lunes, 22 de agosto de 2011

La mayor proeza

El Salmo 60:12 asegura: En Dios haremos proezas, y él hollará a nuestros enemigos.

¡Esa debe ser la convicción de tu vida! No lo dudes, en Dios harás proezas porque todos fuimos creados para lograrlo. De hecho, tú eres una proeza porque ser concebido y nacer es un gran milagro. Si lo pensamos bien, fue un designio divino, una obra de campeones lograr que el espermatozoide que contenía tu código genético llegara primero al óvulo en el interior del vientre de tu madre, para completar la fórmula de la que se desarrollaría tu ser. ¡Allí ganaste tu primera carrera dejando atrás a millones de espermatozoides! Así que eres un campeón desde que fuiste concebido.

Quizá tampoco lo recuerdas pero aprendiste rápidamente a hablar un nuevo idioma y ahora te asusta aprender otro más. Además, aprendiste a caminar, claro que tuviste tropiezos y caídas, pero finalmente caminase y hasta corriste, así que ahora no debes desanimarte y dejarte vencer por los tropiezos en la vida. Para algunos fue una proeza graduarse del colegio o aprender a manejar carro, pero cuando lo lograron, se sintieron satisfechos. Recuerda la actitud de campeón que mostrabas cuando tus padres te permitieron manejar su carro por primera vez, seguramente tomaste el timón con una mano, mientras recostaste el brazo izquierdo sobre la ventana; lleno de confianza parecías John Travolta en Grease, aquella famosa película de los años 80. Tu vida está llena de proezas, algunas más grandes que otras, pero todas importantes: aprender a ir al baño solito, enfrentarte a la rutina estudiantil, pedirle la primera cita a una chica, etc.

He notado que a ciertas personas les cuesta asumir retos porque se comparan con alguien más. No juegan fútbol porque su parámetro es Messi; no abren su abarrotería porque no llegarán a tener un Walmart y pensar así es erróneo ya que debemos hacer proezas de acuerdo al desafío que Dios nos pone. Para la selección de fútbol de Brasil no es un reto sino una obligación clasificar para la Copa del Mundo y llegar a la final, pero para Guatemala ¡es una verdadera proeza clasificar para un Mundial! Todo es cuestión de la medida que cada uno tenga. Para los países que están acostumbrados a jugar en mundiales de fútbol es insignificante y hasta rutinario, pero para quienes nunca lo han logrado, es una gran proeza. Quizá para ti, la proeza es pasar el día sin cometer ese pecado contra el que estás luchando, para otros la proeza es terminar la jornada sin fumar, tomarse una cerveza o consumir drogas. Cada día es una victoria si logras lo que te has propuesto.
Yo no tengo el hábito de hacer ejercicio y cuando finalmente me inscribí en uno, mi proeza era ir al día siguiente, mientras para otros, su meta era esculpir, más aún, sus definidos músculos. Tal vez estás estudiando para ganar los exámenes de la maestría, mientras otros enfrentan el reto de sacar el bachillerato por madurez. Así que todos tenemos metas por alcanzar. Anímate y define qué proezas lograrás, decláralas, no te avergüences.

Algunas personas me compartieron sus proezas y confirmé que cada uno tiene sus propias expectativas y parámetros. Por ejemplo, para alguien su proeza fue entregar juguetes y útiles escolares a más de 200 niños; para otra persona fue contribuir con la obra del Reino de Dios a través del periódico que fundó y que ya tiene cinco años de publicarse. La proeza de una de las ovejas de la iglesia fue ser testigo de la provisión de Dios, luego de convertirse en fiel diezmador. Otra persona me compartió que anualmente han bendecido a mucha gente en época navideña y espera superar la meta durante este año. La proeza de una joven de 16 años fue ser seleccionada como una de las mejores estudiantes de institutos públicos y ganarse un paseo a Honduras, con lo que alcanzó su sueño de viajar a pesar de ser pobre. La proeza de otra joven es lograr graduarse de abogada, a pesar de haber nacido con hidrocefalia por lo que los médicos no le daba mucho tiempo de vida. Dios quiere hacer proezas a través de personas motivadas que desean superar sus limitaciones y alcanzar sus sueños.

Ánimo para hacer proezas
El Salmo 60: 1-3 clama: Oh Dios, tú nos has desechado, nos quebrantaste; te has airado; ¡vuélvete a nosotros! Hiciste temblar la tierra, la has hendido; sana sus roturas, porque titubea. Has hecho ver a tu pueblo cosas duras; nos hiciste beber vino de aturdimiento.

Esta persona del Salmo 60 culmina llena de confianza, asegurando que logrará proezas, pero si leemos desde el versículo 1, vemos que su ánimo no era el mejor, al contrario, muestra un ánimo deprimido, se siente desechada y quebrantada por el Señor. ¿Algunas vez has sentido que Dios está enojado por lo que has hecho? Yo lo he vivido y en esos momentos, cuando sé que cometí un error, me acerco a Él clamando misericordia y rogando que me dé otra oportunidad. En esos momentos, definitivamente no me siento capaz de lograr proezas. Cuando llegas ante el Señor a clamar por restauración no tienes la fe para pelear la batalla y conquistar. Al pedir por tu matrimonio y tu hogar desintegrado, te sientes derrotado y no visualizas la victoria.

Sin embargo, vemos que este hombre del Salmo cambia su actitud en poco tiempo. ¿Qué pasó en su interior? La respuesta es que confió más en la bondad, misericordia y amor de su Padre Celestial que en las circunstancia adversas. Lo mismo me ha sucedido cuando le digo que merezco Su enojo porque lo he provocado, pero también le aseguro que estoy convencido de Su deseo por levantarme y usarme para hacer proezas. Dios no busca héroes, busca gente común en quien pueda revelar Su poder y voluntad de bien. Recordemos que Moisés era tartamudo y le pedía al Señor que no lo enviara a hablar en público, sin embargo, fue él quien le comunicó la ley a los israelitas. Gedeón tampoco se sentía poderoso, al contrario, se excusó diciendo que no podía liberar al pueblo porque era pobre y pequeño. A pesar de eso, Dios le dijo que vencería a los madianitas con esa misma fuerza con la que se resistía. Pedro es otro buen ejemplo porque le dijo a Jesús que se apartara de él porque era pecador, pero nuestro Señor le respondió que lo haría pescador de hombres.

Dios quiere darte nuevos desafíos. Ante la dificultades en tu hogar, no digas: “Ya no aguanto más”, mejor declara: “El Señor restaurará mi casa, yo y mi casa seremos salvos, brillará Su luz y habrá paz”. Frente a los problemas en tu negocio, no digas: “No aguanto la presión, seguro fracasaré, la competencia me ahogará”, mejor di con fe: “En el Señor haré proezas, lograré nuevos contratos, tendré ideas geniales para hacer crecer mi empresa, veré Su provisión y gracia milagrosa”. No te rindas, piensa y planifica las proezas específicas por las que te esforzarás de ahora en adelante.

La mayor de todas las proezas
Salmo 131:1-2 afirma: Jehová, no se ha envanecido mi corazón, ni mis ojos se enaltecieron; ni anduve en grandezas, Ni en cosas demasiado sublimes para mí. En verdad que me he comportado y he acallado mi alma como un niño destetado de su madre; como un niño destetado está mi alma.

El mismo Salmo en la versión de la Biblia “La Palabra de Dios”, leemos: Señor, yo no soy orgulloso ni me las doy de importante, no pretendo hacer maravillas ni me preocupo por hacer lo que me es imposible realizar, al contrario, estoy tranquilo y tan calmado como un niño recién amamantado que está en brazos de su mamá.

En otras palabras, el salmista dice que no es alguien orgulloso que pretenda hacer maravillas. Lo que él realmente quiere es vivir confiado, como un bebé en brazos de su madre. Yo me identifico plenamente con este Salmo porque tengo muchos defectos, pero también reconozco mis virtudes y sé que gracias a Dios, he contribuido con el ministerio donde me ha puesto. He sido como un “realizador de sueños”. Cuando la visión del Modelo de Jesús inició, mi pastor me pidió que me hiciera cargo e iniciamos los primeros encuentros y grupos. Ahora tenemos la iglesia celular más grande de Guatemala y hemos influenciado a otras iglesias en diferentes países. Otra proeza que logré fue graduarme de abogado gracias a la exigencia de mis padres y de mi pastor. También inicié con la organización de los primeros congresos Ensancha y Hechos que ahora son de bendición para miles anualmente. Con la gracia de nuestro Señor hemos logrado múltiples reconocimientos en todo lo que emprendemos: la página web, reconocida mundialmente como la mejor del mundo cristiano; Casa Teatro que ha llevado la Palabra a muchos a través de las artes, incluyendo la reciente película Trip. Nos encargaron asumir la relación con medios de comunicación y nuestro pastor fue nombrado personaje del año 2010. Me encomendaron publicar el primer libro del pastor Cash y en menos de un año ha rebasado los récord de ventas con 200 mil ejemplares impresos, fue seleccionado como el mejor libro cristiano en español y la traducción al inglés está en proceso para publicarse en 2011. Por sobre todos estos logros alcanzados gracias al trabajo en equipo, puedo decir que lo más valioso es alcanzar a las naciones para Cristo quien nos regalado una congregación comprometida con Él y Su visión. Las personas valen más que cualquier título, corona o galardón.

Junto a mi esposa, somos padres de cuatro hermosos hijos, el menor es todavía un bebé que en nuestros brazos no se preocupa por nada, no tiene miedo de enfrentarse a un gran público, no se avergüenza ni tiene pena de eructar o ensuciar su pañal, no se aflige pensando si le daré de comer. Cuando lo tomo en mis brazos, simplemente se acomoda y disfruta del calor y protección que le brindo, confiado de la seguridad que siente. Es un bebé por lo que aún no puede expresarme su cariño, no puede hacer nada por mí o hacerme sentir especial, su presencia es todo, tenerlo cerca es un regalo. De la misma forma sucede en nuestra relación con Dios Padre. La mayor proeza que disfrutamos es Su amor incondicional y la maravilla de sentirnos en Sus brazos protectores. Cuando te acercas al Señor en oración, Su gracia te llena, esa es una proeza que debes anhelar. No son tus obras las que abren o cierran las puertas, sino la obra de Jesús, Su gracia es la que te permite estar ante el Padre y disfrutar de la proeza de Su amor.

Debemos ser como bebés confiados en brazos de nuestro Padre. No te preocupes por tus errores o dificultades. Algunos se sienten tan avergonzados que dejan de asistir a la iglesia y se alejan cuando deberían buscarle más que nunca. No te niegues a recibir la mayor de todas las bendiciones, abre tu corazón y entrégaselo al Señor quien te arropará como a un bebé. Su deseo por alcanzarnos es tan sobrenatural y hermoso que todavía me asombra y le digo: “Gracias Padre por aceptarme y acompañarme, a pesar de mis errores”.

Levanta tus manos como un niño que le pide al Padre ser tomado en brazos para recibir cariño y protección. Él te aceptará y renovará tus fuerzas en la batalla contra el pecado. Tu Padre te dará valor y fe en medio de la aflicción, recíbelo, escúchalo y busca estar en Su presencia. Dale las gracias porque te ha visto como una de Sus proezas y porque Él es la mayor proeza de tu vida.



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