lunes, 17 de enero de 2011

Escribe tu salmo!!!


2 Corintios 4: 7-9 dice: Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros, que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos;

Nuestro tesoro es la promesa de la vida eterna, pero mientras eso sucede, todos pasamos tribulación. A veces, tenemos falsas expectativas sobre la vida de fe porque suponemos que siendo cristianos, no pasaremos dificultades, pero estamos equivocados. Tal como Pablo dice, el poder del Señor habita en cada uno, sin embargo, hay situaciones externas que nos afligen. El apóstol habla en plural porque los problemas nos afecta a todos, incluyendo a los hombre justos que aman al Señor.

La diferencia es que al reconocernos hijos de Dios, identificamos lo externo de lo interno. La crisis es externa, pero la angustia es interna y estamos llamados a controlar lo que hay en nuestro interior porque es allí donde tenemos el poder del Señor. Por ejemplo, la lluvia es externa y no podemos evitarla, pero sí podemos protegernos e impedir que nos deprima. La crisis económica mundial es externa e inevitable, sin embargo, afrontarla positivamente es interno y depende de cada uno. Así que podemos estar atribulados, en apuros, perseguidos y derribados, pero nunca sentirnos angustiados, desesperados, desamparados o destruidos.

Las cosas malas suceden hasta en las mejores familias. Nuestra santidad será genuina cuando aceptemos que el poder de Dios está dentro de cada uno, por lo que somos capaces de vencer cualquier situación externa que nos amenace. Todos pasamos dificultades y no debemos señalar a nadie como pecador por tener algún problema. Demostremos nuestra condición de verdaderos cristianos rechazando el proceso de angustia que degenera en desesperación. Cuando te sientas débil, acude al Señor en oración para que levante tu fe. Deposita tu confianza en Él. Recuerda que en Cristo, no siempre se gana, pero el triunfo está garantizado. Al hombre correcto, siempre le espera un final dichoso...

El justo se levanta

Proverbios 24: 15-16 advierte: Oh impío, no aceches la tienda del justo, No saquees su cámara; Porque siete veces cae el justo, y vuelve a levantarse; Mas los impíos caerán en el mal.

¡Esta es una gran promesa! La advertencia al mal es que no atente contra el justo que es capaz de levantarse de una derrota, las veces que sea necesario. Por el contrario, el impío cae y no se recupera. En la versión de la Biblia que tiene un lenguaje actual dice: “No importa cuántas veces caiga, siempre se levantará. En cambio, el malvado cae y no vuelve a levantarse”. La Palabra no dice que el justo nunca caerá, por el contrario, todos lo hacen, justos o malvados, pero se levanta quien confía genuinamente en el Señor. Al justo le espera la victoria.

Jesús le dijo a Pedro que Satanás lo había pedido para zarandearlo como trigo, pero que Él pidió para que la fe del apóstol no faltara. Ambos, Jesús y el diablo, pidieron por Pedro y ambas peticiones se cumplieron. Entonces, el apóstol, efectivamente cayó en tentación, pero también se levantó y confirmó a sus hermanos. Nuestro destino como cristianos es caer y levantarnos más fuertes que nunca para dar testimonio del poder del Señor que habita en nosotros. No olvidemos que el Hijo siempre está a la diestra del Padre intercediendo por nosotros. Cuando mis cuerdas vocales sangraron y dejé de predicar unas semanas, dije al diablo: “No estoy vencido, en el nombre del Señor, ahora predicaré mejor que nunca y a más personas”. Ante un situación difícil que nos haga llorar, levantemos la mirada al cielo y proclamemos que el Señor es bueno porque pondrá risa y cántico nuevo en nuestra boca.

Salmo 34:18 -19 promete: Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón, Y salva a los contritos de espíritu. Muchas son las aflicciones del justo, Pero de todas ellas le librará Jehová.

El justo sufre aflicción muchas veces, pero Dios lo librará de todas. No debemos mal entender la fe que nos hace cuestionar al Señor cuando enfrentamos problemas. Él siempre está con nosotros, en las buenas y en las malas, porque ser justos no significa estar libres de las circunstancias externas. Al comprender esta verdad, dejaremos de lado las dudas y nos concentraremos en creerle para que lo malo pase rápido y venga lo bueno.

Cierta vez que tuve un problema, mi esposa me preguntó: “¿Ya oraste?” Y le respondí: “Aún no, estoy pensando qué le diré”. Yo respeto mucho el tiempo de oración con Dios porque sé que me acerco al Señor de señores. Entonces, lloré, me desahogué y medité para luego hablarle. En esa oportunidad, noté que deseaba mostrarme algo y puse atención. Efectivamente, como en una película, vi parte de Su historia: la creación y pecado de Adán, el fracaso del rey Saúl, el diluvio, el pueblo que pasó cuarenta años en el desierto, entre otras cosas. Descubrí que Dios también ha perdido en algunas ocasiones y nos enseña a levantarnos y seguir adelante. Así que le dije, secando mis lágrimas dije el broma: “Ahora veo que Tú también necesitas consuelo”. Nuestro Padre se decepcionó con el primer Adán pero no se detuvo, envió a Jesús, el segundo Adán que nos dio el regalo más grande: la vida eterna. De esta forma, nos enseña a levantarnos y avanzar hacia algo mejor. Si el rey Saúl no hubiera sido una decepción, no se habría levantado David y no tendríamos su ejemplo de fortaleza y sus bellos salmos.

A veces, Su problema eres tú, pero Dios no se rinde, insiste y al final, la victoria es Suya. Somos los hombres quienes cometemos los mismos pecados desde hace miles de años. Algunos son como ese pueblo en el desierto que hace un ídolo con lo que el Señor les ha regalado. Cuando tienen prosperidad económica, lo gastan todo en cosas superficiales. Aprende del Padre que hará cielo y tierra nueva para los justos, el día que se destruya ésta que nos regaló. ¡Yujuuu!, reacciona, no te quedes tirado, levántate y renuévate para caminar hacia la victoria.



Vivirlo para contarlo

Salmo 103:1-6 reconforta: Bendice, alma mía, a Jehová, y bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. El es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias; el que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias; el que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila. Jehová es el que hace justicia y derecho a todos los que padecen violencia.

Este salmo es hermoso porque David habla de bendecir el nombre de Dios que lo beneficia y rescata. Lo importante es descubrir que para lograr escribirlo, fue necesario que experimentara todo lo que dice: iniquidades, dolencias y sentirse como en un profundo hoyo. Es muy fácil cantar este salmo cuando no hemos sufrido para escribirlo. Cada uno puede escribir su propio salmo porque ha tenido que afrontar dificultades y el Señor le ha dado la victoria, tal como dice David. Alabemos a Dios cada momento, no sólo cuando clamamos por soluciones sino también cuando las recibimos. Si en la iglesia recibiéramos tantas cartas de testimonio como de peticiones, alcanzaríamos más rápido todo lo bueno.

Probablemente, en este momento estás escribiendo la parte de tu salmo que habla de iniquidades y dolencias, pero no pierdas la fe, exalta siempre el nombre del Señor que te rescatará del hoyo, te coronará de favores y misericordia para que puedas cantar: “¡He levantado el vuelo como águila!”

En la iglesia vimos el milagro de Claudia, una joven cuadrapléjica que poco a poco fue recuperando la movilidad de su cuerpo hasta que sanó completamente. Sus padres la traían cada domingo y lo primero que movió fue su dedo meñique. Hoy es médico y al contar su testimonio, me conmovió profundamente al decir: “Cuando estaba postrada sin moverme, las cucarachas pasaban sobre mi cuerpo y no podía hacer nada por evitarlo, ni siquiera gritar”. En ese momento pensé: “Qué lindo aplaudir ahora que todo pasó, pero qué duro afrontar el proceso para poder contar un milagro tan maravilloso”. Sólo recibe sanidad el que está enfermo y es rescatado el cautivo. Aprende a escribir la parte difícil de tu salmo, para luego redactar con alegría el final dichoso, cuando Dios te levante.

Será edificado quien se humille y reconozca que necesita de Dios. David clamaba al Señor para que tuviera misericordia de él. El que se cree justo y merecedor de todo, no aceptará escribir la parte difícil de la batalla para luego, recibir la victoria.



Levántate y avanza

Proverbio 30:29 -31 enseña: Tres cosas hay de hermoso andar, Y la cuarta pasea muy bien: El león, fuerte entre todos los animales, Que no vuelve atrás por nada; El ceñido de lomos; asimismo el macho cabrío; Y el rey, a quien nadie resiste.

Dios me ha dado la bendición de ser como ese león de hermoso andar del que habla Proverbios. Los leones, pierdan o ganen sus batallas, siguen adelante. Se detienen a pelear y luego, avanzan aunque estén lastimados. De eso habla la Escritura, de ser como ese león que nunca retrocede.

La vida no se ha terminado porque se compone de muchas batallas, no sólo de una. Me gustan los deportes y veo ganar y perder a mis equipos favoritos. Aunque pierdan o ganen, siempre empacan y avanzan al siguiente partido del campeonato. Levántate y sigue caminando, hay mucho por qué vivir. El tiempo pasado ya pasó, haya sido bueno o malo. Ahora hay que ver hacia delante y avanzar porque nos levantaremos en Cristo Jesús.

Dale gracias por tu vida y recibe el regalo de la suya. Renueva tu corazón para escribir tu salmo y caminar hacia el futuro de bien. Dile al Señor que ahora tienes una expectativa correcta sobre tu vida porque sabes que enfrentarás dificultades pero obtendrás la victoria, gracias a Su infinito amor que nunca te abandona.

Fuente: cashluna.org



0 comentarios:

Creative Commons License Esta pagina está bajo la licencia Creative Commons Attribution 2.0 Generic License. Si deseas copiar y/o redistribuir algo de este sitio, favor leer las condiciones y respetarlas. Att: Edilzr - www.zonarestringida.net - Luz para el mundo