lunes, 11 de abril de 2011

Rompiendo Mitos!!!

Es bastante visto que son muchos los cristianos que discuten ferozmente cualquier enseñanza sobre la liberación de demonios. Personalmente y pese a que ese tipo de enseñanza no es precisamente la base de lo que estoy compartiendo permanentemente, me ha tocado ver que, cuando he rozado el tema, hay mucha gente – la mayoría cristianos sinceros y fieles -, que directamente se han puesto muy mal.

Habrá que convenir que esto ocurre por un sinfín de razones, en las que generalmente tiene que ver la enseñanza que han recibido o sencillamente por miedo a las represalias de los demonios. Corrie Tem Boom, personaje que en modo alguno puede discutirse, escribió alguna vez en un librito que tituló: “Enemigos Derrotados”, que el temor a los demonios, proviene de los mismos demonios.

(Mateo 10: 7)= Y yendo, predicad, diciendo: el reino de los cielos se ha acercado.

(8) Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios, de gracia recibisteis, dad de gracia.

Primero y fundamental: esto no le habilita a usted para que dedique sus horas a sanar a cuanto enfermo pueda encontrar, a corretear de sala velatoria en sala velatoria resucitando a cuanto cadáver se le cruce, y, obviamente, tampoco parea ponerse a perseguir alegremente a todo lo que le parezca demonio. A lo que sí le habilita, es a no tener miedo a ningún ministerio que el Señor le mande a ejercer. A que se goce de ese ministerio, no a que lo padezca.

Sin embargo, y teniendo muy en cuenta que ese ministerio está disponible para todo aquel que esté EN Cristo y no ligeramente, como tantos suponen, para los que apenas concurren a una iglesia, hay que tener en cuenta seis mitos que los creyentes hemos cultivado durante años y que, a la luz de las Escrituras, algunos de ellos parecen ser más producto de decisión de hombres sin verdadera confianza de creyentes que de lo que la misma Biblia dice.

Lo primero que quiero compartir es una mentira bastante difundida en muchas congregaciones, (En demasiadas, podría decir, para mi gusto), que con total y absoluta sinceridad se denominan cristianos y que se constituye en el primer mito: EL DIABLO NO EXISTE.

Esta mentira, en el sentido de que ni el diablo ni los demonios existen, es creída por cristianos que han sido indoctrinados por teólogos liberales y por líderes que, en definitiva, rechazan la autoridad firme y completa de las Escrituras, le suenen racionales o no a nuestra mente humana.

LA mayoría de ese liderazgo, aunque parezca increíble, está rechazando íntimamente el nacimiento virginal de Jesús, su resurrección corporal y todos los milagros bíblicos. Me comentaban algunos pastores con veinte o treinta años en el ministerio, que todavía se asombran por la arrogancia de algunos hombres que dicen ser ministros del evangelio, pero que deliberadamente rechazan el fundamento bíblico de sus propios ministerios, vistiéndolos con una mezcla de ciencia, psicología o filosofía para que pueda resultar, - aseguran -, más “creíble” al mundo. En suma: dicen predicar el evangelio de Jesucristo pero, en reuniones, análisis, evaluaciones y opiniones personales, se permiten poner en duda y hasta subestimar una gran parte de la palabra original.

Trágicamente, cuando se rechaza la enseñanza clara de las Escrituras, cruelmente se deja afuera a muchos cristianos de la efectividad de un ministerio bíblico. Si bien tenemos que estar inmensamente agradecidos por la medicina y la psiquiatría, tenemos que reconocer fielmente que estas dos ciencias tienen visibles limitaciones.

En muchas ocasiones se ha visto, - y a mí me ha tocado verlo, aunque en este terreno mi experiencia sea muy pequeña comparada con la de hombres y mujeres que tienen muchísima más autoridad -, como, en una sola hora de ministerio, la gente es liberada de años de tormento demoníaco, años miserables y debilitantes en los que gastaron mucho dinero en complicados tratamientos total y absolutamente ineficaces, aunque disfrazados de pseudo-exitosos por una dialéctica y un discurso pomposo que intenta mostrar lo que no vemos, convencernos de algo que no es real y que termina por frustrar, decepcionar a multitudes que, en una de esas, y ante la carencia de soluciones, a veces llegan a entregarse mansamente a las manos del curanderismo, la hechicería o cualquier otra forma de ocultismo disfrazado de “medicinas alternativas”. El precio que se paga por rechazar ministerios bíblicos válidos es excesivamente alto.

El segundo mito, que también es una clara mentira absolutamente antibíblica, es el que ha hecho creer a muchos cristianos sinceros que: EL DIABLO ES DEMASIADO PODEROSO COMO PARA ENFRENTÁRSELE.

Aquí la cosa se modifica. Muy sutilmente, pero se modifica. Se cree en la existencia real del diablo, pero la influencia satánica ha llevado a hacer pensar que es demasiado poderoso para hacerle frente. En estos casos, se toman dos actitudes temerosas: (1) Dejar que el diablo haga lo que quiera, porque enfrentarlo equivale a ser derrotados o enloquecer. (2) No meterse con él, pensando – terrible error -, que de ese modo él no se va a meter con nosotros, ni nos va a molestar, ni nos va a atacar. Es como si escucharan su voz rugiente que les dice: “¡Sí! ¡Soy real! ¡Y si no te apartas de mí, voy a despedazarte!”

En estos ambientes usted no puede ni mencionar siquiera la frase “Guerra Espiritual”. Hasta se cita la Biblia para confirmar que el pueblo de Dios debe ser pacífico. Hay un problema: ser pacífico, lo cual está muy bien, no es ser pasivo. Las Escrituras no dan ninguna indicación de que nuestra actitud hacia el diablo debe ser pasiva; todo lo contrario.

81 Pedro 5: 8)= Sed sobrios, (Le está diciendo a usted que no se pude inventar un ministerio no bíblico que ande alegremente por la vida cazando brujas) …y velad (Velar es vigilar, no confiarse, estar de guardia y EN guardia) …porque vuestro adversario el diablo, (El diablo es SU adversario, se meta usted con él o no. Adversario es la traducción literal de la palabra Satanás) …anda como león rugiente, (Cuidado: no se confunda. No dice que ES un león. Dice que anda COMO león) …anda alrededor buscando a quien devorar, (Anda alrededor, esto es: por afuera. ¿Afuera de qué? Afuera de la cobertura que la sangre de Cristo y su victoria le otorgan a usted) …al cual resistid firmes en la fe (La palabra RESISTID, aquí, está colocada en términos guerreros. Un soldado resiste combatiendo, no soportando todo lo que le tiren) …sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo. (NO es una lucha solamente, es la lucha de todos los hermanos en Cristo).

Teniendo estas escrituras y muchas otras, sorprende y apena que tantos cristianos maduros en otras cosas, sean tan ingenuos y a veces tan hostiles con un ministerio dirigido a ejercer nuestra autoridad contra Satanás y sus espíritus malignos.

Pretender que no existe, o aceptar su existencia, pero esquivarlo, no cumplirá con el trabajo que se nos ha encomendado. Decía un joven pastor: “Tenemos que saber cómo hacer la guerra espiritual. Una cosa he aprendido, - añadía -, Satanás le ataca en cada oportunidad que puede, le preste atención o lo ignore usted.”

Hay un tercer mito que asegura que HOY NO SE PUEDEN ECHAR FUERA DEMONIOS. Eso parecería ser una herejía teológica que ha debilitado a la iglesia durante siglos y siglos. Hay una teoría que ha enseñado a muchísimos que todos los milagros terminaron con la era del Nuevo Testamento. Es decir que lo que se enseña es que esos fueron milagros transitorios para ayudar a la iglesia en un buen comienzo, pero después, - y no me explico de donde sacan esto -, Dios “se llevó” el poder. ¿Será verdaderamente que Dios se llevó el poder o será que como la iglesia no cree en ese poder, ese poder no puede manifestarse?

El resurgimiento de dones y ministerios evidentes ha rebatido claramente esa teoría. Aún comprendiendo muchos excesos cometidos por inmadurez. No obstante, todavía hay muchos cristianos que resisten o ignoran esos testimonios amparándose, precisamente, en aquellas muestras de inmadurez. Es decir: hablan de lo que se hizo mal y en la carne, pero ignoran o callan lo que se hizo con sobriedad.

Hay líderes que aunque no estén doctrinalmente opuestos, se muestran reacios a reconocerlo o utilizarlo. A lo mejor hablan en lenguas, oran por enfermos, profetizan y hasta reprenden a Satanás de una manera general y cautelosa, pero no ejercen toda su autoridad contra los poderes demoníacos, de manera que el tormento sigue ignorando en las vidas de las personas que están bajo sus ministerios.

Un cuarto mito no bíblico es el que asegura que si hubiese un ministerio de echar fuera demonios, no sería para los cristianos. Porque, - dicen -, UN CRISTIANO NO PUEDE TENER UN DEMONIO. Esa, es una de las mentiras más efectivas que tiene Satanás. Atención con esto: no hablamos de posesión, hablamos de presencia de demonios en algún área de una vida.

Cualquiera que haya asistido en cualquier punto del planeta a algunas de las campañas de Carlos Anacondia sabe que, de cada diez asistentes a las mismas, ocho son gente que concurre a alguna iglesia evangélica y los otros dos pueden ser no creyentes. Y también habrán comprobado que, de cada diez personas que deben ser trasladadas con manifestaciones demoníacas a la carpa de liberación, ocho son personas que se están congregando y dos no creyentes. Ante esa estadística que cualquiera puede confirmar y corroborar, ese mito se desmorona estrepitosamente.

Un reconocido escritor cristiano llamado Don Basham, escribió un libro titulado, precisamente, así: “¿Puede un cristiano tener un demonio?”. Se lo recomiendo. Creo que coloca muchas cosas sueltas en su debido lugar. Sin misticismos ni delirios; con sobriedad y pruebas fehacientes. Es bastante viejo, pero creería que todavía se puede conseguir.

Contaba en cierta ocasión un evangelista itinerante, que en momentos que ministraba en una iglesia, una mujer cayó retorciéndose, chillando agudamente y vociferando palabrotas. Al pastor de esa iglesia casi le dio un infarto; esa mujer era una de sus más trabajadoras diaconisas. Y no interesó que la mujer recibiera liberación, llorara y alabara a Dios por sentirse libre de su tormento; el evangelista fue duramente criticado por haber orado por los cristianos allí presentes como si tuvieran espíritus malignos.

Aquí hay que ir a la palabra. Jesús echó fuera demonios de gente que no era pagana. Eran creyentes del único y verdadero Dios e hijas e hijos de Abraham que adoraban y temían a Dios. Y que todos los tormentos que sufrían, descriptos como aflicciones demoníacas, los tienen muchos que hoy se congregan en templos cristianos.

Es importante saber que el diablo no cesa sus ataques solamente porque nos convertimos. Lo que sucede es que ahora tenemos acceso a las armas sobrenaturales para pelear y una d estas es la liberación.

Una pregunta muy sabia y oportuna que se suele hacer en estos casos, es: ¿Cómo puede haber lugar para un demonio en un creyente lleno del Espíritu Santo? Indiscutible; la lógica de la pregunta es sin tacha. El problema radica en que nadie está totalmente lleno del Espíritu Santo. Si lo estuviera, no sólo nunca serían molestados por demonios, sino que tampoco pecarían ni se enfermarían. Es obvio que el pecado y la enfermedad no vienen de Dios sino del enemigo. De igual manera, cristianos sinceros pero imperfectos, pueden sufrir aflicciones diversas entre las que se encuentran las influidas por demonios.

Una vez le preguntaron a un famoso evangelista internacional por qué era que testificaba de haber tenido tantas llenuras del Espíritu Santo. ¿Sabe qué respondió? “¡Es que debo tener alguna pérdida, eso es evidente!” Muy bien; nosotros también.

Otra posición asumida y practicada hoy, y que al mismo tiempo se constituye en otro de los mitos, y que por supuesto, deberemos entender y respetar porque no estamos aquí como jueces, es la de que LA LIBERACIÓN TIENE QUE SER HECHA POR EXPERTOS Y EN PRIVADO. A este punto hay que tomarlo con mucho cuidado para no causar confusión y para no alentar a aventuras irresponsables a tantísimos cristianos inmaduros que suponen que pueden hacer lo que se les da la gana y no tienen ni la menor idea de lo que significa la palabra “sujeción”. Como de costumbre, el error más clásico es el de caminar por los extremos y, en este caso, los dos extremos son perjudiciales. No se olvide que un pensamiento extremo, no es más que la sobredimensión, la exageración de una verdad.

La palabra da cuenta de un mandamiento muy claro por parte del señor: predicar el evangelio (Válido para todos los que han creído, no sólo para los evangelistas o para el pastor), sanar a los enfermos (No hay discriminación escrita, por lo que el alcance es el mismo), y echar fuera demonios (El texto y contexto es el mismo), por lo que se asegura que cualquier persona capaz de testificar tiene la capacidad y la autoridad parea hacer esto, cuando la necesidad se presenta. Cuidado, se lo reitero: esto no lo habilita a usted a alquilar una oficina y colocar un letrero que diga: “Sano y Libero. Precios módicos. Pase y Vea”, ¿Me entiende lo que quiero decirle?

Es muy cierto que hay dones específicos y ministerios dados por Dios que evidencian un énfasis en ciertas personas y no tanto en otras, pero todos los que hoy tienen una obra clara y reconocida tanto en la sanidad como en la liberación, cuando empezaron, lo hicieron sin ninguna clase de experiencia previa. Lo cierto y real es que hoy Dios usa a ciertos hombres y mujeres específicamente en estas áreas: predicar, enseñar, sanar, liberar, pero no menos cierto es que cuando la necesidad se presenta de una manera concreta, cualquier creyente fiel puede ser usado por Dios si obedece.

Asimismo, la segunda parte que señala que este ministerio debe ser ejercitado únicamente en privado, (De hecho que se está haciendo mayoritariamente así), implica que hay algunas cosas vergonzosas y feas, y a veces poco respetables cuando, por ejemplo, se echan fuera demonios.

Es cierto que a veces hay manifestaciones bulliciosas y repugnantes cuando la gente es liberada. Quiero recordarle, por si se olvida de lo que está leyendo, que ni la presencia de Jesús lograba que los demonios se portaran bien. Pero hay un texto del cual nos hemos tomado fielmente para desarrollar este trabajo.

(1 Corintios 14: 40)= Pero hágase todo decentemente y en orden.

Esto es concreto, real y válido, pero las diferencias entre el modelo bíblico (El ministerio de Jesús) y lo que hoy se hace, radica en las diferentes y muy particulares (Además de doctrinales y denominacionales), interpretaciones que los hombres le han dado a la palabra ORDEN. Lo único que quiero compartir, aquí, es que la palabra ORDEN en la boca de Dios significa “De acuerdo con lo que Él mismo realizó”, no con lo que los hombres interpretan de acuerdo con sus ritos, costumbres, tradiciones y culturas.

Cuando vemos el ministerio de Jesús, encontramos que Él sanaba o echaba fuera demonios donde las circunstancias lo determinaban y que en todas las ocasiones estas cosas fueron hechas en público. Mire:

(Marcos 1: 21)= Y entraron en Capernaum, (Jesús y su grupo), y los días de reposo, (Es decir: los sábados) entrando en la sinagoga, enseñaba.- Con esto quedan en claro dos cosas: (1) Jesús tenía revelación, palabra y poder de Dios. (2) Ni se le cruzó por la cabeza la idea de hacer reuniones al margen de lo que entonces era la iglesia organizada.

(22) Y se admiraban de su doctrina; (Esto sucedía por dos motivos: (1) Porque no podían refutarla ni rebatirla teológicamente. (2) Porque evidenciaba una autoridad imposible de negar) porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. (Es la misma diferencia que hoy existe entre los hombres que tienen un mensaje y otros que son simples expositores bíblicos.)

(23) Pero había en la sinagoga de ellos un hombre con espíritu inmundo, que dio voces. – Entendamos esto: no dice que a ese hombre alguien lo había traído sabiendo que ese día ministraba Jesús, el liberador. Tampoco dice que ese día en el frente de la sinagoga hubieran puesto un letrero que dijera: Hoy: reunión de sanidad y liberación, ni tampoco habían pasado publicidad por alguna emisora de radio cristiana; dice que ese hombre estaba allí. Es decir: era uno de la “membresía” habitual. Y dice que dio voces, esto es: se puso a chillar, a aullar o a vociferar palabrotas, que es más o menos lo que acostumbran a hacer los demonios que están asustados porque los van a echar de donde están. En fin: cosas que tanto nos molestarían hoy día…

(25) Pero Jesús le reprendió, diciendo: cállate, y sal de él. (¿Cómo? ¿Jesús no lo hizo pasar al pequeño cuarto de atrás?) y el espíritu inmundo, sacudiéndole con violencia, (¿Se habrá caído? ¿Se habrá retorcido o reptado por el suelo? ¿Le habrá dado como un ataque de locura? ¿Habrá vomitado o algo más repugnante aún?) y clamando a gran voz, salió de él. – Aullando, dando alaridos. ¡Oh, qué desorden, hermanos! ¿Qué dirán los fundadores de la iglesia? ¿Qué dirán los vecinos? ¿Qué dirán los otros líderes? ¿Qué dirán? No sé. Yo, elijo quedarme con esa parte de la palabra que dice… “salió de él…” – Ah, y el texto finaliza asegurando que todos quedaron impactados y asombrados de ese poder.

Uno de los aspectos más sutiles de la estrategia de Satanás, es desacreditar el ministerio de la liberación relegándolo – si se puede -, a algún rincón secreto. Todo a favor de algo llamado “decoro”, con que cierta hipocresía sugiere que deberíamos manejarnos. Hay gente más preocupada por las tradiciones y la reputación personal o denominacional que en mostrar abiertamente en qué consiste el poder de Dios liberando a su pueblo.

El sexto mito o pensamiento sin base bíblica, es que si un cristiano ha sido liberado de espíritus malignos, su testimonio, sólo GLORIFICARÍA A SATANÁS, y que por eso sólo debería decir que fue sanado o bendecido. Esto se repite mucho y sirve para desacreditar la efectividad de este ministerio. Realmente, sólo es una excusa bonita para tratar de oscurecer la realidad del llamamiento de Dios de hacer guerra espiritual.

Si vemos los evangelios con ánimo estadístico y matemático, podremos comprobar que una tercera parte del ministerio público de Jesús estuvo dedicado a enseñar sobre Satanás y los demonios o para liberar a la gente del tormento de los demonios. En contraste, dudo que en las iglesias de hoy llegue a un diez por ciento, aunque para los críticos, eso ya es demasiado.

La verdad es que nunca podría glorificar a Satanás el que testifica de su derrota; nunca será gloria para Satanás animar a los creyentes a usar la autoridad que tienen en el poderoso nombre de Jesús; no podría ser glorioso para Satanás cuando personas agradecidas, cuentan públicamente cómo quedaron libres de su influencia. Ahora: si hay prejuicios o vergüenza, muchos de ellos no pueden contarlo al pueblo y el pueblo se queda creyendo que la victoria es sólo teórica. Se necesita valor para testificar de una liberación de demonios.

Satanás no cede su terreno sin resistir centímetro por centímetro. Aún después de sufrir una derrota humillante, es capaz de robar la gloria a Dios de un testimonio sincero. Nos gozamos cuando somos sanados, pero el decoro religioso, que es sólo otra manera de decir orgullo, nos impide admitir que hemos sido atormentados por demonios, aún después de ser liberados.

Una sanidad milagrosa es gloriosa para todo el mundo. Pero ser milagrosamente liberado de demonios, no es lo suficientemente pulcro para hablarse en público, opinan algunos. Es la manera que Satanás tiene de meter una última mentira contra quien lo ha derrotado.

(1 Juan 3: 8)= El que practica el pecado es del diablo; porque el diablo peca desde el principio. Para esto apareció el Hijo de Dios, para deshacer las obras del diablo.

(Lucas 10: 17)= Volvieron los setenta con gozo, diciendo: aún los demonios se nos sujetan en tu nombre.

(18) Y les dijo: yo veía a Satanás caer del cielo como un rayo.

(19) He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará.

Que Dios apresure el día cuando todos nosotros, como esos discípulos, entremos en la lucha espiritual con la plena confianza que servimos a un señor quien ha derrotado totalmente al enemigo y nos ha dado el poder maravilloso y el privilegio no sólo de predicar el evangelio y sanar a los enfermos, sino también de echar fuera a los demonios de cada lugar en que se encuentren. ¡Ayúdanos, Señor, a creer en tu palabra! Y a atrevernos a ponerla por obra…



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