martes, 6 de julio de 2010

Dios nos prospera, el ocultismo nos arruina

Por: Fernando Alexis Jiménez

La mujer lo pensó unos segundos. Cerró los ojos y se perdió en la quietud de su habitación, como si navegara en un mundo diferente. Luego comenzó a teclear en el computador. Ese día tomó una decisión sin precedentes: decidió venderle el alma al diablo por Internet. Pidió 4,300 dólares en dos sitios de Internet a cambio de todo su ser…

Verónica Velásquez, una agraciada chilena de 35 años, aseguró en dos portales que era su última salida, desesperada porque pese a su título profesional como economista y una muy bien definida hoja laboral, no conseguía trabajo. “Todas las puertas se cierran frente a mí. Nadie cree en mi.”, aseguró a un familiar que le preguntó el por qué de su alocada decisión.

Su hijito no comprende lo que ocurre alrededor, pero está angustiado al ver cómo todos preguntan a la madre por qué lo hizo. Ella limpia las copiosas lágrimas que surcan su rostro y explica que está cansada de sufrir, con una relación sentimental que se rompió desencadenando consecuencias traumáticas y el revés que han sufrido sus proyectos para establecer un negocio en la Internet. Esa angustia la llevó a publicar el anuncio en los siguientes términos: “Señor Diablo, si aparece en este portal de ventas de remate, sepa que aquí tiene un alma preciosa y muy barata”.

Adicional a este hecho real, una Website ofrece un cuestionario de quince preguntas que debe aplicar quien desee venderle el alma al diablo en los Estados Unidos o cualquier lugar del mundo. Al terminar la serie de interrogantes, el interesado debe anotar por cuánto vende su vida.


Una realidad latente

Aun cuando parezca algo excéntrico, está ocurriendo en el mundo entero. Millares de hombres y mujeres acuden a las cartas, el horóscopo, riegos, amuletos o ceremonias ocultistas procurando conseguir empleo, dinero o conquistar el amor de su vida. No les importan las consecuencias, simplemente conseguir el objetivo.

Cuando acuden a estas prácticas, le abren las puertas a Satanás; de ahí a una influencia o posesión demoníaca hay un solo paso.

Tal vez usted mismo vive esa situación. Permítame decirle que el diablo quiere engañarlo. Lo es por esos caminos como cambia el curso de nuestra historia, sino cuando nos volvemos a Dios. Él tiene el poder para transformarnos, prosperarnos y brindarnos una vida plena. Gracias a la obra redentora de Jesucristo, el pasado de maldad quedó borrado y se abren las puertas para una existencia renovada y de éxito.


La atadura se rompió

Por siglos, Satanás mantuvo atadas a las personas bajo el pecado y haciéndoles creer que era imposible ser libres de una naturaleza caída, inclinada a la maldad. Esa condición de pecaminosidad le daba “derecho” legal para influir o tomar posesión de hombres y mujeres, desarrollando en ellos verdaderas fortalezas de maldad.

Hoy día muchos siguen creyendo que es imposible salir de una adicción, abandonar la fornicación, dejar de lado el adulterio o quizá la proclividad al juego, a la promiscuidad, al robo o acciones aparentemente triviales como la mentira, el engaño y la traición.

--Eso puede más que yo; es imposible vencer--, me escribió desde Argentina un joven que reincide en las drogas.

--La infidelidad está en mi sangre. No puedo evitarla--, me dijo un ejecutivo de ciudad de Panamá, al expresar su angustia porque el matrimonio estaba al borde del abismo.

Engaños de Satanás. Hacerle pensar que su vida no tiene sentido, que nada permitirá que alcance el perdón e incluso, que Dios está muy lejos, es una de sus tretas. Sin embargo, miente. La obra del Señor Jesús en la cruz, hizo posible que sus pecados fueran perdonados y tuviera acceso a la presencia de Dios, convirtiéndose en hijo de Él, tal como lo escribe el apóstol Pablo: “Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados... así que... os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios” (2 Corintios 5:19-20).

Es hora de volver la mirada a Dios y romper voluntariamente con todo aquello que le ata al mundo de las tinieblas. Si es algún amuleto, o quizá cadena o la sensación de culpa por participar en una ceremonia ocultista, debe renunciar ahora mismo en el nombre de Jesucristo, a toda relación con el mundo de maldad.

Recuerde que no basta con sentirlo en el corazón, sino proclamarlo con nuestros labios, reafirmando en nuestro ser el Señorío de Cristo: “Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación” (Romanos 10:8-10).

Observe la promesa: hay salvación. Es mentira que Satanás tendrá su vida para siempre en el infierno, así haya hecho un pacto con él. Si renuncia ahora mismo, y le abre las puertas de su corazón a Jesús el Salvador, hay oportunidad y asegura la eternidad con Él. Recuerde que ya Él pagó por su vida en la cruz, vertiendo cada gota de sangre, para hacerle libre de toda cadena.


Una eternidad, pero con Dios

La Biblia nos enseña que al recibir a Jesucristo como Señor y Salvador, nuestro destino eterno será en Su presencia: “…todo aquel que invocare el nombre del Señor será salvo” (Hechos 2:21).

Aun cuando usted no advierta los cambios que comienzan a operarse en su ser, Dios comienza Su obra, y la libertad de que goza siendo hijo del Padre celestial, le permite no solamente cambiar sino crecer, tal como explicó el apóstol Pablo: “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17)

Desconozco en qué haya participado en el pasado. Si hizo o no pactos con el mundo de las tinieblas. Lo que sí puedo asegurarle es que en Jesucristo hay libertad de las cadenas. Nuestro amado Salvador le ofrece que las ataduras se rompen, puede comenzar una nueva vida y que Él estará con usted siempre:

“Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:18-20).

Recuérdelo: los novemos en la autoridad de Cristo, la que Él recibió y ha dado a sus hijos. Tenemos asegurada su compañía, siempre a nuestro lado, cuando nos movemos en fidelidad a Él. Satanás no puede seguir atormentándolo con mentiras y usted no debe permitir que lo siga engañando. Él es mentiroso por naturaleza. La decisión, recuérdelo, es suya y nada más que suya. Hoy puede ser libre por el poder del Señor Jesús.



Su vida es de Jesucristo

Quizá en algún momento abrió puertas al ocultismo o hizo un pacto con Satanás y sus huestes a cambio de poder, fama, amor, placer o algo que anhelaba y consideraba difícil de alcanzar por sus propias fuerzas. Rompa esa atadura. Gracias a la obra del Señor Jesucristo es posible hacerlo.

Dígale en oración, allí donde se encuentra: “Señor Jesús, reconozco que he pecado. Mi maldad me llevó a pactar con el mundo de las tinieblas. Estoy arrepentido y te pido perdón. En Tu presencia, amado Señor, renuncio y rechazo toda relación, pacto y atadura con Satanás y sus huestes y declaro que tú eres—Señor Jesucristo—mi Señor y Salvador desde hoy y para siempre. Te recibo en el corazón. Haz de mi la persona que tú quieres que yo sea. Amén”

Si hizo esta oración, lo felicito. Es el mejor paso que pudo haber dado jamás. Tengo ahora tres recomendaciones para usted:

1. Haga de la oración un principio de vida diaria. Orar es hablar con Dios.

2. Lea la Biblia. Es un libro maravilloso en el que aprenderá principios que le ayudarán en el crecimiento personal y espiritual.

3. Comience a congregarse en una iglesia cristiana.

Fuente: estudiosbiblicos.jimdo.com



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