jueves, 6 de mayo de 2010

La primera etapa del matrimonio

Esta es la etapa del amor joven que comprende en los dos primeros años del matrimonio

Amor Joven
(Los primeros dos años)

Dos individuos se unen para formar una familia y superan las nociones idealistas sobre el matrimonio. Los recién casados felices están seguros de que su vida está completa en el otro, no piensan en la necesidad de agregar algo más al matrimonio.

Convertir a dos personas absolutamente diferentes e independientes en una unidad no se logrará fácilmente sin sacrificar su individualidad. Lograr esto es una tarea que se debe dominar. La verdadera intimidad crece sólo a medida que llegan a conocerse mejor mutuamente.

La búsqueda de la armonía de la pareja nos mueve a muchos a intentar identificar todo aquello que conviene evitar y también lo que debemos hacer cuando surgen los desencuentros. Comencemos por crear una rutina en la que queden fuera los silencios con significados negativos, los enfados soterrados y los rencores acumulados. En lugar de esto es mejor hablar.


Pongamos un diálogo constante y la negociación: el consenso y los acuerdos. Un obsequio de amor es, en esencia, exactamente eso: ceder. “Por cualquiera que sea la razón, me rindo en esta cuestión. Tal vez mi opinión es tan fuerte como la tuya, pero estoy dispuesto a ceder.”

Lo importante es mantener el buen ambiente y una buena comunicación. No temamos de los desencuentros ni las crisis, intentemos utilizarlos para fortalecer la relación. Sentir la presencia de la otra persona en ese camino que ambos han decidido compartir, percibir su compañía, su apoyo y su incondicionalidad, lo que no exime a cada uno de la responsabilidad de andar la parte del camino que le corresponde.

El cuerpo es un gran comunicador y debemos dejarlo expresarse. Si queremos mantener un diálogo fluido con nuestra pareja, las relaciones corporales (no exclusivamente las sexuales, sino también las caricias, los besos, los abrazos) han de ser cotidianas y satisfactorias para ambos. Adaptémoslas a cada momento, circunstancia y etapa de nuestra vida.

La pareja se hace cuando cada día sentimos que vamos juntos en el mismo camino, comunicándonos desde el cuerpo y la palabra y compartiéndonos de forma incondicional. Establezcamos nuestro código propio, basado en el respaldo de Dios, en la comunicación, la confianza, el respeto, la ternura y el placer. Una pregunta, un comentario a tiempo, frena ansiedades y malestares lo cual permite que fluya la comunicación.

Las personas que están completando esta etapa deben confiar en que Dios existe más allá de sus respectivas familias de origen. Algunas veces los recién casados no conocen a Dios con tanta profundidad como las personas mayores, pero sí pueden separarlo del pasado y traerlo al presente y futuro de sus vidas juntos. La oración hacia ese fin puede mucho. La nueva actitud hacia Dios es una caminata individual, por supuesto, pero también lo es como pareja. Oren juntos, prueben a Dios y exploren sus promesas. Identifiquen a Dios con su nueva familia en todas las fases de su vida espiritual.



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