domingo, 2 de enero de 2011

Para que te vaya bien en este 2011!!!

Honrar a tus padres es un detonador para recibir las bendiciones de Dios.
Por: Pastor Rodolfo Mendoza, enero 03, 2010

Honrar a tus padres es un detonador para recibir las bendiciones de Dios. Si quieres ser feliz en la tierra, procura la felicidad de tus padres.

Dios quiere que te vaya bien en esta tierra, no sólo en el cielo. Debemos realizarnos acá, en vida, donde sea que tengamos nuestra familia y futuro. Para alcanzar las bendiciones, es necesario ser esforzados, trabajar duro y también obedecer los mandatos del Señor. Cumple con tu parte y confía que Dios hará la Suya.

Mandamiento con promesa

Efesios 6:1-2 aconseja: Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa.

Honrar padre y madre es más poderoso que cualquier otra cosa. De ello depende en gran medida que nos vaya bien en la vida y alcancemos el bienestar que anhelamos en el trabajo, estudios y vida familiar. En Guatemala no nos ha ido tan bien, sufrimos pobreza, analfabetismo y corrupción porque no hemos reforzado el valor de honrar a los padres. Si los jóvenes lo aprendieran, habría menos delincuencia porque respetar la autoridad se aprende en casa con los padres. Si te consintieron berrinches, serás una persona voluntariosa que critica todo y a todos, por el contrario, si aprendes a respetar, serás un ciudadano consciente que conoce sus derechos y obligaciones. Así que honrar a los padres es un mandato para todos, jóvenes y adultos por igual, porque tal vez no todos somos padres pero todos somos hijos...

Es digno de resaltar que en la Biblia hay mandamiento para los hijos hacia los padres y también para los esposos que no deben cometer adulterio, pero no hay ningún mandato para que los padres sean dedicados con sus hijos. Tampoco hay alguna promesa para los buenos padres, pero sí la hay para los buenos hijos. No hay castigo para los malos padres, pero sí para los malos hijos. Esto es porque hay más hijos que abandonan la honra a sus padres que padres que abandonen a sus hijos. Un padre que abandona y que no educa o no da amor y protección está actuando mal, pero un hijo que no honra a sus padres es peor.

Para llegar a ser buen padre, debes ser buen hijo siempre, en todo tiempo. Los adultos corren más riesgo de olvidar a sus padres que los niños y jóvenes porque ya no dependen de ellos. Por ejemplo, mis hijos están pequeños y dependen totalmente de mí. Su identidad, sustento y educación está en mis manos. Conforme crecen serán más independientes y cuando sean adultos formarán su hogar y tendrán sus propias responsabilidades, ya no dependerán de mí para subsistir, entonces existirá el riesgo de que me olviden. Por eso, les doy el ejemplo y voy con ellos a visitar a mis padres para que vean cómo deben actuar cuando estén en la misma situación. Yo les enseño a honrarme a través de la honra que doy, porque no se puede pedir lo que no se da.

Los adolescentes incluso prefieren la compañía de sus amigos que la de sus padres y al convertirse en jóvenes adultos, su vida es tan activa e individual que la casa es como un hotel para dormir y comer. Cuando ya seas un adulto y no tengas necesidad de ellos, hónralos y esfuérzate por hacerlos felices porque ellos sí necesitan de tu cariño. Tus padres piden que los recuerdes y tengas presente sus esfuerzos al ayudarte a crecer, como Dios le pidió al pueblo de Israel que al entrar a la tierra prometida, construir sus casas, plantar sus viñedos y hacer riquezas, recordaran que Él los había sacado Egipto y les había dado el poder de prosperar.

Tus padres te dicen: “no olvides que te amé aún cuando no podías responderme”. Tal vez tus viejitos están pasados de moda, no hablan o entienden tus palabras, dicen “relámpagos” en vez de “¡qué cool!”, pero te enseñaron a decir tus primeras frases. Probablemente no les gusta tu peinado pero te amaron cuando no tenías ni pelo y se emocionaron con tu primera visita a la barbería. Te quejas que no saben de tu música pero no recuerdas que aprendieron canciones de Cri-cri para arrullarte. En tus padres está el detonador de Dios para bendecirte, que te vaya bien y seas de larga vida en esta tierra. Dales lo mejor que tengas.

Hijo sabio y esforzado

Salomón nos dice en Proverbios 10:1-2: El hijo sabio alegra al padre, pero el hijo necio es tristeza de su madre. Los tesoros de maldad no serán de provecho; mas la justicia libra de muerte.

El padre de un hijo necio sufre tristezas y angustias. Hay hijos que provocan dolor y otros provocan alegrías. Si eres de los hijos que daba dolores de cabeza a tus padres, pide perdón y dedícate a hacerlos felices. Sé sabio y busca honrarlos con tu vida y buenas obras. Recuerda que los padres quieren vernos felices para morir en paz. Conviértete en una buena persona le da paz a sus corazones.

Proverbios 23:22-26 continúa aconsejándonos: Oye a tu padre, a aquel que te engendró; y cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies. Compra la verdad, y no la vendas; la sabiduría, la enseñanza y la inteligencia. Mucho se alegrará el padre del justo, y el que engendra sabio se gozará con él. Alégrense tu padre y tu madre, y gócese la que te dio a luz. Dame, hijo mío, tu corazón, y miren tus ojos por mis caminos.

La vida de los hijos es muy importante para los padres. Su tristeza o alegría depende de la felicidad de los hijos. Esfuérzate porque tu vida enorgullezca a tus padres y dedícate a procurar su felicidad con tu buena conducta y con todos los detalles y cariños que puedas ofrecerles.

Procura que vivan contentos. Aunque no los comprendas, te aseguro que un día, cuando seas padre llegarás a entender muchas cosas. Incluso, al recordar alguna frase de tu padre, dirás: “qué razón tenía papá al decirme esto”.

El nacimiento de mis tres hijos me ha marcado profundamente. Lloré de felicidad al recibirlos en mis brazos. El amor y ternura que se siente cuando los ves tan indefensos y delicados es indescriptible. Uno quisiera que fueran felices toda la vida y que no sufrieran nunca. Con mi hija Daniela de seis años estoy viviendo un tiempo muy especial. Yo soy su héroe, el hombre de su vida, incluso un día, me dijo que nunca se casaría porque deseaba estar conmigo siempre. Yo sé que cuando crezca olvidará ese deseo y se casará con un hombre que ojalá sepa valorarla.

Espero que no escuche a alguno que deseando engañarla y le diga: “tu padres no te aman como yo que sí te comprendo”. La estoy educando para que sepa discernir y reconozca que ningún novio estuvo a su lado cuando fue necesario cuidarla, enseñarle y protegerla. Espero que el hombre que se case con ella valore lo que estoy haciendo por él. Este consejo va para todos los jóvenes en edad de casarse: enamórense de alguien que honre a sus padres porque será capaz de honrar al cónyuge en el matrimonio. Quien no sabe hablar bien de las personas que le dieron la vida no podrá hablar bien de un esposo o esposa y quien busca pretexto para abandonar a sus padres, luego buscará pretextos para abandonar el hogar que ha formado.

El proceso de madurez y formación es muy particular. Cuando los hijos llegan a la adolescencia, cambian de héroes porque notan que la capa de súperman no vuela. Tus padres no son perfectos, han cometido errores que seguro has llorado y te han frustrado y enojado. Tú tampoco eres perfecto y ten por seguro que ellos también han sufrido tus errores. Hay padres que se culpan por el fracaso de sus hijos y no se explican lo que hicieron mal. Algunos incluso se suicidan o caen en vicios al ver la mala vida de sus hijos. La culpa de un padre es más grande que la de un hijo.

Aunque hayan fallado en algo, tómate el tiempo para felicitarlos por el trabajo que hicieron contigo. Esa actitud demuestra que eres una buena persona, capaz de agradecer lo mucho o poco que hayas recibido. Ojalá que un día puedas verlos a los ojos y decirles que deseas ser como ellos para tener un buen hijo como tú.

Propósito de honra

Haz un propósito este nuevo año. Planea honrarlos con una cena en casa o en un restaurante. Escríbeles una carta que detalle todo lo que les agradeces y todas las virtudes que ves en ellos. Cómprales un regalo especial y cuando los tengas frente a ti, léeles la carta que escribiste. Ya verás cómo tu corazón se transforma.

No busques excusas, hónralos con algo especial. Obedecerles es tu obligación, como un esposo no puede decir que honrará a su esposa dándole el gasto que está obligado a darle. Busca hacer algo concreto que sea fuera de lo común. Si no ves muchas virtudes en tus padres, pídele al Señor que te ayude a descubrirlas, allí comenzará la transformación. Cuando tu mente es buena, ve lo bueno y cuando es mala o corrupta siempre verá lo malo. Procura siempre encontrar lo bueno en todo.

Los jóvenes siempre encuentran de qué quejarse. Se lamentan si los padres trabajan demasiado o si no les proveen lo suficiente, lloran si son demasiado estrictos y muy permisivos. Cuando tienes rebeldía en el corazón, te quejarás de lo que sea y nada estará bien. Yo tuve un padre apasionado en su trabajo y en algún momento me quejé porque no me dedicaba suficiente tiempo, pero hoy lo agradezco porque me enseñó a dar siempre lo mejor. Tengo unos padres maravillosos, soy un hombre de bien gracias a ellos, no a pesar de ellos. Sin embargo, en mi adolescencia no fui un buen hijo y me avergüenzo de ello. Fui necio y duro de corazón, me distancié de ellos por años pero luego me arrepentí y les pedí perdón.

Derribé la muralla que nos separaba y ofrecí que los honraría siempre. A partir de ese momento, mi vida cambió porque aprendí que la capacidad de honrar a los padres es una virtud que reside en los hijos. Puedes ser rebelde incluso teniendo padres abnegados y buenos. El diablo tenía a Dios como autoridad y de igual forma escogió el mal. Ser bueno no depende de la bondad de tus padres sino de la bondad de tu corazón.

Un Días escuché el testimonio de un hijo que fue maltratado y abandonado por sus padres. Compartiendo su historia pretendía exaltar la bondad del Padre Celestial, pero el Señor me dijo: “Hasta cuándo me darán gloria, deshonrando a sus padres”. Actuar así es una mala costumbre de los cristianos y Dios no se glorifica con la deshonra de otros.

Jesús siempre habló bien de Su padre. En todo el Evangelio es evidente. El Hijo habla más del Padre que el Padre del Hijo. Mientras hay personas que dicen no querer parecerse a sus padres, Jesús decía que quien lo había visto al Él, había visto a Su padre. Con gran amor decía que todo lo que hablaba lo había escuchado de Su padre y que en la casa de Su Padre nos prepararía una morada especial. También dijo que deseaba que estuviéramos donde Él y Su Padre estaban y que amarlo a Él era garantía para recibir el amor del Padre. Jesús habló tan bien de Su padre que todos queremos conocerlo. Ojalá tú hagas lo mismo, habla bien de tus padres para que todos digan que de verdad eres buena persona porque tuviste buen ejemplo.

De tal padre, tal hijo

Cuando le escribí a mis padres agradeciéndoles todo lo que se esforzaron, me impresionó descubrir que yo también tenía muchos de sus rasgos.

El Señor me dijo: “solo aquellos que se valoran a sí mismos serán capaces de honrar a sus padres”. Comienza por allí y aprende a valorarte para apreciarlos. Ámalos, perdónalos y hónralos.

El testimonio de una jovencita de la iglesia me ayudó a comprender que nada puede vencer a un corazón generoso y agradecido. Ella creció sólo con su madre y aunque estaba llena del amor de Dios y se sentía querida por sus padres en la fe, buscó a su padre biológico porque necesitaba sentir ese abrazo especial. Al encontrarlo en una cantina, iniciaron una relación y cuando él le presentó a su otra familia, todos la veían con curiosidad por ser “la hija que el padre había perdido”. Ella se sentía incómoda pero siguió adelante, perdonó a su padre, le entregó un regalo y ambos lloraron. Entonces le dijo que más que nada, deseaba presentarle a quien había cambiado su existencia y en ese momento el padre con toda la familia le entregaron su vida a Cristo.

Otro joven decepcionado me dijo que él no merecía el padre tan malo que tenía. Mi respuesta fue que realmente no merecía tener el perdón del Padre Celestial pero que sin embargo lo tenía por amor, así que debía hacer lo mismo y compartir con su padre terrenal ese mismo amor y perdón que recibía.

Atrévete a tomar el desafío de alegrar el corazón de tus padres y Dios te bendecirá inmensamente. El Señor dijo: “si soy tu Padre, dónde está mi honra”. No podemos decir que honramos al Dios de los cielos si no honramos a nuestros padres terrenales. No puedes decir que honras a quien no ves, si no honras a quienes puedes ver. Si anhelas recibir el tiempo y cariño de un padre, busca primero acercarte a ellos y dar lo que deseas recibir. Conviértete en el hijo que ellos siempre han deseado. Perdona cualquier cosa que te hayan hecho y agradece lo bueno que recibiste.

Pídele al Señor un corazón humilde que sea capaz de dar la honra que tanto se necesita.

Fuente: cashluna.org



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