nuestra conducta a Cristo (Salmo 19:14). Cuando lo hagamos, seguiremos convirtiéndonos en la nueva persona que Cristo creó "en la justicia y santidad de la verdad".
Aplicación
Para los creyentes, la vida moral no es optativa. Dios quiere que sus hijos vivan de una forma que lo honre. Pero el vivir de una manera que exalte a Dios exige una norma de santidad. Y esa norma es la Biblia, la Palabra de Dios.
La transformación interior que Cristo hizo en usted también incluyó renovación de su mente. Como cristiano, ha cambiado su forma de pensar, y seguirá cambiando mientras crezca en Él. Cuando usted lea la Palabra de Dios, pídale al Espíritu Santo que le ayude a cambiar su perspectiva de la vida a fin de revelar la imagen de Dios en usted. Pídale también que le dé el poder para obedecer su Palabra cada día. Después permita que Él lo transforme a la imagen de Cristo (Romanos 8:29).
0 comentarios:
Publicar un comentario