Mateo 5:38-48; Romanos 12:14-21
Verdad central: Los cristianos deben procurar ser pacificadores en todas sus relaciones
Texto áureo: Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios (Mateo 5:9)
Bosquejo general
I. Respondiendo a la injusticia
A. Insulto físico
B. Injusticias legales y sociales
II. Ame a sus enemigos
A. Amor por sus enemigos
B. Como hijos del Padre celestial
III. Venciendo el mal con el bien
A. Sea de un mismo sentir
B. En paz con todos los hombres
Objetivo
Ver que podemos y debemos vivir como pacificadores, y emplear principios cristianos en cada relación personal.
Introducción
El mundo necesita pacificadores, o más bien, al Pacificador, a Jesucristo. Como representante de Cristo, todo creyente debe ser un pacificador (1) entre Dios y el hombre, y (2) entre las personas que tienen conflictos. La mejor forma de ser un pacificador en ambos casos es hacer que la gente se convierta en siervos de Jesucristo, presentándolos al Salvador.
El amor de Dios es extraordinario; es sobrenatural. A medida que los creyentes manifiesten este amor extraordinario, los pecadores serán atraídos a Cristo. Si fallamos en demostrar el amor de Cristo al no permitir que el Espíritu manifieste su fruto en nosotros, seremos responsables de los que se pierden porque no pudieron ver a Cristo en nuestra vida.
Comentario Bíblico
I. Respondiendo a la injusticia (Mateo 5:38-42)
A. Insulto físico
"Ojo por ojo, y diente por diente" no significaba que una persona debía ir tras la persona que lo ofendió y sacarle su ojo o diente como castigo por ofenderlo. Este mandato se presenta tres veces en el Antiguo Testamento (Éxodo 21:24, Levítico 24:21, y Deuteronomio 19:21). En cada caso, el mandato se dio para servir como consejo a los magistrados y jueces. El propósito de la ley era asegurar que un juez no aplicara una pena desmesurada.
Pero lamentablemente los líderes y maestros judíos en el tiempo de Cristo habían corrompido el mandato. A consecuencia de ello, muchos individuos aplicaban tal pena usando el mandato en el Antiguo Testamento para justificar sus acciones. La enseñanza de Jesús tenía la intención de tratar con este abuso de la ley.
Cuando leemos un pasaje como Mateo 5:38,39, necesitamos buscar la actitud básica que Jesús quería enfatizar. Varias veces Cristo habló en términos muy concretos para enfatizar algo. Por ejemplo, Mateo 5:29,30 presenta unas sugerencias muy extremas de sacar un ojo o cortar una mano cuando nos conducen al pecado. Pero la actitud que Jesús quería establecer en sus oyentes por estas enseñanzas era de que tuvieran repugnancia por el pecado.
Al leer los versículos 38 y 39 de nuevo, es posible que se vea una aplicación semejante. Si se toman literalmente y al extremo, estos versículos demandan que el cristiano esté quieto y reciba cualquier abuso físico de parte de otros. Cualquier forma de defensa propia sería desobedecer el mandato en el versículo 39 que dice: "No resistáis al que es malo". Sin embargo, es evidente que al cristiano se le enseña en este pasaje que se esfuerce en perdonar, y evite causar dolor. Los cristianos pueden protegerse del daño físico, pueden hasta proteger a sus familiares y defender a los demás, pero su meta primordial debe ser procurar la paz.
B. Injusticias legales y sociales
Una lectura superficial de Mateo 5:40 parecería indicar que el cristiano está a la merced de cualquier persona que busca demandarlo. Si su adversario gana el caso, el cristiano está obligado a pagar más que sólo una multa. Pero Jesús nunca quiso que sus seguidores fueran víctimas. El estaba buscando una actitud que promoviera la paz. Cristo no está condenando el uso correcto de los tribunales sólo está condenando el espíritu de contienda y venganza.
En 1 Corintios 6:1-8, Pablo advirtió a los creyentes contra llevar sus diferencias o demandas ante una corte secular. Pablo estaba animando a los creyentes a arreglar sus diferencias personales dentro de la iglesia. Sin embargo, Romanos 13:1-5 le da apoyo al sistema judicial establecido cuando hay asuntos criminales. Cuando la enseñanza de Cristo se considera junto a estos ejemplos adicionales, vemos que la justicia predomina cuando el cristiano defiende sus derechos contra toda acción criminal.
Jesús también se dirigió a las actitudes en el versículo 41. El ejército romano que vivía en Palestina en ese tiempo podía obligar a la gente a llevar una carga. Los judíos odiaban la humillación pública que sufrían cuando se les obligaba a llevar una carga. El odio, aun contra sus opresores, es incorrecto. Jesús quería que sus oyentes tuvieran una actitud pacífica de servicio aun hacia estas personas.
Mucho de lo que nos exige un gobierno o aun nuestro jefe nos puede parecer egoísta o injusto. Pero un cristiano debe cumplir con sus obligaciones sin quejarse, aun cuando le traigan dificultades. Cuando sea posible, el creyente debe ir aun más allá de su responsabilidad. Esto puede ser un poderoso testimonio a los que lo observan.
Un significado no realista, demasiado literal, jamás podrá asignársele al versículo 42 por el peligro de que todo cristiano viva empobrecido. Cualquier vago podría pedir del cristiano su sueldo de cada semana sin que éste se lo niegue. La Biblia enseña que uno debe trabajar para suplir sus necesidades cotidianas. En 2 Tesalonicenses 3:10, Pablo se dirige a los creyentes y les dice que si alguien no trabaja, tampoco coma. Al cristiano se le llama a hacer sacrificios para promover la paz. Las medidas extremas mencionadas en Mateo 5:38-42 sirven para apoyar esta verdad. Se debe buscar la dirección de Dios en circunstancias individuales para saber cómo resolver el conflicto sin permitirle al mal la oportunidad de crecer.
II. Ame a sus enemigos (Mateo 5:43-48)
A. Amor por sus enemigos En Mateo 5:43 Jesús atacó a los judíos por lo que ellos habían añadido erróneamente al mandato de Dios de amar al prójimo. Parece que el mandato de aborrecer a sus enemigos se añadió como el equivalente de amar al prójimo. Dios nunca tuvo la intención de promover el odio entre su pueblo.
El versículo 44 es contrario a esta enseñanza popular de los judíos. El amor que Cristo mandó tener es una demostración del perfecto amor que el Padre tiene por todos sus enemigos, por todos los pecadores.
Pregunta: ¿Es posible amar a los que nos han sido contrarios?
Todos sabemos por experiencia lo difícil que es amar a nuestros enemigos. Ni siquiera necesitamos una excusa para darnos motivo para odiar al que es contrario. Pero hay una manera más excelente de manejar nuestros sentimientos cuando se trata de nuestros enemigos. Hay que bendecirlos, hacerles bien y orar por ellos. Con la ayuda del Espíritu Santo que aviva el fruto del amor divino en nuestra vida, podemos tratarlos de la manera que Cristo enseñó.
B. Como hijos del Padre celestial
Los cristianos deben amar a sus enemigos (sus perseguidores) para ser hijos del Padre. Mateo 5:45 hace una comparación entre el amor del cristiano y el amor de Dios. Jesús indicó que el amor de Dios verdaderamente es universal. Nuestro amor debe ser igual.
El asunto aquí no es la salvación. Jesús no quiso decir que el amor que una persona tiene por los demás lo salvará. El amor por los demás viene a ser una evidencia de una relación ya establecida con Dios (Juan 13:35).
Cuando el mundo ve a los cristianos amando a sus enemigos, es prueba de que verdaderamente son hijos de Dios. No basta con afirmar que somos hijos del Padre; nuestras obras deben demostrarlo. Los versículos 46 y 47 enseñan que los cristianos deben separarse del mundo en cuanto a acciones y actitudes. Unirse al ambiente del mundo no traerá a otros a Cristo.
Jesús nos dio una meta cuando se refirió a la perfección en el versículo 48. No tenemos que ser perfectos en el sentido de ser omniscientes, omnipotentes y los demás atributos de Dios. Mas bien, debemos procurar vivir dentro de sus normas de no pecar. Y, el fundamento de esas normas es el amor divino. El amor que lo condujo a enviar a su Hijo a morir por los pecados del mundo fue un amor perfecto. Con la ayuda de Dios, ese mismo amor puede fluir en la vida de todos los creyentes.
III. Venciendo el mal con el bien (Romanos 12:14-21)
A. Sea de un mismo sentir
Romanos 12:14 suena muy parecido a las enseñanzas de Jesús en Mateo 5. Pablo estaba pidiendo una reacción a la adversidad que es totalmente opuesta a lo que el mundo puede esperar. Las líneas de conducta que siguen al versículo 14, pueden aplicarse a cualquier relación, ya sea placentera o difícil.
"Unánimes entre vosotros" (v. 16) es una conclusión adecuada para el versículo 15: "Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran." Identificarse con cualquier sufrimiento que la otra persona esté pasando es la mejor manera de convertirse en amigo de un enemigo es vencer el mal con el bien (v. 21). Demostrar verdadera comprensión es el deber de todos los cristianos que desean ser pacificadores.
Los versículos 15 y 16 van más allá de sólo ofrecer consejos para saber cómo tratar con los conflictos. Apelan al cristiano a que ayude a las personas sin importarle su posición social. El creyente debe ver el valor de los demás en lugar de concentrarse en sí mismo. Ya sea que la gente lo trate a uno bien o mal, si vive según este principio, le ayudará a tratar a los demás como Dios desea que lo haga.
B. En paz con todos los hombres
Para vivir en paz con los demás, el creyente debe vivir una vida ejemplar. No le beneficiará responder al mal con una mala conducta. Debe mantener las normas de Dios (v. 17). La responsabilidad de vivir en paz recae sobre el individuo. No puede determinarse a vivir en paz sólo y cuando los demás demuestran una buena conducta. "En cuanto dependa de vosotros" (v. 18) nos dice que uno debe hacer todo lo posible para procurar la paz. Si el esfuerzo de traer paz falla, la culpa no debe ser del creyente. Si el enemigo rehusa aceptar la paz a pesar de nuestros esfuerzos, el asunto debe ponerse en las manos de Dios.
Tener dominio propio, que es fruto del Espíritu Santo obrando en nuestra vida, nos conducirá por el camino de los pacificadores en vez de por el camino de la contienda. Con la ayuda de Dios, no tenemos que vengarnos por los daños que nos hacen (v. 19). Tales asuntos deben descansar en las manos de Dios; Él es quien mide la venganza y el juicio.
Pregunta: ¿Por qué debe el cristiano dejar la venganza en manos de Dios? ¿No puede el creyente ser el instrumento de Dios para traer venganza?
Dios es el único que puede obrar sin malicia u odio. Dios ve los corazones, los motivos y las debilidades del hombre. Sólo el que es el Juez de toda la tierra puede hacer bien; siempre juzga con justicia (Génesis 18:25, Salmo 98:9).
Dejarlo todo en las manos de Dios no significa que dejamos de ser pacificadores. El versículo 20 nos llama a dar una respuesta positiva a nuestro enemigo: "Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de beber." Aun si nunca responde a su amor y bondad, usted ha obedecido a Cristo Jesús. "Pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza" (v. 20).
Pregunta: ¿Qué significa amontonar "ascuas de fuego" sobre la cabeza de uno?
Se sugieren dos significados:
(1) La persona que hace la buena obra realmente se está vengando al hacer que la otra persona se sienta mal por haber sido contencioso. Esta interpretación no considera el versículo 21.
(2) La buena respuesta que el enemigo recibe puede llevarlo al arrepentimiento. Esto concuerda más con el versículo 21; el individuo vence el mal de su enemigo con el bien. La mayoría de los eruditos prefieren el segundo significado.
"No seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal" (Romanos 12:21). El llamado de los cristianos a vivir en paz no es para que sean pasivos. Ser obedientes a Dios frente a la opresión puede resultar en una victoria mayor que si atacamos por nuestra propia cuenta; es más, Dios puede usarnos en lo que decide hacer. Al confiar en Dios no tenemos que depender de nuestros propios esfuerzos o emociones.
Aplicación
El principio que hemos estado estudiando - buscando promover la paz en medio de la adversidad - es uno de los principios más difíciles de dominar en nuestra vida cristiana. Hay muchos cristianos que tienen la opinión del mundo, es decir, que los derechos personales de uno deben protegerse a toda costa. Sin embargo, ceder los derechos personales cuando otros nos atacan puede ser precisamente lo que se necesita si en verdad este Siglo 21 va a producir una gran cosecha de almas para Cristo. Los cristianos que son egoístas nunca serán evangelistas efectivos.
¿Cómo puede uno como cristiano hacer los sacrificios necesarios para ganar a los perdidos si su meta principal es defender sus derechos? ¿Cómo se podrá alcanzar a la gente que vive en las peores condiciones de nuestra sociedad si los creyentes rehusan salir de sus hogares cómodos? Las instrucciones que Jesús dejó no son para que sus seguidores se queden sin hacer nada. Su llamado es a la acción, pero esa acción debe basarse en la dirección que Él da y no en una experiencia emocional.
Los pocos momentos que nos restan al final de la clase no son suficientes para que uno se deshaga de los hábitos que han estado arraigados durante toda una vida. Pero los momentos que nos restan hoy son suficientes para decirle al Señor que queremos ser pacificadores y perfectos así como nuestro Padre en los cielos es perfecto.
martes, 21 de junio de 2011
El vivir como pacificadores
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